Peliculón
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Hermosillo, Sonora.-
Oppenheimer es la nueva y doceava cinta del aclamado director inglés, Christopher Nolan, a quien podemos recordar por trabajos como El origen (2010); Interestelar (2014); Dunkerque (2017), por mencionar algunos. Personaje al que he seguido en cada una de sus películas desde que se dio a conocer allá por el 2000 con su segundo largometraje titulado, Memento (si no la han visto, ¿qué esperan?). En esa película de principios del milenio, Nolan, dejaba en claro que su cine estaría por fuera de la norma tradicional, entregándonos una historia con un orden cronológico fuera de lo común y una estructura narrativa compleja, pero al mismo tiempo interesante y adictiva que, si bien, confundió a más de uno, no pasó inadvertida.
Para ir calentando motores y como dato curioso, les comento que Oppenheimer, junto con Barbie (2023) de Greta Gerwig, formó parte del fenómeno cinematográfico del verano conocido como “Barbenheimer”. Fenómeno que consistió en el estreno de dos películas diametralmente distintas, en cuanto a contenido y target, estrenadas el mismo día bajo el ya mencionado slogan. La jugada funcionó, atrayendo a las salas de cine a un buen número de asistentes que salvaron la taquilla de un verano donde los llamados blockbusters no tuvieron el impacto esperado.
Con Christopher Nolan como parte del paquete, el incipiente y novato reseñador que escribe estas líneas, no pudo resistir al encanto mediático y comercial del famoso “Barbenheimer”. Sabiendo del éxito en la taquilla que se estaba dando con dicho evento, además de mi carácter osco, antisocial y alérgico a las muchedumbres, esperé unas semanas para asistir a la sala de cine. Grande fue mi sorpresa cuando dos semanas después del estreno, palomitas y soda en mano, al ingresar al interior del recinto me encontré con una sala que estaba, como se dice en el argot de la lucha libre, de bote en bote.
Entremos en materia…
Oppenheimer es un drama biográfico basado en el libro Prometeo americano. El triunfo y la tragedia de J. Robert Oppenheimer, escrito por Kai Bird y Martin J. Sherwin. La película aborda la vida del físico teórico norteamericano, J. Robert Oppenheimer, director del proyecto Manhattan que dio origen a la bomba atómica. En el papel protagónico tenemos a un estupendo Cillian Murphy, sí, el famoso Thomas Shelby de la exitosa serie, Peaky Blinders, quien anteriormente ha trabajado junto al director inglés en diferentes proyectos cinematográficos, siendo este su primer protagónico.
Christopher Nolan es un director que se mueve de manera natural en los terrenos de la ciencia ficción con películas cerebrales que desafían, de manera muy ingeniosa, los límites de la realidad. Oppenheimer, lo saca de su hábitat natural, para confrontarlo a los márgenes narrativos y estructurales de la adaptación de un guion condicionado por los hechos reales. Sin embargo, y a pesar de ser una película de hombres poderosos e ilustres científicos hablando, discutiendo y tomando decisiones en escenarios poco llamativos, el ritmo de la cinta es trepidante, los diálogos intensos y la emoción constante. Sin duda, un ejercicio que nos muestra a un Nolan en su mejor momento y dominio del oficio.
La historia se desarrolla en tres líneas narrativas interpuestas; es decir, muy al estilo del director, no llevan un orden cronológico, sin embargo, cada una está definida por un formato (destaco el blanco y negro) que nos permite ubicarnos en cada una de ellas. Otro aspecto a detallar que, si bien se puede antojar complicado, considero que le aporta un tono de legitimidad a la historia, son los muy densos diálogos sobre física cuántica. Ahora bien, sobre esto último, cabe señalar la importancia del personaje interpretado por Matt Damon, el Gral. Leslie Groves, supervisor militar del proyecto, en quien se aterrizan, para beneplácito del espectador al otro lado de la pantalla, las complejas teorías y disertaciones del grupo de científicos.
Tres líneas narrativas sin orden cronológico… Bien, para efectos de orientación, comencemos por el comienzo:
La primera línea narrativa nos lleva al ultrasecreto proyecto Manhattan en Los Álamos, Nuevo México, que tenía como fin el desarrollo de las primeras armas nucleares. Con un ritmo intenso y diálogos que no permiten distracciones, tenemos a J. Robert Oppenheimer como supervisor del proyecto que, junto a un destacado grupo de científicos, tienen como meta anticiparse a la Alemania nazi en la creación de la bomba atómica. Este segmento culmina con una espectacular y bien trabajada secuencia donde se pone a prueba la bomba.
Lo anterior sería un mero resumen general de la primera parte de la película, pero tratándose de Christopher Nolan, no se puede dejar de lado el enfoque psicológico de los personajes. Hay, desde luego, y tomando en cuenta el nivel de destrucción de lo que se está construyendo, cuestionamientos morales, justificaciones éticas y luchas de poder. El éxito del proyecto que pone fin a la guerra es agridulce; se da entre aplausos, hurras y festejos a un par de eventos que dejan detrás un nivel de destrucción nunca antes visto. Oppenheimer, el Prometeo americano es plenamente consciente de ello.
La segunda línea narrativa nos ubica en los albores de la guerra fría, en el contexto de la América del Macartismo y las famosas audiencias, conocidas coloquialmente como cacería de Brujas. Tras el fin de la guerra, Oppenheimer se niega al desarrollo armamentista de Estados Unidos y su interés por impulsar la bomba de hidrógeno, arma con un nivel de destrucción superior al de las bombas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki. Por tal motivo, el otrora notable científico que empoderó militarmente al gobierno estadounidense en el terreno geopolítico, ahora es defenestrado y acusado por sus simpatías comunistas.
Por último, y con un apacible formato en blanco y negro, la tercera línea narrativa, que es menos intensa que las anteriores, pero no menos interesante, sirve de epílogo para poner fin a todo este asunto. Trata sobre Lewis Strauss, presidente de la Comisión Atómica de Estados Unidos; personaje que apoyó los esfuerzos para el desarrollo de la bomba de hidrógeno, lo cual lo llevó a confrontar a Oppenheimer en el terreno político… y moral. Sobre este segmento, cabe destacar el espléndido trabajo de Robert Downey Jr, quien da vida al ya mencionado político norteamericano.
Oppenheimer es una obra monumental donde los valores de producción se pueden apreciar en cada uno de los encuadres. Una película donde se conjuga de manera muy positiva el trabajo técnico (edición de sonido, fotografía, música, montaje) y actoral para dar forma a este ambicioso proyecto cinematográfico capitaneado por Christopher Nolan. Por cierto, el elenco es muy amplio, junto a los ya mencionados Cillian Murphy, Matt Damon y Robert Downey Jr, aparecen, también, Florence Pugh, Emily Blunt, Josh Hartnett, Rami Malek, Kenneth Branagh, Gary Oldman… y aquí le paro porque si no, no termino.
Dicho lo anterior, y por si no quedó claro, Oppenheimer es una película para verse en el cine, lástima que no contamos con una pantalla IMAX en Hermosillo, ya que la cinta está hecha para ese formato. Estrenó hace unas semanas, sigue en cartelera y ha tenido buena taquilla por lo que vaticino que todavía estará un par de semanas más. Pero, por si las dudas, córrale a verla antes de que la quiten y se pierda de una buena experiencia cinematográfica.
Imagen vía War on the Rocks
Oppenheimer (Estados Unidos, 2023)
Director: Christopher Nolan
Una gran reseña, definitivamente después de leer al buen Adrián tendré que ver Oppenheimer