La izquierda no se distingue por predicar con el ejemplo. No en México, no en Hermosillo. Esta mañana nos lo recordó el flamante candidato del PRD a la gubernatura de Sonora, el profesor en fuga Carlos Ernesto Navarro López, que al lado de sus guaruras y asesores dispusiéronse aparcar en doble fila 3 carros 3 en el mero centro de esta desnaranjada ciudad, a un ladito del Mercado Municipal.
Cuestionado sobre el asunto, uno de sus asesores reviró a este reportero: «¡Ya nos vamos, ya nos vamos!». Pero no se fueron. Se echaron otros 15 minutitos ahí mientras el señor candidato departía sabroso en el Café Elvira, discutiendo acaso con furibundos seguidores de la Pavlovich (en realidad los llamaron «claudilleros»), según nos informaron en el café de enfrente.
Por fin tuvieron a bien retirarse candidato y séquito. Presto crucé el pasillo y pregunté cuánto tiempo había durado el baño de pueblo del otrora diputado local, diputado federal, diputado local: 30 minutos, me espetó sin titubeos el interpelado. 30 minutos violando la ley. Válgame, dijo el profe Campoy, qué es pa’ ellos.
Texto y fotos por Benjamín Alonso