Hermosillo, Sonora.- La noche del jueves caí en los tacos del Aníbal, hacía mucho que no. Apenas llegar sentí su soledad y su tristeza. De hecho, no sabía si estaba abierto o estaba cerrado: ninguna persona y casi ninguna luz. Luego sentí un saludo flojo, nada qué ver con el tradicional y enjundioso: «Qué hubole, …
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