La ciber-tecnología del Covid-19: cinco sucesos en una misma lógica de flujo 

Escenario

  • Surgimiento de la sospecha: “El coronavirus (Covid-19) fue creado por mano humana en laboratorios”.
  • Escasez de papel de baño
  • Hegemonía del meme Covid-19.
  • La romantización del privilegio de clase”.
  • Búsqueda de un afuera autoral capaz de sanar y proteger (a propósito del meme sobre el escudo protector de López Obrador).

2. Creatividad limpiaculos. Ante el poder inminente de la pandemia, la escasez de papel de baño convertida en meme.

Meme 1: Pequeñas y medianas empresas vinculadas a la venta de papel para el culo no pueden abastecer la demanda: la escasez es evidente, y la abundancia de culos aún más.

Meta-meme: Hegemonía del meme Covid-19 / lo viral siendo viral y memético.

Adam Smith contra su propia mano.

Desde la aparición del Curso de Economía Moderna (1945) del nobel Paul Samuelson, es reconocido de manera general que la economía, en cuanto ciencia y disciplina estudiada en la academia, tiene como cimiento el concepto de escasez, pues sólo a través de éste son comprensibles los problemas de la organización económica al emplear cuestionamientos tales como: la distribución de bienes, su administración, las posibilidades de producción y el sistema de precios (o en su defecto, de intercambios).

La llamada ley de la escasez señala la limitación de los recursos, de modo que no pueden ser producidos en cantidades infinitas, y tampoco pueden lograr cubrir por completo las necesidades humanas de una vez por todas (dado que de manera reiterada hemos de necesitarlos para sobrevivir). Como tal, la ley de la escasez deja entrever la exigencia de economizar y de fijar algún sistema que considere la inevitable extinción de todos los recursos.

Vueltos a la vida práctica hay una intuición de lo anterior, aunque sin preverse algunas de  sus consecuencias: el papel de baño es finito, y como tal, hemos de economizar el recurso, de tal suerte que la escasez también sea un pivote de la aplicación metafórica de la “mano invisible”. A propósito del sustento teórico psicológico y moral de Adam Smith (1759).

(Suposición) La búsqueda del interés propio redunda en un mayor beneficio económico y social, a la postre.

(Suposición) La mano invisible, como metáfora de autorregulación del mercado, indica que los precios son fijados por la “oferta y la demanda”, de modo tal que el interés propio trae resultados más beneficiosos en lo que a la economía se refiera. 

(Actus) Cien personas quieren limpiarse el trasero pero sólo hay rollos para cincuenta culos: mayor demanda ante la oferta. El precio sube: se regula el bien escaso. El productor de papel de baño quiere ganar más, de modo que produce mayor cantidad de papel: mayor oferta ante menor demanda: bajan los precios y más culos gozan de limpiarse. Etcétera. Se repetiría el ciclo (lo mismo aplicaría para las próximas vacunas y medicinas del Covid-19).

No obstante lo anterior y de haberse definido a la economía como una ciencia de la escasez, es evidente que el concepto trae a la mesa otra palabra: creatividad. En este caso, el economista Sendhil Mullainathan y el psicólogo Eldar Shafir, han propuesto un enfoque de la escasez desde el lugar de la eficiencia, la eficacia y desde lo que ellos nombran como dividendo del enfoque. 

Su introducción nos dice: “A todos nos ha pasado que realizamos algo notable cuando tenemos menos, cuando nos sentimos presionados (…);

según nuestra teoría, cuando la escasez captura la mente, enfoca nuestra atención para utilizar lo que tenemos en la forma más eficaz posible. Si bien esto puede tener repercusiones negativas, significa que la escasez también tiene beneficios”.

De acuerdo a lo citado, la escasez no sólo se aplica a los recursos, sino también a la disposición psicológica de responder ante las necesidades de forma “creativa”, resolviendo las exigencias y demandas en un contexto determinado. La lógica de trabajar mejor bajo presión, de ser más creativo y resolver las cosas de modo sobresaliente cuando se tiene poco tiempo para ello.

Ahora bien, llegados al punto actual confieso que esta parte del texto surge, entre algunos otros motivos, como una forma de construir una respuesta a un comentario del músico Omar Sainz, vocalista del grupo de rock agropecuario “Nunca Jamás”. El antecedente es un post mío en Facebook en el que afirmé, desde una visión un tanto “positivista”, que nuestra respuesta de negación y paranoia ante el Covid-19 son resultados básicos del miedo. Omar escribió: “Aunque coincido en que la raíz de ambas posturas es el miedo me pregunto si la fantasía no es también una respuesta al aburrimiento o la necesidad de sentido de propósito”.

Considero a la respuesta tanto afirmativa como negativa, dependiendo desde dónde se piense y responda. No obstante, para mí la importancia del planteamiento radica en dar en el clavo de una serie de reflexiones psicológicas que, curiosamente, me llevan a unas confesiones que hoy relato:

Confesión 1: Inmediatamente recordé aquél texto temprano de Freud: “El poeta y los sueños diurnos” (1907-08); en él, el padre del psicoanálisis vincula la fantasía al juego infantil, siendo éste último la antítesis imaginativa de la realidad. Por tanto, la fantasía encauzada de manera creativa podría resultar en un acto poético, encontrándose así un vínculo entre la fantasía, el deseo, la técnica y la actividad mental ante el agobio y la tensión angustiante de lo real: “el arte como sublimación”. En consecuencia —agrego yo—, si la palabra poética y el arte son fundantes de sentido, se requerirá de la simbolización creativa de lo real por medio del lenguaje, y en suma, de un intento de plasmar en imágenes la fantasía —durante el ocio creador—. En tal caso, como diría Baudelaire, el “genio del artista” sería “la infancia recobrada”, en cuyo estado lo estético supra-racional y la intuición comienzan a cobrar sentido —y a ser compartidos como arte— mediante su articulación racional. Por ello, el arte vendría a ser un trabajo “adulto” de lo inefable, o un conformar técnico de la expresividad. —Y hasta cierto punto un ejercicio estético de traducción y con-figuración.

Confesión 2: No quiero pensar en Freud ni desde él, entonces quizá, ¿teoría sistémica? Si abandono a Freud para irme con la teoría sistémica, específicamente con Paul Watzlawick, obtengo una primera interrogante: “¿Cómo cambiar una realidad que no puede ser cambiada?”. La pregunta es hecha a propósito de la intervención terapéutica del psicólogo, pues la respuesta apunta a que ha de trabajarse con las representaciones de la realidad del usuario, y no precisamente con la transformación objetiva del mundo en general que lo supera —esta tarea quedaría pendiente para otros profesionales: economistas, sociólogos, políticos, ¿filósofos?, ¡quién sabe! 

En consecuencia, se da por hecho que la realidad en sí es algo inmodificable e incognoscible (clara alusión kantiana), por ende, la única realidad disponible y dispuesta a ser cambiada es aquella relativa al contenido subjetivo de quien va a la terapia, es decir, «la realidad única de su mundo». Ahora bien, pero la pregunta más interesante es planteada en otros términos: “¿Cómo se puede acceder al mundo subjetivo del paciente?” la respuesta está, nuevamente, en el rescate de lo metafórico. No obstante, la lógica detrás de esta respuesta dista radicalmente de Freud: el hemisferio izquierdo es más “digital” que “analógico”, por lo tanto, su función está vinculada a la realidad del entorno, y al pensamiento lineal, racional, matemático y lógico. En contraste, el hemisferio derecho es más analógico, y por ende mayormente vinculado al pensamiento creativo, la fantasía, la expresión artística, la imaginación y los sentimientos. Como resultado, el trabajo desde lo metafórico llevará a un reconocimiento de las representaciones subjetivas del paciente, y por lo tanto, de su forma de percibir, sentir y visualizar el mundo. En tal caso, ya sea por ocio o por encontrar sentido, el contenido metafórico del sujeto no sería accidentado ni arbitrario, sino significativo de su percepción de las cosas. 

Confesión 3: Ahora la línea podría seguir por Roman Jakobson, a propósito de la “lateralización” izquierda y derecha cerebral expresada en las figuras del pensamiento y el lenguaje: metonimia y metáfora. No obstante, una vez llegados al cerebro faltará un paso pequeño para decir algo desde las neurociencias. Dicha explicación proviene del neurocientífico Mark Beeman, el cual mediante el escaneo del lóbulo temporal del hemisferio derecho llegó a registrar actividad de alta frecuencia a menos de dos segundos de que el sujeto de prueba sintiera una inspiración o encontrara una solución a una cuestión específica. En tal caso, Beeman señala que esto puede suceder cuando las personas están relajadas o han dejado de enfocar y atender el tema en cuestión. En este punto, hipotéticamente, si uno dejara de estar atento ante un problema el cerebro comenzaría a hacer sus conexiones y a ofrecer sus respuestas. Tal fenómeno sería incipientemente explicativo de las serendipias logradas después de un trabajo previo y una vez ya llegado el descanso, pues la respuesta ante el problema surge de modo insospechado e irracional. A August Kekulé, por ejemplo, se le ocurrió cómo podría ser la estructura del benceno después de haber soñado a una serpiente mordiéndose la cola [uróboro).

En suma, la escasez vinculada a la creatividad, supone una búsqueda de soluciones que no están localizadas a simple vista, sino que requieren de un trabajo de reconocimiento que abra posibilidades de juego. En tal sentido, la creatividad puede ser definida mediante la escasez como excedente de la naturaleza, es decir, como «excedente cultural». Así, bajo este entendido, la mano de Adam Smith comenzaría a desdibujarse a sí misma o a colorearse un hematoma, pues el excedente al no ser «naturalmente necesario» puede poseer cualidades ambivalentes, dado que toda creatividad puede resultar útil o inútil, debido a que como seres humanos creamos —y somos creativos— tanto en la quietud como en la escasez. Y de igual manera la creatividad, en tanto excedente de pensamiento, deviene en un quehacer positivo o negativo. Así, la búsqueda del beneficio propio bien puede también estar arraigada a un comportamiento irracional y no probabilístico (como ya mostraron los nobel Daniel Kahneman y Amos Tversky), de modo que en tiempos de escasez el egoísmo posiblemente resulta en la auto-perdición.

Finalmente, en aras de la escasez, incluso la creatividad suscitada del vínculo entre el comportamiento económico y la conducta psicológica, podría conducir a actos altruistas, egoístas o cooperativos.

Próxima entrega: Cómo limpiarnos el culo o la creatividad como excedente

Fotografía de Anny Peñuñuri / El Sol de Hermosillo

Sobre el autor

Cajemense ganador del Concurso del Libro Sonorense, edición 2015, en la categoría de ensayo.

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