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No era un sábado cualquiera: era un sábado de esos que dios diseñó como para ponerse until the flip-flops (como dijera Melania la inmigrante, en los tiempos del cuero a la vista), y el licenciado Óscar “El Polacas”© Holguín, sentado en la mesa 6 del Instituto de Cultura Sonorense (ICS) “Pluma Blanca”, frente a una cahuama más fría que la mirada de Joseph Ratzinger (exprefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en la Iglesia Católica, y luego ungido por la Junta Universitaria del Vaticano como Benedicto XVI), en fiel cumplimiento a las disposiciones divinas reflexionaba sobre la entrevista que hacía una semana había sostenido en una radio local sobre su deseo de ser rector de la Universidad de Sonora.

“No lo vuelvo a hacer”, se lamentaba por lo bajito el aspirante a la Rectoría (sin registro y ciertamente sin vergüenza). “Rumiaba como alma en pena, como crudo un lunes a las 10 de la mañana”, dicen que dijo un testigo que no quiso proporcionar su nombre, y que sólo dejó escritas sus iniciales en un papel mugroso sacado de quién sabe dónde, con un cierto tufo a zorrillo (el papel, no el testigo): P (de Pablo) G (de González) y L (de Lizárraga).

Los enterados sabemos que hace unos cuantos días, el que también fuera candidato por el Partido de la Unidad Social (PUS) a la alcaldía de Hermosillo hasta en tres ocasiones, fue invitado a un programa radiofónico local (“Proyecto Fuente”) para que expusiera los principales puntos de su visión sobre la máxima casa de estudios, y ser cuestionado por alguno de los colaboradores del chofer de la emisión.

Al filo de las 8:15 de la mañana de ese día, “El Polacas”© se presentó en la radiodifusora vestido como dandi inglés: pantalón caqui, camisa roja, suéter amarillo (propiamente fajado), chamarra verde de pana deslavadona, sombrero tirolés de cuadritos grises y negros, rabiosos lentes oscuros (mariguano seguro), cigarrillo en los labios (que le obligaron a tirar antes de ingresar a cabina) y zapatillas cafés por si hay problemas salir vola’o. (Dicen que así iba vestido cuando flechó a la presidenta de su club de fans y secretaria general del PUS, Porfirio “La Jacaranda” Jiménez, pero esa es otra historia).

Según se podía apreciar en el video de ese encuentro farandulero que se transmitió vía streaming, pero que perversos hackers profesionales tumbaron de la red, lo recibió justo en la puerta, con chaleco y todo, el conductor Eduardo Cota, quien le dio la bienvenida a la entrevista, y después de colocar al licenciado Holguín en el paredón de fusilamiento, empezó la entrevista.

-Te hablaré de tú, “Polacas”©, porque de verdad que no puedo ni quiero hablarte de usted —a lo que el hombre fuerte del PUS sólo asintió con una sonrisa ladeada y socarrona, como de tiburón ante un chamorro de bañista australiano—. Dinos: ¿por qué un hombre tan famoso en la Universidad y que no necesita ese puesto quiere ser rector?

-Bueno, aunque no necesite el puesto, sí necesito 140 mil pesos… digo: ¿a quién le cae mal esa cantidad? Imagínate cuántas cahuamas me podría tomar y cuántos ramos de rosas le podría comprar a “La Jacaranda” y cuántos taxis pod…

-Sí, pero ¿qué acaso no hay otra motivación para aspirar al puesto? —interrumpió el señor Cota.

-Sí, claro: la comunidad me ha pedido que yo encabece el cambio que requiere la casa de estudios, que hagamos un gran pacto no sólo entre los aspirantes, sino entre todos los universitarios para alcanzar lo que mi viejo maestro Lassalle, con fundamentado realismo sociológico, denominaba fragmentos de Constitución, porque ¿quién puede dudar, por ejemplo, que…

-Podrías decirnos qué es, de acuerdo a tu experiencia, lo bueno, lo malo y lo peor de la Universidad —volvió a interrumpir el conductor.

-Pues lo bueno es que ahora en marzo nos pagarán el fondo de ahorro, lo malo es que nomás dura lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks (como dice mi compa Sabina) y lo peor es que falta mucho para que nos paguen el aguinaldo, ya ves que con la economía que tenemos, tan valema…

-¿Estás de acuerdo en lo que han dicho otros aspirantes a la Rectoría: que hay un delfín en este proceso? —siguió interrumpiendo el periodista.

-Mira, te diré que yo sé de aguas, y mucho: fui campeón nacional de natación en la categoría de 100 metros libres, pero de cetáceos, particularmente de delfínidos, no sé tanto, así que no podría responderte puntualmente esa pregunta… porque era una pregunta, ¿no?; además, según me dijo el Pescadito, el delfinario todav…

-¿Qué opinas de las campañas negras que se han desatado al interior de la Unison?

-¿Pues qué quieres que opine? pues que son muy oscuras. Yo prefiero las verdes porque se pueden fumar y agarras un como avioncito que te dura como…

-Dices que quieres hacer un gran pacto. ¿Tú crees que así como está la comunidad universitaria tan polarizada se puede lograr esto? ¿Cómo lo harías?

-Claro que se puede, hombre, y en esto de integrar la comunidad sólo hay de dos sopas, para decirlo en términos alimenticios: por un lado está el autoritarismo, cuyo exponente máximo es el totalitarismo, y por el otro, la democracia. El primero, como se sabe, consigue la unidad negando el pluralismo; la segunda deja espacio suficiente para que…

-¿Pero se puede hablar de democracia en un proceso que lo que menos tiene es ser democrático? —atajó de nuevo el conductor.

-Claro que se puede, aunque el ejercicio democrático en los términos que planteas es una obra de arte por lo difícil de conseguir y mantener, tú sabes que las democracias, cualesquiera que sean sus orígenes formales y sus reglas de funcionamiento, no se imponen, se consensuan, y sólo se mantienen mientras…

-¿Pero no crees que eso es una utopía?

-Pues podría ser, pero yo creo que sí es posible lograr un pacto sobre la unidad universitaria y su pluralidad, llegar a un acuerdo y definir lo que el gran Pacoluna definió como la unidad de lo diverso… o sea, un pacto de pactos que integre a toda la perrada universitaria para poder trazar una vi…

-¿En serio no te parece todo esto una utopía? —increpó el señor Cota de nuevo.

-No, cabrón —se escuchó decir a “El Polacas”© ya en la última rayita de la paciencia—, una utopía es que tú dejes responder lo que tus invitados quieren contestar, una utopía es que dejes de ser tan grosero… y ultimadamente, Lalo, ve y chin… —lo demás que se oyó fue un pitido obsceno que pese a su estridencia permitió escuchar unas palabras que finalizaban en madre… o algo así… y después una risa como de hiena en celo.

Los días pasaron lentos desde aquella entrevista, con un calorcito propio de una ciudad más cerca del infierno que de la gloria tricolor que nos tienen prometida, y llegó este sábado que habitamos, en el que el licenciado Óscar Holguín, aspirante sin registro al cargo de rector, reflexionaba sobre la vida y sus cuaresmas.

Y he ahí que a las cuatro de la tarde, la hora pico de las cahuamas, nuestro personaje, más coagulado que la cuajada del Rancho Viejo y sus alrededores, a pesar del mundanal rüido se fue quedando dormido exactamente igual que como se murió el coronel Aureliano Buendía, en la página 296 de Cien años de Soledad:

Vio los payasos haciendo maromas en la cola del desfile, y le vio otra vez la cara a su soledad miserable cuando todo acabó de pasar, y no quedó sino el luminoso espacio en la calle, y el aire lleno de hormigas voladoras, y unos cuantos curiosos asomados al precipicio de la incertidumbre. Entonces fue al castaño, pensando en el circo, y mientras orinaba trató de seguir pensando en el circo, pero ya no encontró el recuerdo. Metió la cabeza entre los hombros, como un pollito, y se quedó inmóvil con la frente apoyada en el tronco del castaño. La familia no se enteró hasta el día siguiente, a las once de la mañana, cuando Santa Sofía de la Piedad fue a tirar la basura en el traspatio y le llamó la atención que estuvieran bajando los gallinazos…

Y después, en torno a la mesa 6 del Instituto de Cultura Sonorense (ICS) “Pluma Blanca”, empezaron a revolotear las mariposas amarillas que le hacían la vida imposible a Mauricio Babilonia, mismos lepidópteros que se desvanecieron en el aire de la tarde como pompas de jabón cuando “El Polacas”© dejó escapar un grandilocuente y hediondo pedo, y repitió por lo bajito, con un hilillo de babas bajando como una fila de alpinistas desde la comisura de sus labios: “No lo vuelvo a hacer… no lo vuelvo a hacer…».

Por Armando Zamora

Fotografía de Ezequiel Silva

Sobre el autor

Armando Zamora es todo un obrero en eso de la escritura: poeta, narrador, columnista, editor, redactor de proyectos y escritor fantasma… más lo que se acumule en la semana. La historia reciente consigna que ha ganado más de 30 concursos de literatura y periodismo a nivel local, estatal, regional y nacional; que ha publicado más de 15 libros, que una calle de Hermosillo lleva su nombre y que ha ganado y perdido cientos de batallas… pero de terco todavía se sube al ring de la cotidianidad a dar y recibir los golpes de la vida: “En su salud lo hallará”, como dicen.

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