La despreciada pluma de Carlos Mal en Crónica Sonora
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UNIVERSO ALTERNO 1:
(Le dije a mi editor que si no ganaba el Concurso del Libro Sonorense este año, publicaría este texto, como manera de venganza y drenaje de ponzoña. Sí lo gané, pero de todos modos quiero publicarlo porque fuck the pólice).
UNIVERSO ALTERNO 2:
(Le dije a mi editor que si no ganaba el Concurso del Libro Sonorense este año, publicaría este texto, como manera de venganza y drenaje de ponzoña. No lo gané y aquí está. Ya qué más puedo perder).
Imaginemos a un poeta joven que quiere enviar un poemario al Concurso del Libro Sonorense(1). Por años ha estado recopilando sus mejores versos y los ha estado puliendo para, por fin, decidirse a someterlo al juicio de este prestigioso premio. Este poeta joven se dice a sí mismo: “Ahora sí me voy a animar a enviarlo. ¿Qué tan difícil puede ser?” (En este momento, por favor, ponga play en la “Danza del sable” de Aram Khatchaturian).
El Concurso del Libro Sonorense solicita que la obra se entregue por cuadruplicado, así que hay que imprimir la obra y sacarle tres fotocopias. El poemario de este hipotético autor tiene ochenta páginas. La impresión en blanco y negro está más o menos a un peso. Imprimirlo le costará ochenta pesos. Subtotal: Ochenta pesos.
Sacar tres fotocopias de la impresión le costará cerca de 120 pesos. Subtotal: 200 pesos. Ahora hay que engargolarlos. Un engargolado normal de plástico cuesta entre 15 y 25 pesos. Digamos que el poeta debe perderle el cariño a otros ochenta pesos. Subtotal: 280 pesos.
Para poder enviarlo por correo hay que comprar un sobre manila suficientemente grande para cuatro juegos engargolados. Uno con estas características cuesta diez pesos. No olvidemos un sobre blanco para poner la plica de identificación y la fotocopia de la credencial de elector. Todo esto cuesta doce pesos. Subtotal: 292 pesos.
Ahora falta enviarlo por correo. A causa del peso de cuatro juegos de hojas, la tarifa estaría más bien cerca de los cien pesos. Subtotal: 392 pesos. Esto es sin contar el hecho de que tenemos que calcular el uso que nuestro trágico poeta tendrá que hacer del transporte público o el de la gasolina de su auto (si tiene) para ir a la papelería y luego a las oficinas de correo.
Y si este poeta es como yo, no confía para nada en Correos Mexicanos, así que probablemente tendrá que hacer el envío con una empresa comercial, la cual le cobrará tal vez un poco o un mucho más caro… pero quedémonos en un precio total estimado de 400 pesos. 400 pesos para participar en un concurso en el cual tiene solo una posibilidad remota de ganar.
(Ya puede detener la “Danza del sable” de Khatchaturian, amable lectora).
A un escritor que vive en la capital de Sonora se le ahorra el envío por correo, así que tendría un gran total de cerca de 300 pesos. A los más acomodados de quienes me leen, trescientos pesos tal vez no les parezca mucho, pero para una persona de recursos humildes gastar ese dinero para algo que no le va a dar a uno una recompensa segura ni inmediata en verdad es un gran sacrificio.
Reitero: si a usted trescientos pesos en fotocopias y sobres no le parece tanto, me alegro por usted y por su próspero bolsillo, pero de verdad es mucho dinero si usted le pregunta a la gran mayoría de la gente.
Ahora que sabemos lo que cuesta concursar, ¿qué podemos hacer para que el Concurso del Libro Sonorense deje de ser un club privado de ricachones y de mirreyes? Es increíblemente fácil: es necesario permitir el envío de obras por correo electrónico.
Repito: que el Instituto Sonorense de Cultura cambie las bases del concurso y que permita que los autores envíen archivos de Word (o PDF) por correo electrónico.
Hay premios mucho más masivos y famosos que admiten envíos por correo electrónico desde hace años y sus sistemas no han colapsado, y año con año sacan ganadores de calidad, como era cuando solo aceptaban envíos en papel. Lo único que cambia es que ahora hay más concursantes y hay menos papel malgastado (todas las obras enviadas que no resultan ganadoras son incineradas, no recicladas, ojo, ambientalistas hippies, se los dejo de tarea).
Una vez, hace un par de años, hablé con una persona de importancia en el Instituto y le planteé esto mismo. Que el ISC debería permitir concursar con envío digital. O con un formulario en línea. Que se modernizaran, que no quemaran papel; que no nos hicieran gastar por ser artistas. Esta persona me dijo “es que a los jueces no les gusta leer en la pantalla del monitor”.
Si el problema es que los jueces ancianizados y quejumbrosos se quejan de que “no les gusta leer en la laptop”, entonces que los organizadores del concurso sean los que impriman, los que fotocopien, los que engargolen los escritos. Que sean ellos los que usen nuestros malditos impuestos para ayudar al poeta marginado, al poeta indígena, al poeta adulto mayor, al poeta estudiante.
O que consigan jueces que no pongan pretextos noventeros con olor a MC Hammer y a Vanilla Ice. ¿Quién se queja hoy en día, con teléfonos y tabletas, de “no poder leer a gusto en la pantalla”? ¿Algún asistente les imprime todos los días los mensajes de WhatsApp que les envían? No, ¿verdad? Los leen muy a gusto en pantallas mucho más diminutas que una jodida laptop, ¿verdad? ¿VERDAD?
Y si se trata de dinero… Por favor… En verdad ellos no nos están haciendo un favor dándonos dinero por nuestros escritos: somos los artistas los que le estamos haciendo un favor a ellos con nuestro arte. No deberíamos sentirnos halagados porque nos premian: ese dinero lo hicimos todos y es nuestro por derecho.
Es aquí donde comienzo a enojarme ¿Sí notan más o menos lo que he estado insinuando? No permitir que los candidatos envíen sus archivos por correo electrónico no sólo es injusto: es discriminante y clasista. La naturaleza de estos concursos que exigen cuadruplicados, engargolados y envíos, asumen que todos los escritores están dispuestos a invertir dinero en la ciega aventura de concursar. De una vez mejor véndannos a los escritores boletos de lotería. Les saldría más redituable.
Dejar a los poetas pobres, a los poetas indígenas, a los que viven en zonas remotas está mal, y ni siquiera necesito explicar por qué. Entiendo que el Instituto Sonorense de Cultura tal vez no lo haga de manera consciente (y no son la única instancia de cultura gubernamental que lo hace, en muchos estados de México el sistema es el mismo), pero que se haga sin afán nocivo no elimina el problema, y el problema es, en resumen, que no todos podemos participar en este costoso concurso.
Pensemos, finalmente en esto. No tiene nombre que un escritor diga: “Entraría al Concurso del Libro Sonorense, pero no me alcanza”. Imaginen esa frase. Estoy seguro de que alguien la ha dicho, y qué vergüenza que así sea. El Concurso del Libro Sonorense no es para todos. Y debería serlo.
Por Carlos Mal
La imagen by Memes Corregidos
(1) El Concurso del Libro Sonorense es un certamen literario del Instituto Sonorense de Cultura que convoca a escritores sonorenses a presentar sus obras de todos los géneros literarios. Hay premios económicos considerables, con edición, publicación y distribución de los libros ganadores. Para muchísimos escritores sonorenses este concurso es la única manera viable de publicar obra en físico.
Uyy pues claro… en la cuestión económica siempre habrá limitantes para los escritores que deseen participar en el concurso que mencionas. Y si, en Sonora la forma más «saludable» de publicar obra en físico es a través de tales concursos . Quizá sea necesario tener variedad en tanto a opciones de publicación. Variedad que implicaría gustos estéticos también diversos.
Me encantó! Excelente actitud para enojarse.
Así es Carlos, un GRAN FRAUDE no sólo el concurso, sino TODO el ISC; los burocratas que laboran ahí hace siglos, los perritos imbeciles del sexenio en turno a quienes les tiran un hueso y los acomodan en las diversas direcciones, no se hace uno de todos juntos. Y no basta que lleven en la consciencia sus tranzas y malos manejos, hace falta que la comunidad les pida rendición de cuentas por los fallos y todas esas decisiones que excluyen a tantos y benefician a sus amistades.
He aquí mi comentario que no aporta nada: (Ya puede detener la “Danza del sable” de Khatchaturian, amable lectora).
«amable lectora», fue error de dedo? me intriga porque yo si ambienté con la danza del sable mi lectura hahahahaha
Es la misma vivencia, mucho gasto y tiempo para q muy seguramente ya tengan al ganador.No confío.