Hermosillo es una ciudad de inmigrantes. Desde la década de los cuarenta, con el desarrollo agrícola de la Costa y una incipiente industria, inició un proceso de inmigración que elevó la población de los treinta mil habitantes en 1940 al millón en la actualidad. Desconocemos el proceso de inmigración y la forma en que fueron integrándose, no tanto a Hermosillo en sí, sino entre ellos mismos. Un proceso del que sólo encontramos los efectos. Efectos que en no pocas ocasiones llegaron a las últimas consecuencias. Después de todo, cada inmigrante o grupo de inmigrantes, cargan con sus formas y gestos que chocan entre sí.
La inmigración abarcó todo el abanico de las “clases sociales”. Desde los desposeídos que salieron de sus pueblos con la sóla bendición y el deseo de mejorar, hasta profesionistas y hombres de negocios que vieron en una ciudad en crecimiento, la oportunidad de aumentar sus caudales. La ciudad pasó a la categoría de caldero. Los encuentros con los pobladores “originales” y entre ellos mismos, es un proceso que continúa en un constante reacomodo de formas que no dejan de llegar.
Las imágenes más visibles fueron las de los desposeídos. Las que deambulaban por las banquetas buscando la sobrevivencia o aquellos que aspiraban a cruzarse al “otro lado” en calidad de braceros. Otros más, fueron mano de obra contratada para trabajar en los campos agrícolas de la región, pasando de uno a otro hasta que terminaron por quedarse en alguno de ellos, o regresar a sus lugares de origen. Son imágenes que movieron los sentimientos en los vecinos, desde el sentimiento de conmiseración, hasta el de repulsión.
Las “Marías”, una imagen brutal de la miseria, impactaron de lleno en el ambiente urbano. Mujeres descalzas y con un niño envuelto en el rebozo colgando del hombro y alargando la mano por una moneda. Una imagen inédita en la ciudad, contrastando con el desarrollo industrial y comercial de una ciudad en crecimiento.
Leyendo los pies de foto sobre las “Marías”, apreciamos el problema social que enfrentaron tanto la ciudadanía como las autoridades. Vemos el proceso de integración social, al pasar de la práctica de la limosna a la oferta de productos. Las “Marías” desaparecieron del ambiente. Ahora viven la ciudad. Ahora son parte de la ciudad.
NOTA: Todas las fotografías de esta recuperación hemerográfica fueron publicadas en el periódico El Imparcial, de Hermosillo, Sonora.
POSDATA. Propongo al Consejo Consultivo de la Zona Histórica de Hermosillo considere agregar una escultura más, en memoria de todas estas mujeres que emigraron desde el sur buscando una mejor forma de vida, y que con el paso de los años se integraron la ciudad.
¡Excelente trabajo documental, Jesús! Las imágenes son reveladoras de un problema psicosocial aún por conocer entre la sociedad mexicana. Saludos cordiales.
¡Excelente trabajo documental, Jesús! Las imágenes son reveladoras de un problema psicosocial aún por conocer entre la sociedad mexicana. Saludos cordiales.
Como siempre, agradezco tus comentarios, Juan. Estamos pendientes, recuerda 😉
Es necesario ya empezar a ver la ciudad desde sus vecinos y dejar de historiar los símbolos que ya no dicen nada.