Momentos de tensión casi no se vivieron la mañana de ayer en la escuela primaria Mártires de Cananea, aquí en Hermosillo, cuando padres pero sobre todo madres de familia bloquearon el acceso a la misma exigiendo la “reinstalación” del profesor Danilo Piedra Gocobachi, cesado por no presentar “el examen de la reforma educativa”. Y digo bien, pues fue leve la tensión que se experimentó en un evento que tradicionalmente genera adrenalina en grandes dosis. Sin embargo, los manifestantes no mordieron el anzuelo lanzado por los gendarmes, que en alto número hicieron acto de presencia a escasos metros de los protestantes.
Madrugaron
Las acciones iniciaron en punto de las seis de la mañana, cuando las primeras mamás arribaron a “la Mártires” para tomar posesión de ella. Sin embargo ya se les habían adelantado, como declaró Alondra: “Alguien vino antes que nosotras y puso otra cadena sobre la cadena de la escuela”. Quién fue, quién sabe. “Luego vino un policía que nomás preguntó si era el movimiento de los maestros y le dijimos que no, que este es un movimiento de padres de familia. Y se fue”.
Para las 7.30 am, hora en que deben iniciar las clases, las puertas estaban totalmente aseguradas. Un aire de esperanza, o de temor, privaba en los profesores que veían tomada la escuela por los únicos que podían hacerlo: los papás. Al respecto, el maestro Luis Padilla declaró: “Los papás son los únicos que pueden hacer algo”. ¿Por qué? le reviré muy escéptico y contestó: “Son la sociedad, y si los funcionarios públicos no están trabajando para la sociedad, entonces para quién están trabajando”.
El reportero, que también es editor, no pudo arribar al lugar de los hechos sino hasta las 7 con 45. Apenas llegar, señoras con cara de “chingada madre” se retachaban al hogar con el escuincle de la mano. Que no digan que les preocupa sobremanera que sus hijos pierdan un dia de clases; la joda será tenerlos consigo toda la santa mañana, la cual tenían destinada a quehaceres del hogar cuando no al watsappeo libre de “mamá quiero esto”, “mamá quiero aquello”.
Cuando me adentraba al borlote escuché a una niña espetar “que ai’ viene la policía, dicen”, y unos pasos más adentro “que la polecía va a venir”, de la boca del vendedor de pan dulce -montado en su triciclo del chavo del ocho- que mucho me hizo pensar en esos canes que nunca faltan en la foto…
Sabina Flores
En lo que llegaba la polecía y no, me dispuse a sondear los porqués entre los paterfamilias. Me interesé por una señora –reporterilmente hablando- situada lejos de la puerta principal, ergo del bloqueo, pensando que podría ser una opositora al mismo. Pero me estrellé.
-Buenos días, ¿usted es madre de familia?
-Del salón, no.
-¿Pero sí de otro estudiante de la escuela?
– (“Sí” con la cabeza)
-¿Y está manifestándose o cuál es su…?
-¿Usted qué es, perdón?
-Periodista
-¿De cuál o qué?
-Crónica Sonora
-¿Y qué me pregunta?
-Pues su opinión sobre lo que está sucediendo. Si es parte del bloqueo o…
“Ah okey. Bueno, pues no soy parte del bloqueo, pero si hay un maestro que pueda la escuela decir que es un maestro de calidad, es él. Le dio clase a uno de mis hijos y yo me he fijado que por mucho es un maestro excelente. Sus alumnos normalmente son de los más destacados de la escuela y tiene un método de enseñanza muy capaz. Yo puedo decir que si él no presentó el examen no es porque él se sienta ignorante o incapaz de pasarlo. Sino que él se está enfrentando a un futuro en el que están viendo qué es lo que puede pasar de llevarse a cabo esta reforma. Están viendo mas allá del simple examen. Entonces está en todo su derecho de sentirse injustificadamente despedido. Porque él no ha hecho nada que vaya en contra de la docencia, ni de su trabajo, como para que sea despedido”.
-Muy bien, pues muchas gracias. ¿Me puede decir su nombre?
-Sabina Flores
-Pues muchas gracias, Sabina. Puede checar la nota en Crónica Sonora punto com
-Ah bueno
Los amables gendarmes
Por fin llegó la policía y aquello fue un alboroto. Pero no en términos de violencia, quiero insistir, sino de otro tipo, uno de corte infantil por llamarlo de algún modo. Y es que la plebada pa’ pronto soltó sus sentires: “a la torre, ya llegaron”, “son un friego, están bien feos” y puras de esas. Yo, periodista neutral como me enseñaron en la escuela, no pude ocultar mi divertimento y una doña señalome: se rió el barbón.
Un veterano corpulento y de buena estatura, el jefe del comando, preguntó quién era el responsable. Le indicaron la ubicación del director y allá fue para conversar. La prensa (es decir yo, porque aún no llegaba el ubicuo Pajarito News), se le pegó al oficial y estuvimos en posibilidad de atestiguar la calma con la que el profesor Juvenal Preciado le explicó que él no tenía autoridad sobre los padres para pedirles se retiraran, como pretendía el policía de apellido Castellanos. Y lo despachó donde “los papás” que, insisto, eran más “mamás”.
Ahí fue y en palabras más o menos así se expresó: “Les vengo a pedir que por favor despejen el acceso a la escuela. Tenemos mucho trabajo, hay mucho delincuente haciendo daño en las calles”. Pues vaya allá, le respondieron, y déjennos a nosotros exigir la reinstalación del profesor Danilo. Y así hicieron los guardianes del orden. Se fueron por donde vinieron y el bloqueo continuó.
Así hasta el día de hoy a las 9.30 de la mañana, cuando padres y madres de familia cedieron ante la presión ejercida por la comitiva que integraron un agente del ministerio público, el jurídico de la secretaría de educación (SEC) y una representante del Servicio Profesional Docente, es decir de la “reforma educativa” que aquí nos tiene. De su lado, el profe Danilo no hizo acto de presencia este día.
Queda para la memoria, pero mejor aún, como inspiración para el presente, esa cartulina que hizo Valeria -de 4to B- y que usted puede apreciar en la siguiente y muy poderosa gráfica… 🙁
Por Benjamín Alonso
Fotografía de Santa López