Es cuestión secundaria: organizarse en torno a un proyecto es lo primordial. Cualquier gobierno requiere a la población para echar a andar sus planes, incluso los que gobiernan contra la población requieren una enorme cantidad de policías, militares, periodistas. En México, sólo el Estado Corporativista del PRI, especialmente durante el período de Obregón a Cárdenas ha materializado sus planes con la participación de las masas, principalmente el gobierno de tata Lázaro. El potencial alcanzado por las masas exigió, para salud de la hegemonía capitalista y su sistema internacional, gobiernos con un proyecto cada vez más falso y sin Pueblo. Antipopulismo que culmina con el “neoliberalismo” que traiciona los ideales revolucionarios y rompe la tradición del Estado benefactor; ya en el 88 amplios sectores populares responden impulsando al Frente Democrático que tras el apagón del sistema pasó de estar diez puntos arriba a diez puntos debajo de Salinas. Dejaron claro que sólo por votos no dejarán el Poder.
La organización de las masas gestada desde el PRI era necesaria para ejecutar políticas necesarias para la expansión y profundización del capitalismo tras la Revolución porque tuvimos un modelo de desarrollo propio y sólo venciendo las trabas que imponía la Iglesia, terratenientes y empresarios se volvería realidad; aunque con su concreción se beneficiaran trabajadores, empresarios y la sociedad en su conjunto. El crecimiento económico posicionó a México como octava potencia mundial hacia 198, habiendo eliminado el 40% de la pobreza. Con el abandono de un modelo propio se desactivó también lo corporativo del Estado. El neoliberalismo es la doctrina del saqueo, dijera Fidel Castro, su objeto es el crecimiento económico de las transnacionales noroccidentales. Por tanto, el Pueblo no es necesario como sujeto político sino como objeto de despojo… y policía. En 33 años de neoliberalismo la pobreza aumentó 30%. Y ya no será como en 1910 que la burguesía convocara a las masas pues la burguesía ya controla al Estado. Hoy, la organización debe gestarse desde abajo.
El “voto útil” y el “voto de castigo” son burlas al sentido común. El Poder escucha las manifestaciones de malestar y propone sus tratamientos: partiditos que absorban mentadas de madre perpetuando el sistema, controlados por la élite garantizan que pasen las Reformas. Pero si además de ser chiquitos son de izquierda, su ferviente denuncia en la tribuna dan la idea de que hay democracia y pluralidad, sólo que ellos son más. So, para llegar a la mayoría hay que volver a votar y con más ganas. El “Pacto por México” y la impunidad demuestran que sumar “disidencia” no basta, nuestra forma de hacer política debe cambiar para revertir la espiral en la que nos hundimos. Más acá de lo expuesto en el primer párrafo ¿cómo se ganaría, siquiera, la elección en este país? Pensemos en las casillas que no se cuidaron, y a lo cual contribuyeron líderes como Lamarque en 2012, sino en la posibilidad de alterar los resultados desde las computadoras (1988 y 2006 por lo menos). Una vez dado el click ¿Qué hacemos? Lo que sea, tendría que hacerlo la gente, y no sólo de manera masiva pues se cansa como consta en todos los fraudes anteriores y Ayotzinapa, tendría que radicalizarse; es decir, tendría que dejar de pedir.
Aún en la silla, un gobierno “progresista” no subsiste sin ser vaciado o aniquilado, si a) el gobierno no arma a las masas como demostraron los bolcheviques en la URSS ante la reacción y corroboró Salvador Allende en Chile, por contraste; o, b) no hay una movilización amplísima decidida e imparable similar a la “revolución de los claveles” en Portugal o Argentina en 2001 con sus 5 presidentes en sólo una semana. Allende obró, por eso la CIA lo golpeó, mas, un gobierno se puede vaciar paralizándolo con presiones económicas y sociales, como se intenta desde hace años en Venezuela y en Grecia al recién llegado Syriza que atraviesa “el momento de la verdad”[1] estos días en los que opondrá o no al endeudamiento y disminución del gasto social que le impone la Unión Europea alemana.
Los países sudamericanos que hoy transitan la transformación lo lograrán sólo en la síntesis o convergencia de sociedad y gobiernos. Así se ganó la expropiación petrolera. Durante el Estado corporativista mexicano, los gobiernos mantenían un corte nacionalista que reforzaba ideológicamente las conquista económicas creando elementos de identificación con las masas. La gente no necesitaba entender del todo el proyecto pero lo había, nos sabíamos en un todo, y se apoyaba el proyecto con el voto. Ya no hay. La relación sociedad-Estado está rota, porque se gobierna desde Estados Unidos. Aún en el capitalismo hay la apertura, la absorción y generación de la ciencia, la diplomacia libre y soberana –como muestra Cristina Kirchner, hace un mes, en la Cumbre de las Américas denunciando la hipocresía de quienes presionan a países productores de droga pero permiten el lavado de dinero y venta de armas en sus países, consumidores. Pero no, nuestro gobierno es desde fuera, por eso el votar no ratificaría sino la voluntad de Washington.
Y es por la misma certeza de que los Estados y los gobiernos no son posibles sin la participación de su población, que anular o no votar tampoco hará la diferencia en la reconstrucción del país. Promover el voto nulo sin trabajar en otra alternativa es pedir que lo convenzan a uno, como dijera el Doctor Darío Arredondo, aunque él promoviendo a MORENA. Tal protesta es una acción política que manifiesta rechazo más acá del ambiguo abstencionismo, observa el propio Guillermo Almeyra de la OPT en sus artículos en La Jornada. Pero este rechazo es sólo al momento del sistema electoral. Limitarse a él sería responsabilizar por completo al Estado de la política del país confirmando nuestra alienación. Si se practican de manera aislada, estas tácticas son otra modalidad de la cultura mercantil que partiendo de la premisa “el cliente manda” atacan llenando el buzón de quejas o con un boicot al consumo. Somos algo más, el Pueblo es la razón del poder instituido, fundamento de la soberanía. Son los pueblos los que se alzan y concretan el paso a nuevos estadíos, ya lo hemos hecho.
¿A qué viene despojar de las ganas de hacer algo a alguien que por lo menos vota con buenas intenciones si no vislumbra alternativa? Lo decisivo es la participación en los movimientos sociales en la construcción de poder popular, y es también ahí donde se da el desencanto a alternativas electorales fallidas. Enrique Dussel propone el liderazgo de AMLO, pero pareciera que el gran maestro de la filosofía no viera que el Peje sencillamente no quiere tomar parte de las grandes luchas sociales de los últimos años –SanQuintinAyotzinapaAutodefensasPueblosOriginariosMaestrosZapatistasSMEtc- ¿o es que los movimientos deben hacer lo suyo y agregar la consigna obradorista en 2018 identificándose a partir de…? Mas, insistimos, si alguien vota de buena fe, lo importante es participar en algo más y no depositar todas nuestras esperanzas en las urnas.
¿Es el voto nulo una medida de presión al aparato administrativo? De nuevo, sólo si paralelamente nos organizamos con nuevas formas de hacer política. Y la organización puede darse por los motivos más disímiles, inmediatos o abstractos, lo importante es que con una nueva forma de hacer política se tendrá el músculo para construir el nuevo proyecto de nación con un máximo de representatividad e igualdad. Sería peligro presumir el aumento del voto nulo como una victoria. Sería otra forma de conformismo, mientras la devastación avanza. Es verdad que evidenciaría el no-consenso del que habla Dussel en sus 20 Tesis de Política, que pase de ser Estado hegemónico a dominador es el principio de su debacle. La fisura por la cual entrará el torrente social. Pero también es verdad que de lo que se trata para ellos es de alargar la fisura, retrasarla y controlar el torrente social de manera en que la transformación quizá no sea tan transformadora. Acordémonos de la democracia que conquistamos apenas el 2000. El control del torrente social requiere de dispositivos dentro del movimiento (no sólo los bolcheviques actúan en su seno) dispositivos que no comienzan mañana. Planteos con la Convención Nacional Popular, de la que hablaremos en otra entrega, vacían el carácter subversico y la tendencia a la ruptura de los movimientos con el orden establecido.
Es preciso que nuestra negación sea a la vez una afirmación de algo radicalmente distinto, no de la restauración a sabe qué estado de las cosas (¿el benefactor, el de derecho?) no consumado hasta hoy. El camino hacia la paz social y el superávit suizo, sueco, no puede ser transitado por las naciones periféricas a las cuales las grandes potencias deparan el papel de fuentes de materias primas y mano de obra barata, mucho menos cuando ocupan un lugar de primer importancia geopolítica, como el nuestro. Hemos de hallar el camino propio, y eso sólo es posible construyéndolo.
Por Paco Alonso Rascón
Fotografía de Benji
[1] Antonis Nvatellos, el momento de la verdad para Syriza, rebelión.org, 16-05-2015.