Es reveladora, e inquietante, la manera en la que prensa y medios masivos de comunicación, construyen el significado del asesino en serie con el propósito de excitar al público. Los homicidios de seres indefensos y la perversa forma en la que son ultimados; la cacería y captura del principal sospechoso, así como su juicio y condena, crean un espectáculo de horror que culmina con la venganza social: la pena de muerte.

Así, desde Jack, el destripador hasta John Wayne Gacy, cine y literatura han encontrado una veta inagotable para impresionarnos a partir de la exploración de la mente de un asesino. 

¿Es este tipo de criminal producto de la sociedad industrial? ¿Qué es aquello que anhelan demostrar? ¿Por qué son, en su mayoría, varones? Y por último, ¿por qué durante las décadas de los 70 y 80, en el siglo pasado, dichos depredadores se multiplicaron?

No hay una pieza que responda a estas preguntas, sin embargo hay que señalar que ahora se exhiben dos propuestas fílmicas para abordar el terrible caso de Theodore Robert Cowell Bundy, verdugo que aterrorizó a jóvenes mujeres norteamericanas de 1974 a 1978, año de su arresto definitivo.

En Netflix es posible descargar Conversations With a Killer: The Ted Bundy Tapes (Joe Belinger, 2019) y al mismo tiempo se proyecta en las salas cinematográficas Ted Bundy: Durmiendo con el Asesino (Joe Bellinger, 2019). Exacto. Es poco común que un realizador presente el mismo tema desde la reallidad y la ficción. 

Mientras el documental muestra un extraordinario trabajo a partir de la entrevista elaborada por el periodista Stephen Michaud, Ted Bundy: Durmiendo con el Asesino encara la película desde el punto de vista de la novia enamorada y confundida ante la sospecha y las evidencias. 

La premisa “basada en hechos reales” no será suficiente para mantener vivo el interés del auditorio durante el metraje total de la cinta. Si lo que se busca son sangrientas escenas de violación, muerte y mutilaciones, estaremos en el filme equivocado. 

Aunque la película es útil para reconocer conductas que parecen repetirse cuando una estrella como esta surge en la escena mundial. 

El año es 1973. Liz Kloepfer (Lily Collins) es una atractiva madre soltera en una noche de música y cervezas. Entonces conoce al encantador Ted Bundy (Zac Efron) y el flechazo es instantáneo. Según Ted Bundy: Durmiendo con el Asesino, el criminal siente un verdadero apego por Liz y su pequeña hija, algo dudoso si se considera que la condición del sicópata es, precisamente, la ausencia de empatía.

Las continuas ausencias del amante serán siempre justificadas, mientras aparecen, en radio, prensa y televisión, la siniestra presencia de un matador cuya sádica preferencia resultan ser las jovencitas.

El esfuerzo actoral de Zac Efron es notable. Si bien el ex astro Disney no tuvo que hacer una transformación importante, su carisma se aproxima para recrear un Ted Bundy convincente: el asesino gozó de popularidad insospechada, sobre todo cuando su juicio fue el primero en ser transmitido en cadena nacional. 

Además, el elenco secundario procura dotar a Ted Bundy: Durmiendo con el Asesino de una cierta dignidad, con rasgos de comedia. Ahí está Jerry, mediocre y regordete (Haley Jael Osment), tratando de llenar el vacío pasional que en Liz ha dejado Bundy; el juez Edward Cowart (John Malkovich), entre la ecuanimidad y la ofuscación y, sobre todas las cosas, el fiscal Larry Simpson (Jim Parsons) en una entrega que recuerda demasiado al papel de su intérprete en The Big Bang Theory.

Importante resulta la presencia de la groupie Carol Anne Boone (Kaya Scodelario), capaz de entregarse a Bundy por puritito gusto, qué caray.

Hay que admitir que es durante toda la secuencia del juicio que la película alcanza su mayor grado de satisfacción. Pero resulta insuficiente. La decisión de basar el filme desde la perspectiva de la noviecita santa resulta irritante y contradictoria en estos tiempos de empoderamiento femenino y castración al patriarcado opresor. 

En Ted Bundy: Durmiendo con el Asesino las mujeres o son víctimas o son egoístas encadenadas al sexo y la culpa. O bien, aparecen enloquecidas ante el poder del macho y su falo irresistible. ¿La recriminación es inexorable?

Aleccionada por Bundy – que decidió defenderse a sí mismo, en manifiesta muestra de arrogancia – Carol Anne declara ante la prensa alborotada: “Es obvio que los medios le han condenado sin poder defenderse. Y transmitirlo a nivel nacional claramente socava al sistema judicial, porque intentan tener audiencia, no saber la verdad”.

La defensa del Chapo Guzman. Y de Zhenli Ye Gon. Y de la mataviejitas. Y de Diego Santoy Riveroll. 

Qué leer antes o después de la función

Las muertas, de Jorge Ibargüengoitia. Una exploración ficcionada del espantoso caso de Las Poquianchis, matronas del bajío que asesinaron a sus jóvenes esclavas sexuales, sepultándolas en la clandestinidad.

El lector conocerá un rompecabezas a partir de Simón Corona, amante de Serafina, la proxeneta. Éste decide confesar su participación en el encubrimiento de uno de los crímenes. A partir de los interrogatorios, de las actas y de su imaginación, Ibargüengoitia elabora uno de los relatos mas estremecedores que han surgido de la más oscura realidad.

Sobre el autor

Horacio Vidal (Hermosillo, 1964 ) es publicista y crítico de cine. Actualmente participa en Z93 FM, en la emisión Café 93 con una reseña cinematográfica semanal, así como en Stereo100.3 FM, con crítica de cine y recomendación de lectura. En esa misma estación, todos los sábados de 11:00 A.M. a 1:00 P.M., produce y conduce Cinema 100, el único -dicen- programa en la radio comercial en México especializado en la música de cine. Aparece también en ¡Qué gusto!, de Televisa Sonora.

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2 comentarios

  1. Excelente elección «las muertas» de Ibargüengoita y una muy buena actuación de Efron. Al comparar su actuación con el Bundy mismo en el documental te das cuenta de que si se estudió el papel.

    1. Así es, maestro Ortega. Aunque a Zac Efron si le hizo falta la mirada inquietante del verdadero Ted Bundy, esa mirada que se ha vuelto popular en los GIF. El desenlace de TED BUNDY: DURMIENDO CON EL ASESINO, me recordó mucho a BLUE JAZMIN, de Allen, pero sin el efecto dramático que supieron darle Woody Allen y Cate Blanchett. Y gracias por su comentario respecto a LAS MUERTAS, de Jorge Ibargüengoitia, una de mis novelas favoritas de dicho autor mexicano. SALUDOS Y DE NUEVO, MUCHAS GRACIAS POR SUS COMENTARIOS.

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