Saludamos el estreno de Martín Chávez Valenzuela en Crónica Sonora 🙂
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Hermosillo, Sonora.-
El islam es una religión que, probablemente, haya cruzado por nuestros oídos. Quizás nuestros primeros y únicos acercamientos al islam han sido por películas, series, noticieros y demás. Podemos imaginarnos fácilmente al “musulmán”. Un hombre con barba larga, turbante y un arma en las manos, gritando al aire palabras que no entendemos. Nos imaginamos a una mujer oprimida y excluida de todos sus derechos como humano. Podemos ver violencia, bombas, camellos, e injusticia. Pero ¿Será todo cierto? ¿Por qué se nos viene esta imagen a nuestra mente? ¿Esta mal pensar así? ¿O no vale la pena hacernos estas preguntas? Soy un musulmán y vivo en Hermosillo.
Orgullosamente, nací y crecí en Hermosillo, Sonora. Comparto los mismos gustos y tradiciones que mis coterráneos. Tuve una infancia y adolescencia común y corriente; envuelto en una familia amorosa y con más valores de los que me podía imaginar. Me gusta comer con tortillas de harina y caminar en el monte con botas. Tenia un gran gusto por tener un bote helado en las manos y por bailar música norteña. Fui bautizado, hice mi primera comunión y confirmación. Las coyotas, los jamoncillos, el chiltepín, la caña de azúcar en noviembre, el menudo, el pozole, el beisbol, Grupo Laberinto, las playas, los ranchos, las milpas, los ríos y la carne asada los domingos frecuentan en mis pensamientos. Hasta ahora todo parece como la historia de cualquier persona en Sonora, ¿no?
Hace dos años tuve la oportunidad de visitar una mezquita justo aquí en mi ciudad capitalina. Una mezquita es un lugar de rezo para los seguidores del islam. También son puntos de reunión y en ellas se organizan varios eventos al año, como los rezos grupales cada viernes. Antes de visitar este lugar, no había conocido casi nada sobre el islam. Recuerdo haber estudiado sobre algunos acontecimientos históricos en las clases de historia de la secundaria y preparatoria. Recuerdo haber conocido a 2 o 3 personas musulmanas. Recuerdo haber visto, ligeramente, algo del arte musulmán. Pero todo fue vago y pasajero, no le di mucha importancia.
Vaya sorpresa que recibí cuando empecé a leer libros islámicos. Egipto, Yemen, Marruecos y otros países fueron los que coincidían en ese lugar en la colonia El Mariachi. Todo fue una cálida bienvenida, donde podíamos convivir e intercambiar ideas, hasta platicábamos sobre política o cultura. Lo curioso fue que nunca sentí presión por parte de nadie. Nadie me preguntó que si quería ser musulmán. Pareciera como si eso no importara, nomas me saludaban y me regalaban una sonrisa.
Yo estaba cansado de muchas cosas. Llevaba mucho tiempo sintiéndome diferente, sentía como que no me llenaba el estar sumergido en el statu quo. Llegué a dudar de mis propios gustos. ¿Por qué debo embriagarme? ¿Por qué debo preocuparme por cosas superficiales o triviales? ¿Por qué debo ponerles prioridad a cosas que no me aportan nada bueno? ¿Por qué tengo que vivir como vivo? Estas y más cuestiones abundaban en mí. Siempre me gustó cuestionar todo, desde pequeño.
Fue hasta la mañana del viernes 16 de junio del presente año que lo decidí. Fue ese día que tomé una gran decisión y lo hice sin dudar ni un segundo. Desperté temprano y me organicé para ir a la mezquita de nuevo. Ya estaba decidido, pero al llegar no se lo comenté a nadie. Se realizó el rezo como de costumbre y al terminar me acerqué al imam (líder de la mezquita). Entre la charla agregué que quería convertirme al islam hoy mismo. Recuerdo su expresión de sorpresa y, rápidamente, nos pusimos en posición para empezar la ceremonia.
Convertirse en musulmán es algo muy sencillo y rápido. Se acercaron los que estaban en el rezo para ser testigos de mi “shahada”, pareciera como si iba a firmar un contrato. El imam me mencionó una frase en árabe y tuve que responder en árabe de vuelta. Al intercambiarnos un par de frases, en cuestión de minutos, ya era un musulmán.
Un creyente del islam debe guiarse por el Corán y las enseñanzas del Profeta Muhammad (que la paz sea con él). Y Ahora debo seguir los 5 pilares del islam:
- la fé (shahada)
- la oración (salat)
- la caridad obligatoria (zakat)
- el ayuno en ramadán (sawm)
- la peregrinación a la Meca (hajj)
Borrón y cuenta nueva, empezaron los cambios. Como musulmán sigo muchos lineamientos. Entre los más básicos es que rezo 5 veces al día, no como puerco y no tomo alcohol. También me ha tocado ayunar en dos ocasiones por ser días festivos. Empecé a ver diferencias en mis días; no me siento atrapado en la rutina y me alcanza el tiempo para realizar mis metas. Ahora cuido más mi salud y ahora soy más higiénico. En realidad, necesitaría otra columna en esta revista para sólo expresar todo lo que cambia uno cuando se vuelve musulmán. Por primera vez en mi vida, me sentí como minoría. Mi estilo de vida no es el común y hasta se puede considerar extraño.
Mi bello y querido Hermosillo, ahora te veo con otros ojos. Adiós a los fines de semana con cerveza y adiós a los dogos. La despedida mas alegre de mi vida porque le empecé a agarrar gusto a otras cosas. Pido las hamburguesas y las pizzas sin tocino, jamón o pepperoni y aun así le echan. Los entiendo, quizá es raro que alguien ordene sin esos ingredientes. Por si acaso, siempre digo que es por un problema de salud para que le presten mas atención a mi pedido.
Otras fricciones han sido en las convivencias familiares o con amigos. Me ofrecen un bote y repito varias veces que no quiero. Trato de tener el tacto de decir que no sin que piensen que estoy enojado. Curiosamente, me di cuenta de que el alcohol es la droga que, si no la consumes la raza asume que andas mal, enojado, preocupado o que no quieres estar ahí.
Ya han sucedido algunos malentendidos, como el pasado 11 de septiembre que mi madre preocupada me mandó un mensaje para que no me uniera a un ataque terrorista como el de Osama Bin Laden. Piensan que voy a ir a Palestina a responder al conflicto con Israel. Piensan que voy a denigrar a las mujeres o que me están lavando el cerebro. Estos malentendidos suceden porque los medios de comunicación se han encargado de crear una mala imagen del musulmán, por intereses políticos, económicos o sociales. Pero Sigo siendo el hombre que todos conocieron, sólo que ahora estoy aprendiendo árabe (y una que otra cosa más).
Para concluir, agrego que la gente a mi alrededor se dará cuenta como es un musulmán y sabrá que no es tan malo como parece. Simplemente, es algo diferente. Invito al lector a animarse a dar esos grandes cambios para el bien de su vida. No estamos amarrados a nada ni estamos enjaulados. Quizás surjan dudas para dar el primer paso, pero si uno trata de forjar buenos valores en su vida nada puede salir mal. Es necesario que en Hermosillo empecemos a concientizarnos un poco más sobre nuestras hermanas y hermanos musulmanes. No hay que pensar cosas malas sólo por prejuicios que nos inculcaron desde hace mucho tiempo atrás. El islam comenzó en el valle desértico de Arabia Saudita y ahora recorre los horizontes del desierto de Sonora. Allahu akbar.
Texto y fotos por Martín Chávez Valenzuela
Hola Martin! Me encanto tu columna, gracias por compartirnos un poco de tu experiencia, siempre es interesante conocer distintos puntos de vista. El islam me parece una religión muy bella con una fe admirable, te felicito por seguir tu camino y corazón independientemente de las dificultades y obstáculos que te puedas topar allá afuera. Te mando un cálido saludo y abrazo!
¡Gracias por el comentario, Lupita! Lo aprecio mucho y me da un gustazo saludarte. ¡Que estés bien!