Mientras parpadeaba a la par de que los números de Trump subían y los de Hillary bajaban, fue imposible ponerme a pensar en el alboroto que mis colegas juveniles empezaron a armar desde que Trump tiró las batutas contra México y amenazó de poner la mentada muralla que dejaría fuera a todos de comprar ropa por mayoreo en Tucson y poderla vender más cara en cada puerta de los conocidos, como testigos de jehová fayuqueros. Empecé a filosofar en lo que cada uno de mis parientes juveniles tienen en sus mentes; sus ideales, gustos y opiniones en general. No tenemos que ponernos sabiondos y sacar investigaciones sobre lo mal informados que estamos los jóvenes de hoy en día, pues solo basta con salir a ver lo que publicamos en Facebook o Twitter.

 

Es innegable que si gana Trump o Hillary, afectará de una manera u otra a nuestro país. Eso ni qué decir. Pero, ¿en realidad nos mortifica? ¿En realidad nos deja sin sueño durante las noches? O ¿sólo nos subimos al tren para poder encajar en los memes de internet? Aunque nos pongamos a hacer entrevistas personales con cada uno de los adolescentes del país, sabemos que no dirán la verdad; aunque hay unos que sí, que dirán que les vale madre lo que pase en Estados Unidos: sí y no. Desde que me puse a leer cosas más allá de las letras superiores e inferiores de un meme, entendí que la relación con nuestros vecinos güeros será para toda la vida.

 

La noche del 8 de noviembre, que yo estaba pasando en compañía de un gran saco de tareas escolares, me llegó a mi feed de Facebook un video de AMLO tratando dicho tema. “Somos un país independiente y no debemos andar tras lo que pase en otro país que no sea el nuestro” parafraseé de lo que dijo en realidad, pero no está lejos de la frase verdadera. En dicho video, Andrés Manuel le hablaba a la población mexicana en general; haciendo énfasis en la mayoría juvenil. Siento que, gracias a malas difusiones, los jóvenes –y me incluyo- tomamos los problemas a futuro como algo que será de nuestra lista de diario después. No pensamos a futuro, sentimos que una tarea o un proyecto escolar será lo más complicado en nuestras vidas. ¿Tenemos que culpar directamente a los medios de comunicación sobre éste fenómeno? O ¿recae en la educación que nos inculcan en casa nuestros padres? Nos gusta torear al animal. Creemos que sólo es algo de broma y que jamás pasará lo que se nos mencionó. Claro que no debemos tomarnos a pecho las palabras tanto de Trump como de Hillary; los americanos sí que deberían.

 

Mis colegas preparatorianos se disgustan al saber del incremento de los votos de Trump. Ya no podré ir a Tucson, escuché a una compañera decir mientras veíamos que las urnas estaban empezando a ser abiertas. ¿Cómo le haré para ir a Disney el año que entra?, bromeó un personaje que se encontraba a mi alrededor. Tanto como broma, detecto una pequeña inseguridad entre sus palabras. Las verdades, como los muertos desaparecidos, salen a flote cuando empiezan a apestar. La sociedad juvenil, el promedio, se está preocupando más las consecuencias que traería una muralla gringa; por las tiendas a las que no podrán ir, a los familiares que no podrán ver, las cosas que sólo se venden en los efímeros escaparates de las tiendas de un dólar.

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El dólar se aleja cada vez más de las manos y los cachetes azules de Benito Juárez que adornan el billete de veinte pesos. Es tan fácil irnos a Google, buscar por el peso mexicano y su relación con el dólar, para darnos cuenta que se está yendo de las manos en un tris. Muchos culpan a las elecciones de EE.UU; quizás sí. Pero, ¿y los cinco pesos que subió desde hace años? Habrían de ser unas elecciones intermitentes para que pudiéramos echarle todas las de la culpa a ellas. Los jóvenes caemos, y aunque pique, en creer lo que nuestros padres nos dicen; nuestros maestros, círculos sociales, autoridades, medios de comunicación. Todo esto sin tener una opinión propia acerca de un tema tan rígido que debería estarse incluyendo en el conocimiento general de cada futuro elector mexicano. Oigan, con Trump al menos el dólar bajará, cito a un pajarito que rondaba por mis círculos escolares.

 

El INE lo vemos como un pase directo a comprarnos cerveza y cigarros en el Oxxo; entrar a demás antros populacheros de la ciudad y ser una persona “independiente” que aún vive de las caricias maternas y de la leche que sale del salario mínimo que es dejado en la mesa. Los salarios. En el sistema de COBACH, no se le inculca al futuro ciudadano al uso correcto de su credencial para poder ser arrestado. El día de mi tramite no sabía qué onda con la firma. Tuve que inventarme una. Jamás me había puesto a pensar en ese momento. Lo dejaba para después. Mis padres me habían comunicado de dicho suceso que yo habría de pasar pero, como “buen mexicano”, lo dejé para después porque “falta mucho”.

 

No debemos considerarnos como unos seres cultos e inteligentes para entender lo que en realidad está ocurriendo alrededor de nuestras narices; el mundo no se conforma de una bandera verde, blanca y roja, hay más allá de las borracheras de viernes por la noche y de las materias reprobadas que se podrán arreglar en los extraordinarios. Como futuros mexicanos, que habrán de votar en el cercano 2018, deberíamos ponernos a pensar en las realidades, no en las tiendas que no podremos ir o los lugares que jamás podremos visitar de nuevo si una muralla aparece ante nuestras narices fronterizas.

 

Y citando a un transeúnte escolar de 17 años refiriéndose a Trump:
“Ojalá que lo maten igual que a Colosio.”
“La muerte de Colosio estuvo más chingona y dolorosa.”

Por José Manuel Ávalos

Fotografía de Pilar Morrero / La Opinión

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Multitudinaria marcha anti Trump celebrada en Cleveland, Ohio, en julio de este año. Fotografía de Pilar Marrero / La Opinión.

Sobre el autor

Nació en Hermosillo (1998). Es estudiante del Colegio de Bachilleres del Estado de Sonora, plantel Reforma, y colaborador del Instituto Sonorense de Cultura. Escritor y narrador. Ha participado en varios certámenes de narrativa y cuento breve, así como en el Concurso del Libro Sonorense 2016. Asiste al taller de creación literaria Altazor, a cargo del escritor Horacio Valencia Rubio.

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2 comentarios

  1. Me gusta. Es una reflexión realista, crítica, contrastante con todo lo que se ha dicho.
    Además de que me encanta que un adolescente-preparatoriano escriba sobre los adolescentes-preparatorianos. Felicidades!

  2. Felicidades! Lo mejor que he leído al respecto y, aunque soy profesora de secundaria, sentí hoy un ambiente de lo mismo con mis alumnos de tercer grado.
    Muy buena reflexión y opinión.

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