El 6 de enero de este año Crónica Sonora publicó lo que a la postre sería interpretado por los lectores como su posicionamiento de Año Nuevo 2016: Word Porn, de Luis Lope. Una antología de «explícitos, cínicos y desublimados» versos porno, como el mismo Lope los describió, que dio calor al glacial invierno sonorense. Entre los y las afectadas se encontraba la poeta Abril Orozco, que compartió con el suscrito la gran idea de dar salida a esos impulsos de manera lírica. Así surgió la idea de dar formar una publicación digital en la que imágenes mentales e imágenes visuales danzaran alrdedor de la diosa lujuria. Hoy presentamos los resultados de ese proyecto: un conjunto de textos y retratos realizados ex profeso, acaso inéditos, para el siempre jarioso público de Crónica Sonora. Bienvenidas, bienvenidos.
Benjamín Alonso – editor
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Caminamos hasta saber lo suficiente del otro. No queríamos acostarnos como desconocidos y hablamos de lo que teníamos hasta entonces. Él tenía manos tímidas y blancas, llenas de palabras que nunca paraban de caer con la nostalgia de un hombre que llora con la historia, quería besarlas y abrazarlas, no sólo para mostrarle dónde se contaba mí húmeda nostalgia; estaba deseosa de lamer sus vagos pasos y humedecer los atardeceres de sus pestañas. Sus dedos calentaron la noche que prometí no enfriaría el invierno con sus silencios. Pero por si acaso escribo en saliva y pluma en medio de estas páginas, donde comienzo para acabarte con el silencio.
Es tiempo de contar la historia, donde verte de nuevo del otro lado de la mesa en el bar era volver a comenzar a contar las catorce formas que tienes de sonreír. Sólo hablabas y yo te veía decir que estaba bien, que podía tomarme el tiempo necesario hasta preguntar ¿Puedo acompañarte a tu cama otra vez? La resequedad de la garganta después de un trago de cerveza, las manos sudadas con olor a tu piel me llevan a esa noche, contar con la lengua los dedos con que se rodean dieciocho gestos entre sonrisas que los presentes jamás verán. Anda, sigue relamiendo las miradas de aquella noche en este momento desde ahí donde me ves ahora.
Hicimos el amor en cada tono que tiene un amanecer de esta ciudad. Nos dimos todo, nos arrancamos con los dientes cualquier advertencia que nos hicieron del otro y por la mañana quedamos atrapados en un paréntesis mudo que no se lee si no es a la luz que entra por una persiana azul.
Apreté la almohada con mis dedos mientras resbalaba unas cincuenta veces en la réplica de recuerdos húmedos que puedo contarme con dos dedos tuyos. Camíname por el vientre, escúpeme la vulva, y haz bajar tu lengua buscando tu gota de saliva entre mis relieves; quiero probarte, terminar otra vez en ese paradisiaco paréntesis, abrázame las rodillas, ablanda mis pétalos apretados con orgasmos sucios y empuja desde abajo las gotas que dejaste en mí.
Caminamos hasta llenar su boca de estrellas, porque decía estar cerca de convertirlas en algo maravilloso entre mis piernas. Me hablaba al oído de un cielo entre mis labios, que en soledad me quema los dedos y guarda un vértigo que descansa en la brisa que moja su oído. A mí lo que más me gusta es tejer el caos de su cabello con mis dedos que en consonancia con su lengua, acabamos sobre historias plasmadas sobre cenizas de cielo que cubren su cama.
Paradisiaco paréntesis. Por Elisa Baca
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La noche menea su cuerpo
caliente y obsceno, se toca.
Demonio posado en su trono,
perverso y erecto, la observa ,
excita sus sentidos .
Baila en las sombras
abre sus alas,
se aproxima
sus labios se amoldan,
la lengua señala el camino,
en lo alto
la ciudad se extiende intermitente.
Las manos se funden
al compás de caderas
sus senos se desbordan
con la naturalidad
de un cuerpo desnudo,
los ves deliciosos,
abre las piernas,
sus dedos se hunden
sin piedad de su sexo,
se lleva las manos al rostro ,
aspira
te invita probar,
Demonio la atrapa,
miramos la escena.
Sé que te gusta;
podría ser perversa.
Eres demonio
estás en tu trono,
disfrutas mirarme
en la complicidad de tus dedos
hasta explotar en mil partes,
sutil depravación,
coexistimos,
me compartes tus vicios
tus más profundas perversiones,
tu intimidad.
Las bebo poco hasta perder el sueño
las horas cobran sentido.
terminas…
Por Abril Orozco
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La seductora idea rondó por todos los olvidados rincones, alojada en el frio sur no dio espacio para otra idea más. Lo visualicé desde temprana hora por eso de las tres de la mañana, ¡tenía hambre! Después en el súper, en la sección de alta repostería mientras hacia las convenientes compras, ahí en esas canastas de exhibición entre muchos vi al que me atrapó, el que elegí era un largo baguette color blanco, no pude evitar la tentación de hundir mis dedos entre sus costras y cicatrices, de textura suave y consistencia firme, aroma fresca. Mmmmmh lo imaginé caliente, ¡sería mío, esa noche lo sería!
La imagen era tenue pero intensa, no hubo argumento sólido para retractarme y la noche era perfecta, llovía tímida y constante, lo suficiente para sofocar un fuego, todos menos ese.
El baguette sobre la plancha, la vigilancia distraída, el concierto de la cascada color tinto sobre la falsa escarcha, el choque de zwarovski, tu mirada en la mía, ¡no! ¡Eso no es verdad! Mi mirada sobre de ti, me sonrío maliciosa, esa noche no salí de casa, a mis cuatro paredes vino la mejor de las presas, tampoco fui de cacería y disfruté por cena a un faisán, la cata fue excelente, entre lo dulce destilado de las fresas frescas y chocolate amargo… ¿A quién le importa el pan?
No sólo de pan… Por María Laura Granillo Rico
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Ella tenía la piel vainilla pálida. Sus lunares sabían a almendra. Las carreteras de sus piernas podían llegar a la luna en un solo paso.
Su boca era la abundancia hecha labios, besarla era como morder un filete, crudo, rojo, palpitante. Tan sólo verle me provocaba hambre.
Hundir los dedos en ella era como acariciar el azúcar, derramar la sal o empinarte un plato de leche. Sus pequeños pechos generaban el encuadre perfecto para su hermoso par de pezones rosas que me obligaron, esa noche, a creer en Dios, “el artesano de pezones gloriosos”.
Sus ojos parecían dos telescopios asustados en busca de estrellas. Su cabello era rojo, “la chica del cabello rojo”. Ella era toda una fantasía hentai y se las había arreglado para escabullirme por su casa y meterme hasta su cuarto, poblado por osos gigantes y extraños dibujos en la pared.
Salió del baño con un camisón largo hasta los tobillos, encaje en el cuello, botones blancos y con un estampado floral que era aún más feo que el de sus cortinas. Sonrió con cara de travesura, mordió mis piernas y me bebió un octubre con sed de agosto y desierto. Los gemidos entre dientes despertaron a su madre que dormía en el otro cuarto, y yo con un batón amarillo y calcetines con deditos, valientemente me oculté bajo las sabanas y tapé su boca.
Cuando su madre encendió la luz, ella llovía entre mis dedos y yo, sólo intentaba ser convincente con mi cara de dormida.
Rosa Salmón. Por Silvia Maytorena.
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Mis labios dibujan sobre tu piel dorada esa silueta impura que transforma mi estructura.
Tu cuerpo hace un baile incontrolable y tus gritos inquietan mi ser.
Escuchando tus locuras me deslizo a tu sutil cintura y voy a ciegas buscando el centro de tu explosiva fuente.
El olor de tu sexo me embriaga y tripulo en tu envolvente mar de sensaciones, anclando nuestros cuerpos en aquella lubricante lluvia de estrellas.
El calor de tus labios llama a mis manos y sumerjo mis dedos en tu palpitante océano, sin pensarlo dos veces, regresaría al mismo lugar una eternidad.
Deleite. Por Rosalba Alcaraz
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Tócame; sí, ahí donde tú sabes que me quemo;
donde fluye vida y renacen sensaciones.
Sopla exacto ese aliento abrumador
por el que cierro mis ojos dos segundos.
Lisonjea con tus manos y tus dedos,
mientras sumas lengua y saliva en infinito.
Hazme obtener un sube y baja de emociones
que me mate de gozo por instantes.
Manipula la carne que se expande
y palpita de deleite enardecido.
Resuella acompasado entre mis piernas,
y acorta mi existencia sofocada.
Roza sin piedad cada fragmento
y calla hasta que escuches mis jadeos,
al compás de un corazón que para a ratos
sucumbiendo a los placeres de tu sexo.
Tú tócame, acaríciame, sóplame, rózame; mientras tanto yo…
Vibro
Respiro
Alcanzo
Araño
Muerdo
Grito
Desciendo…
Tócame. Por Sol Fontes
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Ella vibra desde lo más recóndito de su ser ante la incidencia de una sola mirada.
Sus bocas se encuentran, sus muslos coinciden, sus pezones se erigen, las ganas aumentan.
Claman sus cuerpos.
La mano prepara el camino para colmarla de gozo.
Un vaivén de exquisitas sensaciones nutren orgasmos:
universos de infinitas posiciones se crean,
se expanden
y forman constelaciones donde les da su rechingada gana.
Por Alejandra Flores
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Las narradoras, por riguroso orden de aparición.
Fotografía de Alejandra Platt
-Agradecemos el apoyo brindado por Galería Desierto, sede de la sesión fotográfica-
Leí el relato de Paradisiaco paréntesis. Por Elisa Baca y me pareció que logra unas imágenes muy lindas con el juego de palabras me gustó mucho su narración limpia elegante y con un toque erótico muy bien logrado, seguiré leyendo a las demás escritoras.
Coincido. Saludos, Jaime. Gracias por comentar.
Atte
El Editor