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HELP!
Había una vez, bueno, había dos veces, un ser maligno, bruja poderosa: Maléfica, reconocida como gran villana del cuento de Perrault y los Hermanos Grimm: La bella durmiente, en donde, a causa de su envidia, hechizó a la princesa Aurora condenándola a morir.
Dice la leyenda que el hada buena amainó el sortilegio y cambió la muerte por sueño, letargo eterno. Salvo que Aurora recibiera un beso de amor.
Pero esos son cuentos.
Ahora, en tiempos de la post verdad y las fake news, es posible esperar cualquier cambio en historias consideradas como inmutables: ¿Acaso no es posible que Maléfica solo sea impulsiva y de fuerte temperamento? ¿No será todo producto de prejuicios y mala prensa?
Así, Maléfica, dueña del mal (Joachim Ronning, 2019), es una producción realizada a partir del éxito de su antecesora, Maléfica (Robert Stromberg, 2014) y que no tiene mucho que ver con las adaptaciones digital live action de los clásicos animados Disney, aterrizando en carteleras.
Más bien, aquí estamos hablando de interés monetario y como las inversiones en efectos especiales, maquillaje y vestuario, solo consiguen elevar la impostura de la película a niveles melodramáticos dignos de una telenovela brasileña.
Tal vez los estudios Disney hayan pretendido realizar una actualización social de la historia original, considerando la perspectiva de la antigua antagonista, como se había visto en la cinta de hace cinco años; sin embargo, la situación en Maléfica, dueña del mal, pinta un escenario contrario, lleno de racismo, discriminación y prejuicios.
Por supuesto. Se han derramado litros y litros de tinta para mostrar el sexismo en los cuentos populares europeos, pero se supone que había un afán desmitificador en estos filmes.
Aurora (Elle Fanning) sigue siendo la soberana de las Ciénagas, un mundo mágico poblado por seres fantásticos, apacibles y coloridos. El joven Príncipe Felipe (Harris Dickinson), enamorado, le pide matrimonio. El sí virtuoso de Aurora provoca el no visceral de Maléfica (Angelina Jolie).
De inmediato, los padres de Felipe, el Rey Juan (Robert Lindsey) y la Reina Ingrith (Michelle Pfeiffer), celebran la próxima unión, pues consideran inminente paz y progreso para las Ciénagas y Ulsted, el hábitat humano. La pareja real convoca a una cena.
Las futuras suegras rivalizan, se enfrentan y destruyen la frágil armonía entre los feudos, lo que provocará una lucha épica entre las dos mujeres, Maléfica, a la defensa de los suyos e Ingrith, decidida a la conquista total, la anexión territorial con fines de dominio y poderío.
Una red de mentiras hará estallar la guerra entre ambos reinos.
Juego de espejos respecto a La bella durmiente (Clyde Geronimi, 1959), Maléfica, dueña del mal, está obligada a mostrar su reflejo político. Un alegato contra la xenofobia y el miedo al diferente, representado por las intrigas de la Reina Ingrith, así como por sus esfuerzos en mantener pura su blanca soberanía.
Será entonces la rivalidad entre Maléfica y la Reina Ingrith – interpretadas con toda comodidad y extravagancia por Angelina Jolie y Michelle Pfeiffer – lo que sostiene la producción, incluso más allá de la posible saturación de efectos especiales.
Sin embargo muchas cosas han cambiado.
Maléfica, poderosa y vital, será herida por un andrógino; arrastrada hasta un paraíso perdido donde criaturas aladas, de razas históricamente sometidas, se preparan para la guerra contra Ulsted, la caucásica; el personaje hermafrodita es sádico y usa la música – el barroco alemán interpretado en el órgano de una iglesia – para torturar y matar.
Por supuesto que los varones en Maléfica, dueña del mal, son sumisos, indecisos e inútiles en momentos de inflexión.
Y la naturaleza alada de su protagonista, Maléfica, dueña del mal, proporciona secuencias aéreas y vista de pájaro que, por momentos, resultan reminiscentes del fantástico y maravilloso tríptico El jardín de las delicias, de El Bosco, sobre todo durante la batalla final.
Una película que ha puesto a los cuentos de hadas entre la espada y la pared: actualizarse o morir.
Es preferible la muerte. O quedar dormidos. Quizás es lo mismo.
Qué leer antes o después de la función
Doce cuentos peregrinos de Gabriel García Márquez. Escritos a partir de la experiencia de ser, y sentirse extranjero, en varias ciudades de Europa, el Nobel colombiano mezcla la cotidianeidad con la magia, el suspenso y lo sobrenatural.
En El avión de la bella durmiente, leeremos como el impulso que provoca la belleza no podrá hacer nada frente al efecto somnífero de dos pastillas doradas.
París, Viena, Barcelona, Roma o Ginebra forman parte de este tour. Un peregrinaje que va de la mano con la muerte.
Esta película demuestra aquella máxima de «segundas partes nunca fueron buenas» (Salvo contadas excepciones)
Tiene razón. El principal atractivo de esta película es ver el pleito entre las suegras, es decir, Maléfica (Angelina Jolie) y la Reina Ingrith (Michelle Pfeiffer). Es divertido. Como telenovela brasileña.