Tenía que ser en viernes sexual el estreno digital de don Ramón en Crónica Sonora

(y es que antier se estrenó en papel)

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Hermosillo, Sonora.-

Por más que existan personas o grupos que se obsesionen en detener su marcha, el mundo nunca ha dejado de girar. Tras un sinfín de capítulos vividos por la humanidad (a menudo trágicos), las murallas fantasmales con que los oscurantistas se obsesionan en ocultar verdades contrarias a sus dogmas y nada buenos intereses, van cayendo ante el insoportable peso de la realidad cambiante, plural.

La década de 1960 se asomó con cara de franco descontento: las masas hastiadas de garrotes y mordazas se lanzaron a las calles a reclamar su derecho a ser visibilizadas. Esa autodenominada “mayoría” (acostumbrada a ejercer el poder de manera vertical y falocéntrica), se ve de pronto enfrentada a mujeres, jóvenes, afrodescendientes, indígenas y otras minorías que asimilaron una conciencia acallada por preceptos y amenazas malolientes ya de tan acedas.

Antes de que dicha década expirase, en Stonewall (Nueva York), un grupo de homosexuales y personas trans decidieron externar su hartazgo ante los agravios y abusos policiales, que iban del hostigamiento a la detención e incluso la agresión física. Ése fue uno de los tantos pasos decisivos para la dignificación y reconocimiento de la diversidad sexual, mas no fue el primero: un par de años antes, Inglaterra había invalidado las pavorosas leyes que condenaban la homosexualidad, cuyo castigo iba de la pena carcelaria a la castración química.

Habrían de pasar todavía algunos años (muchos, según mi entender), para que otra minoría manifestara su derecho a comparecer en un mundo que aún sigue burlándose de gente de avanzada edad que se atreve a manifestar su deseo erótico a través de bromas y chistes de misérrimo gusto. A ésa incomprensión e ignorancia se han tenido que enfrentar los ancianos homosexuales: una minoría dentro de otra minoría.

Como homosexual gerontofílico que soy desde que tengo conciencia sexual, he reflexionado en torno a la forma pavorosa en la que las “buenas conciencias” han humillado sexualmente no sólo a la gente vieja, sino a personas mutiladas, con sobrepeso, invidentes, inválidas, etcétera. Por esa razón, hoy, en esta vigorosa Crónica Sonora, celebro a quienes promueven esta tan particular libertad sexual a través de la publicación de revistas, libros y películas en torno al tema.

La primera publicación dedicada a caballeros homosexuales con arrugas y sin cuerpos atléticos fue Swan, “cisne” en inglés, que arrancó en 1986. La urgencia por desmitificar la inapetencia sexual en el otoño era mayor al presupuesto con que contaban sus editores, fue así que Swan tuvo que modificar su título por una cuestión de derechos,  cambiándolo por Chiron Rising (Constelación Ascendiente). Ya con su nuevo nombre, la revista se mantuvo a flote hasta el año 2001, para posteriormente pasar a formato en disco compacto. 

Hay que decir que esta publicación tenía como modelos a sus propios suscriptores, quienes accedieron gustosos a quitarse su camisa, y hubo otros que no tuvieron empacho en despojarse de toda prenda y de toda inhibición. Además, fueron también sus suscriptores quienes enviaban artículos, reseñas, poemas y testimonios: todo un festín de realidad humana.

Después vinieron revistas como Centaur o Daddy; Husky, Bulk Male y Big Ad, Bear y 100 Percent Meat, dedicada al movimiento sexual de los llamados “osos”: hombres corpulentos, masculinos, con bigote o barba y vello en alguna parte de su cuerpo.

El deseo se extendió hasta el video (Digital Fantasy algún día será considerada como la Garganta Profunda en su versión homo-gerontofílica) y sitios web: tal vez el más famoso sea Silvedaddies, el cual, por cierto, ha logrado reunir a hombres que, en pleno otoño de sus vidas, decidieron casarse y vencer la soledad.

En cuanto a libros, en 2004 Laurie Toby Edison dio a conocer Familiar Men, con fotografías de hombres desnudos, algunos de ellos ancianos y otros mutilados, pero cuyas miradas y realidad asombran por su serena belleza. Para el año 2013, aquí en México, los extraordinarios fotógrafos Rogelio Cuéllar y Maritza López nos convidaron Músculo Corazón, en cuyas páginas vemos fotografías de escritores, locutores y artistas que pasan de los 60 años, además de ensayos en torno al tema por parte de plumas sabias como Andrés de Luna y Rafael Toriz, entre otras. 

El deseo en la edad madura es un derecho humano, ejercerlo nos hace recordar que la felicidad puede radicar en una caricia, en un abrazo, en un beso. Se los asegura un gordo, viejo e imperfecto HOMBRE FELIZ.

(Con todo mi amor a Daniel Garnes, Joe Bartlett, Xavier Aldarull, Antonio Salamanca y Gerard Desesquelle).

Por Ramón Valdez León

En portada, ídem del número 8 de CR CLASSICS

 

Sobre el autor

Hermosillo, 1967. Es sociólogo por la Universidad de Sonora y fue productor por más de 33 años en Radio Sonora. Mete su cuchara en Política y Rocanrol y antes en Libera Radio. Nació mirando al Cerro de la Campana y tal vez muera mirando al Cerro de la Campana.

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