Héctor RodríguezHéctor Rodríguez pasa revista a los acontecimientos recientes y como no queriendo la cosa lanza una tesis
¿Será?
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Algo está ocurriendo en el país, algo que hace que la ciudadanía se empiece a movilizar. Primero fueron los maestros, luego los padres de familia, los habitantes de las comunidades, los estudiantes y ahora los médicos. Los incontables testimonios subidos a las redes sociales han dado cuenta del salvajismo, la brutalidad y las golpizas con que la policía federal ha atacado reiteradamente a los maestros y la ciudadanía, incluyendo mujeres, niños y adultos mayores en Oaxaca, con un saldo de 8 muertos, 100 heridos y 45 desaparecidos. La noche de Nochixtlán ha pasado a formar parte del expediente abierto y sangrante de este país.
En otros estados como Michoacán y Chiapas, los padres de familia, los niños y la ciudadanía también se han estado manifestando en las últimas dos semanas en marchas donde hubo cantos, cohetes, música y bailes regionales, alegría desbordada en una muestra de que la cultura es la mejor y más gozosa herramienta para combatir la usura, el egoísmo y la falta de amor por esta patria de gobernantes corruptos, fríos e insensibles a todo lo que huela a necesidad social. En Tuxtla Gutiérrez la marcha a la que convocaron los padres de familia en apoyo a los maestros, asistieron cerca de 40 mil personas. A pesar de que la marcha fue disuelta con gases lacrimógenos, los padres volvieron a salir al día siguiente.
En Mazaltán, Chihuahua y según las últimas noticias también en Coahuila y Nuevo León, se han presentado las primeras manifestaciones en apoyo a los maestros. Ahí, en esa tierra donde El Bronco, ese extraño candidato que ganó de manera independiente la gubernatura, ¿independiente de quién?, declaró hace tres días que a la primer manifestación pública en apoyo a los maestros sacaría la fuerza pública para meter en el orden a los inconformes.
Ayer mismo en Chihuahua un numeroso grupo de ciudadanos atacó el palacio de gobierno en protesta por una comisión que el corrupto gobernador César Duarte instauró para protegerse de cualquier amago de ir a la cárcel después de dejar el cargo. Ese gobernador que solito se prestó 68 millones de pesos del erario público para comprar un banco, a donde después metió el dinero público también, para quedarse con los intereses generados, no ha sido llamado a cuentas por la justicia. En cambio el profesor Rubén Núñez, aguerrido dirigente magisterial de la CNTE en Oaxaca, fue detenido con lujo de violencia, acusado de lavado de dinero por 22 millones de pesos y encarcelado en el mismo penal donde encerraron a ese otro extraordinario luchador social, el doctor Mireles, dirigente de las autodefensas michoacanas. ¿Qué tiene Hermosillo, qué tiene el Estado de Sonora que las autoridades federales pueden trasladar impunemente y encerrar a los dirigentes de los movimientos sociales más importantes que se han registrado en los últimos años a nivel nacional y que están luchando por restaurar la dignidad de amplios sectores de la población vulnerados y violentados por la clase política corrupta, apátrida y más mediocre que ha padecido este país?
El ejemplo de los maestros ha permeado y la ciudadanía está protestando contra esa corrupción cínica y desvergonzada que, a pesar de tanta campaña mediática por justificarla ya no halla acomodo en ninguna conciencia que quiera un poco de cambio en México. Ayer mismo los médicos de aquí de Hermosillo resistieron estoicamente el calor sofocante de las dos de la tarde en el plantón que mantuvieron en las escalinatas del Museo de la Universidad de Sonora.
Sin embargo, y como bien lo han dicho muchos analistas, esto no es suficiente: hace falta que el hartazgo se articule, se cohesione bajo líneas de acción muy concretas para que toda esta efervescencia, toda esta indignación y rabia ante tanto descalabro nacional tome cauce y pueda, eventualmente, producir los cambios que la ciudadanía necesita. El analista político Lorenzo Meyer lo ha descrito muy bien en un artículo que escribió recientemente: si no hay direccionalidad y articulación que parta de un personaje que tenga capacidad de convocatoria y moralidad probada, los movimientos sociales no encontrarán la ruta de cambio tan ansiada y necesitada en este país.
Después del saldo bárbaro de 8 muertos , 100 heridos y 45 desaparecidos, los maestros de la CNTE obligaron al gobierno a sentarse a dialogar. Andrés Manuel López Obrador ha convocado en la capital del país a una marcha silenciosa en apoyo a los maestros, para el próximo sábado 22 de junio. El gobierno de la Ciudad de México de manera rápida y expedita ha dicho que la megamarcha podrá llegar al zócalo. El miedo no anda en burro, estas movilizaciones que las redes sociales tan bien han testimoniado están abriendo la puerta. ¿Será acaso el inicio de la tan esperada articulación de los movimientos sociales que desde muchos frentes, regiones, demandas y territorios están marcándole el pulso a este país?
( ADDENDUM )
Apenas se publicaba este artículo cuando en las redes sociales empiezan a circular los primeros videos de la multitudinaria marcha-manifestación de apoyo al movimiento magisterial en el estado de Nuevo León. También comentábamos que apenas hace tres días El Bronco, ese extraño candidato independiente (¿independiente de quién?) que ahora es gobernador, había manifestado públicamente con esa bravuconería machista, que tanto hace recordar a Vicente Fox, que a la primer manifestación en apoyo a los maestros sacaría la fuerza pública para disolverla. Le preguntamos ahora al gobernador de Nuevo León si tiene alguna idea de lo que está pasando con la conciencia cívica de su gente, de su estado, que al margen de sus palabras y desafiándolo abiertamente, ha salido para manifestarse en forma multitudinaria por las calles de Monterrey en una movilización que tiene como telón de fondo al majestuoso cerro de La Silla.
Creo que con esto la ciudadanía le está mandando los primeros mensajes a la clase gobernante de que ya es hora que entiendan que el curso de la historia lo han definido y lo seguirán definiendo los grandes movimientos sociales que han caracterizado al país en sus distintas etapas históricas. Lo dijo ese gran demócrata Latinoamericano, el doctor Salvador Allende, hace 43 años momentos antes de que lo asesinaran en el Palacio de La Moneda, en Chile:
La historia es de los pueblos y la hacen los pueblos .
Más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una patria diferente.
Por Héctor Rodríguez Méndez
Imágenes de la marcha celebrada en Hermosillo el lunes pasado. Fotografía de Luis Gutiérrez
