Ciudad Obregón, Sonora.-

Uno de los pocos pulmones naturales que tiene Obregón es el bien conocido Boulevard Ramírez, llamado así en honor a quien tenía como seudónimo “El Nigromante”, escritor y poeta, abogado y político, Juan Ignacio Paulino Ramírez (por cierto, recuerda el editor que en este portal se publicó una invocación fabulosa del Nigromante: http://www.cronicasonora.com/invocacion-nigromante/). A una importante cantidad de caminantes, corredores y aficionados a otras disciplinas del ejercicio físico avecinados en las colonias aledañas le resuelve el problema de encontrar un lugar donde desarrollarse físicamente. Esto no sería posible, agradable y cómodo sin la presencia de los vecinos inmediatos de este lugar que recurrentemente con sus propios recursos de tiempo, dinero y esfuerzo se han dedicado a cuidarlo, limpiarlo, embellecerlo y mantenerlo con sus árboles bien cuidados, los andadores bien delimitados y las áreas donde hay juegos infantiles o barras de gimnasio al aire libre en buen estado. Dicho pasaje abarca ocho camellones viales aproximadamente de una longitud de dos kilómetros lineales iniciando de la calle Norman E. Borlaug mejor conocida como la 5 De Febrero hasta la Michoacán. El observarlos plantar árboles, flores de temporada, levantar basura, podar césped y regarlo entre otras muchas actividades prácticamente todos los días que visitas al lugar te hace pensar en el hecho de que hay habitantes de este colorido país en eternas vías de desarrollo que han alcanzado la mayoría de edad en cuestiones de participación social, habitantes de los que hay muchos y tienen la función de héroes anónimos, dedicados a trascender con el cuidado de los lugares y espacios públicos de su comunidad ejemplos seguramente hay cualquier cantidad en todo lugar, solo es cuestión de echar a andar la materia gris y ejemplos comenzarán a aparecer en nuestras imágenes mentales al alcance de cualquiera de nuestras actividades en la vida cotidiana.

Los encuentras en el barrio y en la escuela, en el campo deportivo o en las instalaciones públicas de toda comunidad, no se pueden estar quietos estos entes sociales que son como tocados por cierta gracia que les hace ser soñadores y proactivos, buscan del trabajo en equipo con visiones bien definidas de lo que ven en donde otros solo pueden ver basura y deterioro, estos líderes sin mayor ambición que embellecer y mejorar la calidad de vida de sus nuevas y no tan nuevas generaciones no tienen mucho margen de oportunidad para quejarse o para placeres egoístas, tienen un umbral para la decepción bastante amplio en el que no tienen la capacidad para renunciar, aunque la apatía o la indiferencia de los potencialmente beneficiados aparece con desdén silencioso o  gestos de escepticismo, para quienes no saben que lo bueno cuesta su presencia suele pasar despercibida cuando están presentes y su ausencia suele ser muy presente cuando no están y las áreas que se dedicaron a mantener en condiciones óptimas sufren deterioro.

Con los cambios constantes en las estafetas de gobierno y la falta de efectividad en el mantenimientos de espacios públicos y áreas de esparcimiento común, volteando a ver gracias la supercarretera de la información como es el aspecto en los países de primer mundo y en algunas zonas de las grandes ciudades del país es inevitable hacer la pregunta a tu comunidad ¿Por qué no aquí? ¿Por qué cuesta tanto mantener un área iluminada y atractiva? ¿Qué pasará si las canchas deportivas estuvieran en condiciones aceptables no digamos perfectas para jugar futbol, baloncesto  u otro deporte ya sea individual o de conjunto? ¿Qué tienen ellos que no tenemos nosotros más allá de la cultura de tirar los papeles, los perros muertos, los colchones que desechamos o los platos de unicel de la barbacoa de la fiesta del sábado pasado en lugares donde desde luego no se permite hacerlo?

En los libros de texto gratuito en la asignatura de Formación Cívica y Ética se desarrolla el tema de “El Tequio” el cual es un derivado de la palabra náhuatl tequitly significa trabajo o tributo de tradición prehispánica  el cual consistía en fomentar el trabajo cooperativo de los miembros de una región para construir, reparar, habilitar y/o preservar sus zonas, es decir trabajo colectivo en un búsqueda de un mismo objetivo. 

Este sistema de ayuda comunitaria viene a romper con esquemas ancestralmente introducidos y repetidos como dogma en los archivos mentales de algunos pobladores de esta parte del mundo en el cual el trabajo colectivo se va dejando de lado por el individualismo, la sociedad no es asunto de uno, un solo individuo no podrá cambiar los círculos de desapego aderezados de periodos  poco empáticos entre iguales que vienen a ser un prurito en relación al crecimiento social de los individuos pertenecientes a una comunidad habida de mejoras en su entorno, de esas acciones de desarrollo y embellecimiento que no requieren de la gran inversión gubernamental y que se pueden cubrir con el desprendimiento del tiempo, actitud y disposición de los que serían beneficiados directos.

Reiterando pues: El México prehispánico nos pone la muestra y rompe el mito de que somos una sociedad individualista e incapacitada para el trabajo en colectivo y las adversidades del México moderno también, solo hay que recordar el brazo levantada con el puño cerrado que fue el rasgo instintivo ante el embate de los terremotos de los tristemente recordados 19 de septiembre cuando había que emprender acciones para rescatar a algunos de nuestros compatriotas de entre las pilas de concreto. La necesidad de gobernanza de una comunidad que rebasa las capacidades humanas de sus líderes nos presenta el área de oportunidad, la organización social que permita confluir los egos sanos y los objetivos comunes que generen un bienestar colectivo pueden ser la punta de lanza de una nueva y vieja conocida estrategia de la civilización, más allá de las clases en los tres niveles en que se catalogan los habitantes socialmente no hay ninguna que tenga el monopolio ni del defecto ni la virtud, las tres son necesarias y responsables directas de mejorar nuestros entornos, con plan de acción, lideres hay, orientadores de los mismos cuando pierden algún grado de orientación también, Todo es cuestión de dar ese primer paso en búsqueda del entorno que queremos, necesitamos y pensamos que merecemos.

Sobre el autor

Sinaloense avecindado en Ciudad Obregón, Sonora. Egresado del Itson.

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