Hermosillo, Sonora.-

La quinta presentación dentro del programa del Festival Un Desierto para la danza en su vigesimoséptima edición corrió a cargo de la compañía brasileña Danças de Diadema con una coreografía del coreógrafo Jae Duk Kim titulada Força fluida.

Una propuesta que genera gozo, que me recuerda el placer de la danza pura,  libre de intenciones  discursivas, libre de conceptos, pero anclada en la presencia de cuerpos en acción,  relacionados entre sí  y en conexión a las calidades naturales de los elementos y el flujo vital.

Se percibe en la composición coreográfica y  la economía estética de la cultura oriental (el coreógrafo es de Corea del Sur) en deliciosa combinación con la pasión contenida en los cuerpos brasileños.

La compañía radica en la ciudad Diadema, en Brasil donde desarrollan un amplio proyecto cultural y artístico que desde hace veinticuatro años genera estrategias de creación de públicos en las comunidades que los acogen y de acercamiento en la práctica a la danza, al cuerpo y al movimiento.

Ana Bottosso, directora general de la compañía, nos compartió en la Charla con Rosario Manzanos, que en función de este gran proyecto, los miembros de la compañía trabajan juntos de lunes a viernes, se ocupan por la mañana en el entrenamiento abarcando distintas técnicas según los requerimientos del montaje en turno, por la tarde ensayan y un día a la semana la dedican a la gestión administrativa.

Este formato de trabajo integral que sin duda Força fluida manifiesta en escena a través de una clara y contundente sintonía grupal y compromiso artístico,  es un formato que desafortunadamente muy pocas agrupaciones de danza en nuestro país han podido sostener, las escasas compañías que lo han logrado, ha sido a través del apoyo económico gubernamental, como también es el caso de la compañía brasileña. A cambio de esa subvención, comentó la directora, es necesario demostrar permanentemente y con cada nueva administración de gobierno, que el proyecto cultural de la compañía es honesto y necesario en la comunidad.

La charla cerró con una observación por parte de Rosario Manzanos (expresada con cierto sarcasmo y desaprobación que claramente hizo eco en algunos de los participantes) acerca de que al parecer independientemente del país o de la ideología, la función y la importancia de la danza tiene que demostrarse…

Por el tiempo que apremió de nuevo (había que pasar de la charla al teatro), me quedé con más de una pregunta en el aire  ¿En qué consiste ese requerimiento de “demostrar”? ¿Por qué genera tanta molestia? ¿No es necesario siempre comprobar a cambio de un pago, que el trabajo realizado es honesto y necesario? ¿Por qué una compañía de danza tendría que quedar excenta de esa obligación, sobre todo si el dinero que recibe viene de los impuestos de los ciudadanos? ¿Se cuestionaría este requerimiento si el apoyo viniera de la iniciativa privada?

Del teatro la audiencia salió vibrante, cuando los bailarines de Danças de Diadema salieron a la plaza central de la Casa de la Cultura, se encontraron con un cálido y entusiasta grupo de jóvenes que les dejaron muy claro mediante abrazos, besos y selfies, su agradecimiento y admiración.

Por Claudia Landavazo

Fotografía de Juan Casanova  

(la de arriba editada sin permiso del autor)

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Sobre el autor

Claudia Landavazo vive en la Ciudad de México y es egresada de la carrera de Letras de la UNISON. Bailarina y coreógrafa de danza contemporánea, actriz de vez en cuando y se dedica desde hace algunos años a dar clases y al trabajo en comunidades y grupos vulnerables a través de la danza. Forma parte de CARPA Colectivo, donde desarrolla la metodología en Artes de Participación.

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2 comentarios

  1. Nada más importante que el intercambio de arte y cultura de calidad en el mundo! El lenguaje de la danza es universal, los cuerpos hablan por si mismos. Que gran encuentro!

  2. Felicidades Claudia por esta importante labor de difusión que realizas. ¡Y felicidades a Crónica-Sonora por mantenerse como espacio generoso!
    Percibo tus dudas, Claudia, respecto a la exigencia de «demostrar» la necesidad social de la danza. En mi opinión, esta actitud es parte de la problemática – sobre la que habría que reflexionar y escribir en extenso- que envuelve no solo a la danza, sino al arte en general como componente estructural en la sociedad mexicana. Algunos – o algunas- asumen a priori que el arte y sus productores deben estar más allá de las condiciones institucionales que enmarcan la vida política y social. No se percibe que tal pretensión pone distancia peligrosa entre el artista y el no-artista, con implicaciones de todo tipo, entre las que resaltan lo ético, lo estético y lo político. ¡Nada más nocivo para el papel social que se le quiere atribuir al trabajo del artista!
    Reitero mi felicitación y te saludo con gusto.

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