Me llama la atención que he perdido la capacidad de discriminar a priori a muchos opinadores, teóricos y comunicadores. Muchas veces leo algo que me parece bestialmente idiota, y al enterarme de quién lo escribió, noto que es una vaca sagrada—o ensangronada—. Leí algo de Muricio Merino, una vez, y antes de saber quién era el autor de la opinión, pensé que el autor había terminado la primaria mexicana con dificultades, no se diga ya la obtención de secundaria y niveles posteriores. Pero el caso opuesto sucede también. Buscando siempre opiniones divergentes, tanto políticamente como con los hechos y sus investigaciones, es común andar por un desierto en México.

Hay pocos opinadores que se atrevan a hacer críticas consistentes y fuertes, bien pensadas, por ejemplo, del feminismo –sea lo que sea—, o del igualitarismo—la idea de que una sociedad es injusta por el sólo hecho de que haya diferencias sociales y económicas—, o de otras causas o posturas. Estos tabús cambian época a época, y dependen mucho de factores y dinámicas medio aleatorias. Quién ganó las últimas dos o tres elecciones, quién ha controlado las academias de historia o de filosofía política de un país o una región internacional, etcétera.

Entre estos opinadores arriesgados y disidentes en México me topé con el hoy difunto Luis González de Alba. Empezaba yo a ser asiduo de él y seguir sus comentarios en redes sociales, y PÚNCATELAS, se suicidó. Ricardo Alemán, en Milenio, fue otro que me llamó la atención. Me gustó mucho que siempre consignaba datos que retaban versiones inerciales de otros opinadores o incluso de notas periodísticas. Ricardo Alemán no deja mono con cabeza, y sostiene datos y opiniones “impopulares” (en realidad son opiniones poco vistas en la mayoría de los productores de contenidos de este país, pero sí son populares) sobre casi todos los temas. En uno de los pocos temas en los cuales yo clasificaría a Alemán como un chairo más, es en cómo descalifica él mismo a Donald Trump de un plumazo. Importa poco este asunto, porque donde es más sagaz, es en comentar y rastrear fenómenos de la realpolitik mexicana.

Antes de seguir más de cerca a Ricardo Alemán, estaba yo un día discutiendo por Facebook, cuando alguien trató de insultarme diciendo que estaba sosteniendo lo mismo que Ricardo Alemán. Si no me hubieran dicho esto jamás me habría dado cuenta que Alemán es un paria.

Pero es uno de los parias de la comentocracia nacional más divertidos que hay. Además de esto, le atina bastante bien, y ciertamente tiene su cuota de responsabilidad en causar algunos outcomes de la política. Con lo del temblor del 19S de 2017 en la CDMX, él ha sido uno de los pocos en dar cobertura del desempeño de gobierno tanto de AMLO como de sus secuaces, Claudia Sheinbaum en particular. Resulta que es plausible pensar que por el derrumbe del colegio Rébsamen, Sheinbaum puede haber jugado un rol muy parecido al que jugaron Horcasitas y Bours en la tragedia de la guardería ABC de Hermosillo: negligencia que en un sistema corrupto es muy cercana a concebirse como dolo delincuencial. ¡Si uno sabe cómo están las cosas, gritaba a AMLO a las familias de las víctimas de la guardería ABC, con los establecimientos privados y privatizados de este país, lo menos que uno debe hacer es sospechar de ellos! ¿Por qué no sospecharon del Colegio Rébsamen en concreto? Es una pregunta que seguirá, y quizá matará políticamente a Morena en la CDMX. Por lo menos, parece matarla para conseguir unidad nacional, porque muchos previmos este asunto.

Más allá de que Ricardo Alemán tiene un buen feeling periodístico y comentocrático, y del que se puede augurar cierto éxito mediático, los invito a que lo vean ya solamente como divertimento. Cuando entre los que lo siguen, sale alguno a mentarle la madre, Ricardo suele sacar el recorte de un chile jalapeño que empezó verde y chiquito (pero que a la vista está que no les embona) y que fue tornándose rojo y enorme en pos del correcto acoplo. Tan grande que no cabe en la pantalla. Por algo odian a este periodista concreto, que no escribe muy bien, y que “hasta” faltas ortográficas o dedazos tienen sus escritos. Parece que lo odian por dar sus opiniones contrarias al mainstream y a lo políticamente correcto. Ya empezó en México a fraguarse el caldo de cultivo del regreso de las causas de la derecha.

Hace unas horas leí que Zacatecas ya es la nueva capital del secuestro en México. Yo crecí entre Sonora y Zacatecas. Muchos de mis amigos más cercanos son zacatecanos. Hace unos meses me desgarran noticias como la de que ante el secuestro de un muchacho, la mamá, una cantante, juntó y pagó el rescate, para recuperar sólo el cuerpo de su hijo. La madre se despide de él diciendo que fue amado, que disfrutaron de él mientras estuvo con ellos, y que lo van a extrañar. Gente buena, al menos hasta ese grado, inocente al menos hasta donde ese destino es indebido para cualquier muchacho. Otros casos así, en la otrora super-pacífica y pueblerina Zacatecas-Guadalupe. La gente casi sólo atina a marchar y gritar. No se ve mucho más en marcha. Los intelectuales de la región se abocan a la fatuidad: discuten que si la pobreza es la causa subyacente, y arguyen ignorando el arcanos, tratando de hacer palpable la idea de que la solución es regalar dinero a los que por tener más dinero de por sí, son capaces de estas atrocidades. Hoy, con Franciso Zea en Imagen TV, a la luz de la delincuencia que ha azotado al país, más del 70% de los que lo ven se pronunciaba a favor de regresar la pena de muerte a México. Quizá me tome el tiempo de contarles, en entregas posteriores, el tipo de implicaciones jurídicas que tendría esa re-reforma: regresar a implementar la pena de muerte en México. A lo mejor no son tan graves, y a lo mejor, funcionan.

Por Víctor Peralta

En portada e interiores, memes sobre Alemán disponibles en la red.

 

Sobre el autor

Victor Peralta nació en Hermosillo y creció entre Nogales, Ímuris, Hermosillo y Zacatecas, donde estudió Derecho y Filosofía. En 2005 entró a la Maestría en Filosofía de la UNAM de la que se está titulando con una tesis sobre la computabilidad de la mente humana y la incompleción de Gödel. Hoy en día se desempeña como docente-investigador en Cancún.

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6 comentarios

    1. Quizá. El esfuerzo de edición y redacción seguro que a veces es perfectible.

      ¿Algún asunto puntual, Carlos?

      Gracias por leerlo e intentar inteligirle.

  1. Carlos Mal Pacheco… Usted es un doctor en la materia. Ha demostrado que sabe disgregar un texto hasta purgarlo de sus significados erróneamente escritos y descriptos. Yo confío en usted. Usted está siendo educado al no enumerar y ejemplificar los errores del texto. También es usted el policía sonorense de la ortografía, además de escritor que algún día va a presentar sus propias obras a nivel estatal y nacional. Yo también advertí impurezas en el texto, pero en tanto que el mismo está cargado de ironía y sarcasmo y la idea general que se quiere transmitir la tengo más que clara, entonces dejo pasar irresponsablemente las falencias que trompican su lectura.

    El hecho de que usted como policía de la ortografía en nuestro Estado alguna vez haya exagerado los señalamientos de esos errores aun en desplegados o publicaciones, incluso del sector gobierno, hasta un grado que a muchos nos parecía eso: una exageración; eso no quiere decir que no sea positiva su labor editora en un medio que al tratarse de la palabra escrita por lo menos debería de tener el decoro de que quien escriba, lo haga con mínima propiedad.

    Se trata de estatura de los autores a la hora de redactar… y eso se traslada a la estatura del medio de publicar textos.

    Por otra parte, nadie hace esa labor gratuita sino es por amor y por verdadero compromiso con el periodismo, con la cultura, con la literatura… y por respeto al lector.

    Sin ofender. Dicho sea con todo respeto.

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