Hace años tomé la decisión de buscar un lugar más pequeño y de menos población para vivir y trabajar. Encontré en Bahía de Kino un lugar para ello. No solo el hecho de contar con playa y hermosos atardeceres, sino la libertad de encontrar espacios abiertos cercanos y la brisa del mar. 

Hermosillo ahoga. Con casi un millón de habitantes de acuerdo al último censo INEGI 2020, desde hace muchos años la relación de los espacios públicos y avenidas entre el número de habitantes y vehículos automotores resulta en un cociente negativo. No hay suficientes vialidades ni educación vial para poder desahogar de manera eficiente el tránsito vehicular y llegar en un menor tiempo a sus destinos. Además, la inseguridad pública con todos los parámetros propios de dicha temática se ven incrementados en proporción al tamaño de la población. Guardando las proporciones del caso, Hermosillo es una Ciudad de México a escala, cuyos habitantes pasan la tercera parte de su tiempo en los transportes y han debido aprender a leer y hasta en dormir en ellos.

El puente 2010 («pasan diez por arriba y dos mil por abajo») en el corazón de Hermosillo

Fotografía de Israel Garnica

Me contaban mis padres, que por allá de mediados del siglo pasado los pueblos de donde ellos proceden, Altar y Aconchi respectivamente, al no contar con escuelas para continuar una educación superior, ello obligaba a las familias a mudarse a las ciudades. Fue el caso de ambos. Por lo que después de su matrimonio optaron por establecerse en la capital y tener familia. 

Hermosillo tampoco era muy grande a fines de los 50s. No se habían desarrollado los parques industriales con la industria maquiladora y su producción en línea que llegó buscando afanosamente personal suficiente para trabajar a la ciudades más grandes o fronterizas. Esto seguramente fue la coyuntura para detonar un mayor crecimiento poblacional en algunos puntos. Ya no tanto para buscar educación para sus hijos sino para encontrar trabajo. La otra opción para muchos pobladores rurales era emigrar. Irse a los Estados Unidos de América a trabajar el campo, que fue el caso de mi abuelo y de pueblos completos del Río Sonora que se mudaron a California. Por supuesto los servicios médicos solo se tenían en la capital. Quienes nacieron en pueblos hasta esas fechas vinieron al mundo con parteras o matronas como mi propia madre.  

Las grandes ciudades conllevan la confluencia de muchas personas que deben tomar las calles para ir a trabajar y llevar niños a las escuelas. Las horas pico son para alterar los nervios de cualquiera. Los embotellamientos cada vez son más frecuentes, especialmente cuando se sucede algún accidente vial, que desgraciadamente por la desesperación de que son presa los citadinos, ocurren muy a menudo. Solo por esos dos conceptos deben pasar buena parte de su tiempo haciendo espera en los semáforos y llevándose una buena dosis de histeria que seguro descargan en sus seres queridos en casa, ojalá y no. 

Por el contrario de las grandes aglomeraciones en las ciudades, los pueblos o poblados de nuestro estado de Sonora que son muchos, háblese de que 45 de los 72 municipios y sus cabeceras municipales apenas sobrepasan las 5,000 personas, y una docena mas no pasa de los 20,000 habitantes (INGEI 2020).  Es el caso de la sierra alta y del río Sonora. Más no es el caso de la frontera, con San Luis Río Colorado, Nogales y Agua Prieta con la industria maquiladora, ni de Obregón, Navojoa, Huatabampo y Caborca con la industria agrícola. Tampoco de Guaymas y Puerto Peñasco en las costas. Los pueblos pequeños ahora cuentan, si no con universidades sí con escuelas de educación media superior o técnica, razón por la cual muchos de ellos ya no necesitan emigrar a las grandes ciudades.  

Regresando al poblado de Bahía de Kino, con menos de 10,000 habitantes se localiza a 100 km de la capital. El trayecto es por carretera pavimentada, y si bien no cuenta con servicios bancarios ni grandes cadenas de supermercados, lo compensa lo que no se tiene en la capital, tranquilidad. Bahía de Kino, como muchos pueblos, apenas cuenta con semáforos, hasta donde recuerdo en Kino solo tenemos uno. 

Para las comunicaciones tan recurridas hoy en día, si bien la zona de playa en Bahía de Kino cuenta con un pésimo servicio telefónico fijo, no así el poblado, donde el móvil trabaja bastante bien hasta 4G. Para el entretenimiento, todavía hace cinco años no contábamos con internet, salvo el satelital, pero hoy días son varios proveedores a un menor costo. De igual manera los proveedores de servicio de TV ya son al menos dos y bastante aceptables. Pero el mejor entretenimiento siempre será ver el atardecer y disfrutar de la paleta de colores que la creación pone a nuestro alcance diariamente.

Entre otras ventajas, al localizarnos donde se reúnen el desierto y el mar, podemos disfrutar constantemente la fauna y flora silvestre, tanto de uno como de otro ambiente, principalmente de aves marinas y terrestres. Entre las primeras: Gaviotas, pelícanos, patos buzos, garzas morenas, águilas marinas, tijeretas y playeros pihuihi. Entre las aves terrestres: codornices, palomas pitahayeras, chureas, pájaros carpintero, cardenales rojos y muchos más. Donde no hay necesidad siquiera de mantenerlas cruelmente en jaulas para observarlas o escuchar su canto ya que convivimos con ellas. Por supuesto observamos venados bura, coyotes, serpientes y demás, si salimos un poco del poblado. 

Estar en las costas por otro lado, nos permite proveernos de pescado y marisco fresco, que en Hermosillo, pese a la corta distancia no encuentran. Eso significa alimentarse mejor de forma más natural, orgánica, incluso a un menor costo. Pero lo más importante es que, a diferencia de la ciudad donde los vecinos apenas se saludan, en los pueblos es como en antaño, todos nos saludamos y nos damos los buenos días. Si eso no es ganar salud y tranquilidad, ¿que lo es entonces? Vivir en un lugar pequeño, es regresar a las raíces, ganar en salud mental y espiritualidad. No dejar de mencionar que tanto los pueblos serreños y costeros de baja densidad poblacional tienen el mismo efecto. Para un retiro digno habría de reconsiderarse la posibilidad de regresar a las raíces, a los pueblos que dejamos para ir a la ciudad en la segunda mitad del siglo XX.

Texto y fotos de Kino por Martín I. Bustillo-Ruíz

Fotografías de Hermosillo por Israel Garnica

Fuentes

https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Municipios_de_Sonora

https://www.inegi.org.mx/app/buscador/default.html?q=muniicpios+y+poblados+sonora

Sobre el autor

De profesión Oceanólogo por la Facultad de Ciencias Marinas de la UABC, con especialidad en Química, Generación 1984. Grado de Maestro en Ciencias por CIAD 2008. Actualmente prestador de servicios al sector pesquero y acuícola. Residente de Bahía de Kino Sonora.

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