Esteban Costich, de 53 años, pertenece a la última generación de una gran familia que emigró de Rumania a Sonora. Trajeron a México los cines nómadas que recorrían el país. Hasta hace poco más de 15 años dejaron esta actividad con la llegada de las nuevas tecnologías. Hace 31 años él y unos hermanos se asentaron en la colonia Primero Hermosillo, al norte de la ciudad, en la calle Ignacio Preciado. Ahí realizaban innumerables funciones de cine mexicano y cine internacional a bajo coste. Se proyectaban imágenes provenientes de carretes con película (negativos) 35 mm, reproducida a una velocidad de 24 cuadros por segundo. La imagen se disfrutaba cada noche sobre una lona blanca al interior de sus carpas móviles que albergaban una asistencia popular con boleto pagado y uno que otro que lograba colarse.
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Esta historia es parte de mis memorias entrañables y de mi infancia, cuando los fines de semana me quedaba con mi abuela, Margarita García. Ella nos llevaba a mí y a mis hermanos a ver las películas de los súper heroes gringos que había a finales de los años 80 y a principios de los 90, pero las de los hermanos Almada siempre estaban entre las favoritas. Eran unas funciones con carpas a cielo abierto, se respiraba aire puro y con vista a las estrellas. Esas fueron algunas de las noches más importantes de mi vida, cuando Margarita aún vivía.
Me gustaría conocer sus orígenes y cultura de los personas de origen gitana procedencia y modo vivendus etc.