Existen temas fáciles de abordar, y otros no tanto, que molestan o enojan a ciertos lectores, en este caso sobre las distintas preferencias y la igualdad de género. En las filosofías orientales el problema se resuelve acudiendo a la religión o misticismo propio, o a las leyes naturales o divinas que rigen todo el cosmos: léase la Ley de Atracción-Repulsión, la Ley de Causa-Efecto (llamada karma) y la Ley de la Reencarnación, justas y perfectas en la mente divina, esta última regulada en cierta manera por aquellas dos. Según estas leyes (negadas por otras filosofías o ciencias), cada individuo es afectado por ellas consciente o inconscientemente. En el mundo occidental, donde predomina el pensamiento religioso cristiano, no se estudian, no se les toma en cuenta o se les ataca; por lo tanto desconocen cómo actúan en el ser humano en todos los aspectos de su vida. Mucho se habla y mucho se ha estudiado en nuestros días del por qué existen las personas atraídas por su mismo sexo, actitudes de pensamiento y comportamiento, que incluso se da entre los animales. 

En China el taoismo nos habla del yin y el yang, dos conceptos que son usados para representar o referirse a la dualidad que esta filosofía atribuye a todo lo existente en el universo. Describe las dos fuerzas fundamentales, opuestas y complementarias, que se encuentran en todas las cosas. En el yin hay yang y en el yang hay yin. Siempre hay un resto de cada uno de ellos en el otro, lo que conlleva que el absoluto se transforme en su contrario. Cuando una fuerza domina se sustituye por su fuerza opuesta. Esta actividad continúa y se repite constantemente con el tiempo. Esto hace que ambas mitades se “persigan” mientras buscan un nuevo equilibrio entre sí.

Si se estudia la Ley del Karma veremos que todo está concatenado a nuestras acciones, reacciones, palabras y pensamientos, sean estas positivas o negativas. Como ejemplo diremos que si una persona del sexo masculino es machista, golpeador y denigra de varias maneras al sexo femenino, por la Ley de Causa-Efecto y de Atracción-Repulsión, este nacerá en su próxima reencarnación como mujer y le tocará pasar por lo mismo para que aprenda y no lo haga en la siguiente. Esto también sucede en la mujer, la que nace como hombre en su siguiente vida. Existen aforismos desde edades lejanas que nos hablan del “ojo por ojo”, “no hagas a otro lo que no quieras que te hagan a ti”, “el que a hierro mata a hierro muere”, “el respeto al derecho ajeno es la paz” y otras por el estilo que nos ilustran sobre el pensamiento que tenían los antiguos sobre estos temas que en la actualidad se hacen de lado. 

Querámoslo o no, nos guste o no, creámoslo o no, el reencarnar en un sexo opuesto causado por nuestras acciones negativas, o inclusive para aprendizaje del alma en un cuerpo humano terrestre (que debiera pasar por las siete vidas naturales entre uno y otro sexo), predomina en la mente subconsciente la atracción o amor al sexo opuesto al que se estaba acostumbrado; así, un hombre nacido mujer se sentirá atraído por las mujeres o una mujer nacida hombre se sentirá atraída por los hombres. Esto también dependerá del grado de evolución mental que tenga la persona en cuestión, que rechazará poco a poco esos atisbos de su memoria anterior guardada en el archivo de su subconsciente. Esta atracción se irá diluyendo en las siguientes vidas, cada vez subiendo un escalón más hacia la perfección mental y espiritual hasta que su alma se funda nuevamente -como lo enseñan las filosofías de oriente- con el Creador, el Cosmos o la Energía Universal que todo lo penetra. 

La ciencia nos dice que sólo hay dos sexos diferentes: el del hombre y el de la mujer (que se complementan uno al otro), pero en pensamiento, razonamiento y actuación pueden existir, y los ha habido siempre desde tiempos inmemoriales, géneros diferentes en uno y otro. Esto no quiere decir que sean malos y que deban ser estigmatizados, sino al contrario, verlos y tratarlos como personas con los mismos derechos e igualdades de todos los que se suponen son “normales” , tan normales que la ciencia dice que tenemos genes de ambos sexos y nuestro cerebro dividido en dos, uno que actúa masculinamente deductivo y otro femeninamente inductivo según las situaciones a las que nos enfrentamos. El caso del feminismo es diferente ya que es causado por los siglos de dominación y maltrato del hombre hacia ellas, por lo que luchan con veracidad y firmeza por la igualdad, a veces desafortunadamente actuando igual al sexo al que atacan. Por lo tanto, si se entiende todo esto, las personas de uno u otro sexo debieran actuar con honradez y justicia dentro de la otra ley universal o divina que es la gran Ley del Amor, en la cual se funde todo lo que existe física y energéticamente, plasmado en la sentencia: “amaos los unos a los otros”.

Si en nuestras escuelas, agrupaciones religiosas y civiles, avaladas por los gobiernos de cualquier ismo, se enseñaran estas leyes que funcionan igual en todo el Universo, nos permitirían vivir civilizadamente unos con otros. Debido a estas leyes, por ejemplo: el de que un ladrón o un asesino pasará quiéralo o no por lo mismo que pasó su víctima, en esta vida o en la siguiente, – donde más le duela, a veces en sus hijos, para aprender y comprender lo malo de su acción- se evitarían muchos problemas de delincuencia, de corrupción y malas acciones hacia los demás, incluso de destrucción de la naturaleza como son las plantas y animales, haciendo del hombre y la mujer los seres humanos que debiéramos ser en este planeta Tierra en justicia, igualdad y paz.

Por Carlos Lucero Aja

Las leyes naturales | Alejandro Pasquale

Este artículo se publicó originalmente en el #5 de CRÓNICA SONORA, Diciembre 2022 – Enero 2023

Sobre el autor

Carlos Lucero Aja (Hermosillo, 1949) es museógrafo, historiador, archivista y escritor.

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