En el año 2001 el Centro Mexicano para la Filantropía creó el distintivo de las Empresas Socialmente Responsable (ESR) para resaltar el compromiso que debían tener con la sociedad y sus trabajadores. Su compromiso se reflejaría en la toma de decisiones con ética y responsabilidad, en colocar al trabajador como una prioridad, contribuir a la sociedad a la que pertenece, proveer calidad laboral y de vida a sus empleados, entre otras acciones como el cuidado del medio ambiente. 

Desafortunadamente, el sello de ESR  sólo es un distintivo y no compromete a las empresas a respetar estos principios y así nos lo han dejado saber. Desde sus inicios las ESR estuvieron marcadas por una dudosa filantropía, en donde las acciones que realizaban sólo eran acciones cosméticas con el fin de dar una buena imagen a la empresa. 

Los acontecimientos políticos de los últimos dos años con motivo de las elecciones presidenciales y con el triunfo de Andrés Manuel López Obrador han profundizado el descrédito de las ESR, pues se han dedicado muchas de ellas a financiar artistas, intelectuales y medios de comunicación para contrarrestar todo aquello que represente una modificación al status quo. Han demostrado con sus acciones una falta de ética política y un menosprecio por la democracia y las decisiones populares.

Es cierto, la participación de empresarios en las campañas políticas no son nada nuevo, recordemos el pase de charola empresarios en los tiempos de Carlos de Salinas o la alianza del PRI con Televisa para perfilar a Enrique Peña Nieto rumbo a la Presidencia. Sin embargo, existía una especie de decoro, por así decirlo, en que no se viera tan descarado el apoyo a cierto políticos.

La operación Berlín, la agrupación FRENA, las videoconferencias del periodista Pedro Ferriz de Con así como la de Héctor Aguilar Camín con sus antiguos compañeros del Instituto Patria dan cuenta de cómo los empresarios están financiando a intelectuales, grupos civiles y comunicólogos para crear un ambiente de desasosiego y de encono con la finalidad de forzar la voluntad popular y votar a favor de la revocación de mandato de Andrés Manuel López Obrador.

Empresas como CINÉPOLIS o COPPEL, con sello ESR, utilizaron sus fundaciones para triangular el pago a Enrique Krauze, el creador del mote “El Mesías Tropical”, para que a través de la revista Letras Libres y las redes sociales realizara propaganda contra el candidato López Obrador. Según el denunciante Ricardo Sevilla, fue contratado por Krauze para crear contenidos de carácter “intelectual”, memes y propaganda que debían de virilizarse para convencer a la gente de que el candidato de las izquierdas estaba vinculado a la trama rusa o personajes como Maduro o Fidel Castro.

La Operación Berlín destapó el modus operandi de la alianza entre empresarios, intelectuales y medios de comunicación en la formación de campañas negras. Siguiendo las mismas estrategias empresas con el distintivo ESR como FENSA, SORIANA, GRUPO MÉXICO se han sumado a la financiación de grupos, que tras la careta de agrupaciones apartidistas, civiles y ciudadanas dejan mostrar sus verdaderas intenciones: no perder sus privilegios de clase.

Los dueños de estas empresas han demostrado carecer de un espíritu capitalista, pues prefieren perder dinero por mantener la desigualdad y la verticalidad de las relaciones sociales. A través de las agrupaciones civiles están destinando una gran cantidad de recursos económicos para llevar acabo lo que Gene Sharp denominó “Golpe de Estado Blando”, el cual consiste en unas series de acciones como promover acciones no violentas para generar y promocionar un clima de malestar en la sociedad, destacando entre ellas denuncias de corrupción, promoción de intrigas o divulgación de falsos rumores, desarrollar intensas campañas en “defensa de la libertad de prensa y de los derechos humanos”, acompañadas de acusaciones de totalitarismo contra el gobierno en el poder, manipulación del colectivo para que emprenda manifestaciones y protestas violentas, amenazando las instituciones. El objetivo es crear un ambiente de ingobernabilidad para forzar al presidente en turno a renunciar.

Estas empresas están creando una oposición desleal e irresponsable a la cual no les interesa el diálogo, no valoran la democracia y no le interesa jugar en los términos democráticos. Tampoco les interesa llegar a acuerdos porque su única lógica es quitar a AMLO y poner a otro que les garantice sus privilegios. Es una oposición abiertamente antidemocrática y clasista.

Y así lo ha dejado ver Héctor Aguilar Camín en su videoconferencia con sus compañeros del Instituto Patria y empresarios. El grupo se pregunta: “¿Cómo hacerle para que el descontento (su descontento) permee a las clases populares, las que tienen 30 o 40 millones de votos?”, para esto, se plantea acciones encaminadas a “hacerles entender (a las clases populares) las equivocaciones y errores del Presidente”

Aguilar Camín propone dos acciones: una encaminada a cabildear con la Suprema Corte de Justica las impugnaciones a todas la reformas que realiza el gobierno de Obrador; y por otro lado, llevar cualquier tipo de acciones encaminadas a las elecciones intermedias con el fin de quitarle el poder en la cámara de diputados, ya que es ahí donde se asigna el presupuesto federal, presupuesto del cual las grandes empresas han vivido a su despensa.

Para estimular a sus compañeros, Aguilar Camín plantea uno de los argumentos más temidos por la derecha: el proyecto de la 4T “no es de transformación, sino una revolución”, y prosigue en su discurso: “las revoluciones se preguntan ¿Qué hacer con los ricos?… espero que los ricos entiendan ya, las respuestas de la revolución en este tema son: primero los usas, luego los expropias y luego los desapareces, es lo que hacen todas las revoluciones…estamos ante una revolución”. Y termina su participación: “Él quiere que este país esté jodido y empobrecido para poder gobernar”.

Los grupos empresariales y grupos que los apoyan se sienten desplazados del núcleo de privilegios en el que vivieron durante los gobiernos anteriores. Viven al margen del resto de la sociedad mexicana y hoy no encuentran y no les interesa un acomodo en el proyecto de la 4T porque nunca les ha interesado el bienestar del resto de la población. Hoy, eso grupos se sienten aterrorizados porque piensan que perderán su condición de clase. 

 

 

Sobre el autor

Huatabampo, 1978. Licenciado en Historia por la Universidad de Sonora, maestro en Ciencias Sociales por El Colegio de Sonora y Doctor en Historia por la Universidad Veracruzana

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