Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo

Antes de que el comunismo irrumpiera el orden social (trayendo guerras y desgracia), la humanidad ya había elegido los castillos sobre la propiedad colectiva como el modus vivendi de la sociedad civilizada.

Resulta lógico que a partir de la publicación del manifiesto de Marx y Engels, que se dio a la par de la caída de numerosas monarquías en el mundo, hayan emergido ideas radicales que, en su extremismo, no querían reformas graduales querían nada más y nada menos que la destrucción del poder y el orden social imperante.

Es un tanto ilógico hoy en día que miembros de un partido político (vox), de un país gobernado por la monarquía (España), busquen aliados en otras naciones con el fin de defender la libertad.

El comunismo ya era el caballito de batalla durante la primera mitad del siglo XIX, cuando mi abuelo paterno vivió y escribió la reflexión que hoy les comparto. No tengo la fecha exacta de cuando la escribió, pero resulta tan actual que hasta él se sorprendería. Y como dijo el presidente López Obrador: si ser humanista es ser comunista que me apunten en la lista, (es un exotismo que no podemos aguantar).

EL COMUNISMO: CABALLITO DE BATALLA 

Todo gobierno o persona que se opone al dominio del explotador extranjero, se le acusa de comunista y de sustentar “ideas exóticas”. En tiempos pasados, el término era bolchevique. Este vocablo cayó en desuso como aquel otro de reaccionario que fue aplicado al que en México se le consideraba enemigo de la Revolución. Hace más de una década se llamaba Nazi o fascista a todo aquel que no pensaba en términos favorables al expansionismo yanqui. Entonces los dirigentes de norteamérica, estaban a partir un piñón con los rusos y con Stalin, a quien hoy los rusos detestan.

Se le aplica el sambenito de comunista -aunque no lo sea- a todo gobierno que defiende su territorio, su ideología, y que expropia a compañías logreras y leoninas, sabemos por la historia lo peligroso que es que los extranjeros se adueñan de grandes fajas de territorio nacional. Ya nuestra nación sufrió en carne propia el escarmiento de la injusta guerra de 1847. Y es curioso que critiquen al gobierno mexicano porque prohíbe la adquisición de terrenos por extranjeros, a menos que se haga renuncia al derecho de la protección diplomática. Hace años los Estados Unidos declaraban, por medio del Departamento de Estado, que no permitirían que una compañía norteamericana vendiera terrenos en la Baja California a súbditos japoneses. Es muy grande la inversión que hay en México de capitales no nacionales. Hay entre nosotros numerosos ciudadanos de otros países que tienen grandes intereses creados y sería torpeza tratar de aislarnos, más cuando hay tratados sobre este respecto; pero de aquí a consentir que los Gobiernos no deben tomar ninguna precaución que garantice su independencia, existe una gran distancia.

Y volviendo al comunismo, da pretexto para todo: para combatir a los gobiernos y pueblos revolucionarios de la América Latina que buscan su bienestar social y económico. Y comunista es quien expropia el petróleo en México; quien expropia en Guatemala a la United Frist Co. por avorazada. Resulta pues exótico recuperar lo nuestro, nuestro petróleo, los plátanos, los minerales, etcétera. En resumen, es un e x o t i s m o que no podemos aguantar.

Amado Molina Quintana

Sobre el autor

Periodista y editora

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