Es más que un hecho: Hermosillo carece de áreas verdes. A los millenials de panzazo (nacidos del 82’ al 85’) y a los nacidos años más atrás nos tocó disfrutar de un Hermosillo que presumía de majestuosos yucatecos en bulevares y plazas. Luego, misteriosamente se fueron enfermando de algo que le llaman “pudrición texana” y decidieron que lo mejor era talarlos.
Decisiones como esa se prestan para pensar mal (piensa mal y acertarás, reza una famosa frase). De pronto empezamos a pensar que alguien los está enfermando a propósito o simplemente dejándolos de regar, fertilizar, podar, para que poco a poco empiecen a sufrir, luego a secarse y al final eso le sirve de justificación a la autoridad correspondiente para aplicar la solución más fácil y dolorosa para nuestra ciudad: la tala.
Hagamos memoria. Hace alrededor de 10 años gobernaba Eduardo Bours -que para muchos su conducta rayaba en la prepotencia- y a Él le dio por imponernos, costara lo que costara, las obras de su famoso Plan Sonora Proyecta. Incluso en una entrevista se refirió a la gente que se oponía a sus caprichos diciendo: «Poco a poco iremos quitando las piedritas y piedrotas para seguir avanzando».
Su objetivo número uno era desaparecer al Parque Recreativo Villa de Seris, el cual era considerado como el segundo pulmón de Hermosillo (detrás del Parque Madero), en sus inicios llamado “vivero” por la gran cantidad de árboles que había en su interior.
Corría el sexenio de Bours cuando de pronto, en la segunda mitad de su mandato, misteriosamente en contubernio con el gobierno municipal abandonaron las oficinas del DIF que estaban al interior del parque, dejándolas en estado de total abandono. Le siguieron las bancas, los juegos para niños, el parque empezó a carecer de mantenimiento y vigilancia, las paredes ya lucían las pintas de los cholos, se empezó a llenar de indigentes, muchos árboles los dejaron secar para después talarlos y todos estos ingredientes se conjugaron para que el parque mostrara un rostro de total abandono; esto le sirvió de pretexto a los funcionarios y más a Bours de que era hora de derribar el parque y construir un museo. Como era de esperarse, surgieron ciudadanos inconformes bloqueando el acceso de la maquinaria al parque, siendo luego desalojados con uso excesivo de la fuerza por la policía que tuvo que hacer guardia permanente mientras trabajaba la maquinaria, sacando los árboles para trasplantarlos a otro terreno donde muchos no lograron sobrevivir. Se consumaba otro golpe a la ecología de Hermosillo, a la calidad del aire, a los lugares de esparcimiento, a un mitigante del calor, a una agradable vista que fue sustituida por un museo que, si bien incluyo mucha vegetación típica de la región, no le alcanza todavía para igualar los beneficios del antiguo parque de Villa de Seris.
Boys Scouts en el antiguo Parque Villa de Seris
Así era el parque Villa de Seris
Poco a poco Hermosillo se ha ido quedando sin áreas verdes y prueba de ello son los récords de calor que se han roto en los últimos años no solo en verano, sino también en invierno. Las campañas de políticos para reforestar la ciudad no dejan de ser una gran idea, lo malo que solo lo usan para darse publicidad, llenando los medios de comunicación anunciando con bombo y platillo a la ciudadanía a que se sume a su campaña de reforestación. Y todo con el fin de plantar un arbolito, tomarse la foto, compartirla en sus redes sociales para ganarse los aplausos y los likes de sus seguidores sintiendo que ya cumplieron con su deber. Hasta aquí todo va bien, lo feo viene cuando una vez plantados los arbolitos pocas veces contemplan un sistema de riego por goteo, los riegan dos o tres veces y después se les olvida que ellos todavía necesitan de cuidados por su corta edad, los abandonan a su suerte, a la buena de Dios, a que una bendita lluvia los rescate y poco a poco estas plantas que fueron protagonistas de una campaña de reforestación se mueren y el Hermosillo verde que nos prometieron nomás no llegó, no se dibujó ese paisaje tan añorado de arboledas por toda la ciudad.
Hace poco más de un mes le clavaron el último clavo al ataúd de lo que se consideraba otro pulmón de Hermosillo: La Sauceda. Todavía recuerdo su inauguración, yo tenía alrededor de 11 años y, como a todo niño, los árboles no llamaban mucho mi atención pero sí los juegos. Con el pasar de los años me hice más consciente de la importancia de los árboles, había cerca de 6000 en La Sauceda, los cuales nos regalaban las tan socorridas sombras, el canto de las aves, el aroma de sus hojas y en algunos casos de sus flores. Con el paso de los años La Sauceda empezó a enfermarse de intereses políticos por aquellos que solo buscaban el billete: el parque empezó a decaer, el crecimiento de la maleza indicaba que ya no hacían el suficiente mantenimiento, algunos árboles se secaron… Lo que siguió fue el cierre del parque que por el momento significó una opción de esparcimiento menos para las familias, pero aun cumplía su función como pulmón ya que la mayoría de sus árboles tenían la edad suficiente para alcanzar la humedad y mantenerse por sí solos. La maleza creció sin control y el acabose fue un incendio al interior del parque que redujo a cenizas buena parte de la vegetación. Como ya es hasta cierto punto normal, muchos pensamos mal («piensa mal y acertarás») haciéndonos a la idea de que el incendio fue provocado por alguien con intereses en la zona para empezar a rematar los terrenos o construir algún negocio que le reditúe en mayores ganancias para sus bolsillos, talar los árboles para luego nosotros presumirle a la gente del sur del país (específicamente de la Ciudad de México) un nuevo récord de calor que se rompió y que aguantamos encerrados en nuestra casa con el Mini Split a 16 centígrados.
Otro factor que le pega a los pocos árboles frondosos que tenemos son el cableado de CFE: cuando las ramas empiezan a invadir el cableado es un dolor de cabeza para muchos, una preocupación de “no vaya ser que explote y luego se quemen mis aparatos, mejor tiren el árbol”. La solución para el caso anterior es muy simple: identificar esos árboles y crear un programa de mantenimiento donde se poden cada cierto tiempo las ramas que invaden el cableado sin tener que quitar el árbol. Otra solución es que el cableado sea subterráneo y así el árbol pueda crecer a sus anchas.
Es curioso como las aves llegan a aferrarse a su hogar. Hace poco en casa de mis padres tuvieron que talar un mezquite, yo no estuve de acuerdo pero lo hicieron, el caso es que había una paloma que cada vez que mi papá se disponía a cortar un tronco llegaba la paloma y se posaba frente a él como diciéndole “no destruyas mi casa”, después la paloma se resignó y buscó nuevos árboles.
Autorretrato del autor
Hoy el gobierno municipal nos promete un “Parque Metropolitano” que dicen será un nuevo bosque para Hermosillo, el cual es muy necesario pero lo preocupante es que ya queda un año para las elecciones y no parece ser suficiente tiempo para terminarlo. O tal vez lo agarren como obra de “relumbrón” para que la gente de memoria corta tenga ese último recuerdo del Maloro olvidando los baches, la inseguridad, los aumentos del agua, la concesión del alumbrado público, etcétera, y así volver a votar por el nuevo candidato priista.
También es tarea de los ciudadanos cuidar dentro de nuestro alcance las pocas áreas verdes que nos quedan, poniendo la basura en su lugar, amarrando un árbol que por su corta edad requiere de un madero firme para que crezca derecho, entre muchas otras posibles tareas.
Como ciudadano ya he hecho mi parte plantando árboles en mi casa, lo cual aún no se nota porque apenas llevo dos años en mi nuevo domicilio, buscando que con el tiempo mi casa sea mas fresca, porque déjenme les digo que la sombra de un tejabán no sustituye a la sombra de un árbol.
Por Hector Valenzuela