El estreno en México de Escuadrón suicida estuvo lejos de pasar desapercibido. La decisión de Cinemex, propiedad de Germán Larrea, de no exhibir la cinta – a pesar de tener vendidos casi 100 mil boletos en preventa -, elevó la ansiedad en el público y provocó funciones agotadas el fin de semana en Cinépolis, la cadena líder.
La verdad, Escuadrón suicida es una mala película que tendrá malas recomendaciones por parte de quienes ya fueron a verla en su semana de estreno y su desempeño en taquilla, estoy seguro, bajará considerablemente en los días próximos. Y la inferior recepción de esta película entre la crítica especializada, hizo necesario que el elenco y David Ayer, el director, salieran en su defensa… «con muy mal tino».
En el siglo pasado, durante los setentas, Siempre en domingo no sólo era la plataforma de promoción musical popular más importante, sino que también lo era para el teatro, el cabaret y, por supuesto, el cine. Era conmovedor ver a las estrellas de entonces cómo, al ser entrevistadas por Raúl Velasco, no sólo publicitaban sus filmes, que solían ser pésimos, sino que, tal vez conscientes del daño que hacían, sólo atinaban a justificarse diciendo: “es una película que hicimos con mucho cariño”.
Algo así les sucede a los actores y al director de Escuadrón suicida cuando, al defenderse y defender la producción, argumentan “hicimos esta película para los fans”. ¿Se dan cuenta de lo que están diciendo? ¿Acaso están declarando que “los fans” son un público dócil y menos exigente? ¿Insinúan que su tolerancia es tan amplia que los hace aplaudir, prácticamente, cualquier cosa? Es decir, ¿los están llamando “tontos”?
Al igual que los actores mexicanos de los setentas, el elenco de Escuadrón suicida usa un eufemismo – en este caso: “hicimos esta película para los fans” – para afirmar que no tiene caso buscar calidad o coherencia argumental alguna en la película. No es necesario. Existe, según este razonamiento, un mercado cautivo que comprará el boleto, aunque la función no valga el precio en taquilla.
Un mercado de tontos. Un mercado de fans.
Escuadrón suicida toma como base argumental la memorable película Doce en el patíbulo (1967, Robert Aldrich), donde un grupo de renegados son reclutados en una misión mortal que puede redimirlos. Sin embargo, a diferencia con la película de los sesentas, Escuadrón suicida falla en el ensamble: ¿Cómo lograron opacar a Will Smith en su papel de Deadshot? ¿Cómo?
La trama, que va dando tumbos sin definir un camino concreto, presenta un relato de amor entre el Joker (Jared Leto) y su loca novia, Harley Quinn (Margot Robbie). La decepción viene cuando la audiencia comprende que la inclusión del malvado payaso y de su interés romántico sólo tiene el propósito de promover una próxima película protagonizada, sin duda, por este par.
Como respuesta de los DC Comics a Deadpool (2016, Tim Miller) y, sobre todo, a Guardianes de la galaxia (2014, James Gunn), este filme queda muy por debajo. De Guardianes… ha tomado el estilo de soundtrack, al seleccionar un arco ecléctico de canciones que van de Queen a Eminem con el propósito de hacer la función un poco más ligera.
El resto de los personajes tienen oportunidad de lucirse, pero el tiempo no les alcanza para convencernos de la amenaza que representan los villanos principales: Enchantress (Cara Delevigne) y su poderoso hermano (Common); ni siquiera se toman el tiempo para establecer los motivos políticos que mueven a Amanda Waller (Viola Davis), siniestra y cruel reclutadora en tiempos del cólera.
Podemos entender lo que se mueve detrás de Escuadrón suicida. Un sentimiento de culpa por parte de los norteamericanos por haber realizado, en nombre de la libertad y el patriotismo, tratos infames con gente de la peor factura. Y como dijo Amanda Waller: “la consecuencia soy yo”.
Quizás se refiere también a todos aquellos que piensan que los fans son tontos y que seguirán aplaudiendo cuanta cosa les sigan poniendo enfrente. Total, ya quedamos en que ellos son los malos de la película.
Escuadrón suicida. Director: David Ayer. Con: Will Smith, Margot Robbie, Jared Leto, Viola Davis y Ben Affleck.
Por Horacio Vidal