Un recital de clavecín en Hermosillo. ¿De Clavecín? Sí, de ese instrumento parecido al piano versión petite que tiene un sonido metálico. Me recuerda a Largo, el personaje de mis Locos Adams, sí, aquellos que pasaban en la televisión en los sesentas. Se sentaba a tocarlo como poseído en aquella casa umbrosa y antigua de sus amos.

Debo confesar que no soy ajena a ese sonido ni me parece extraño, sin embargo, no había asistido a uno con el instrumento in situ. El recital estuvo a cargo de Mariana Mevans, actual estudiante del Doctorado en Musicología en Tucson, Arizona, y egresada de la Licenciatura en Piano de la Universidad de Sonora.

Ella nos dio una serie de explicaciones, todas muy pertinentes, respecto a ese instrumento. En algún momento mencionó a Johann Sebastian Bach, compositor, organista y clavecinista notable, quien, como ella dijo, ya para su tiempo “estaba pasado de moda”. Ese comentario tan simple provocó que esas ideas necias que me asaltan, volvieran a emerger: lo antiguo y lo moderno; lo que está pasado de moda y lo que está “in”.

Ciertamente, Bach estaba pasado de moda con su teoría (¡Hasta sus hijos se burlaban!), y aferrado seguía componiendo con su “técnica” antigua. ¿Alguien recuerda a todos sus detractores que escribían música al último grito de la moda?. No lo creo. Sin embargo la mayoría sabe quién fue Johann Sebastian Bach.

¿Cuál es la razón de que en el siglo XXI una joven se dedique a estudiar el clavecín, ese instrumento antiguo que “ya ni se usa”, dijera Luis Lope?, ¿Por qué el arte, con todo y su constante evolución, no deja de pensar en sus referentes anteriores? Escuchar a un instrumento pequeño, con un sonido tan característico, nos transporta a una época en la que la convivencia se desarrollaba de otra manera. Las familias hacían música para su propio deleite. El clavecín es discreto y a la vez poderoso, exigente con la interpretación y la posibilidad de improvisación. ¿Acaso no es lo que aún se exige con la ejecución de cualquier instrumento?

Volví mi mente a la Sala del Kiosko del Arte. Ahí estaban más de 50 personas escuchando a Bach. Haciendo del pasado su presente inmediato, recordándonos que en cuestiones de arte, el olvido es selectivo y de poco vale estar de moda o no. Era el día de Santa Cecilia, la patrona de los músicos, y para mi mala suerte, toda la comunidad de Hermosillo programó conciertos, algunos a la misma hora. Había música coral, pop, folklórica, sacra, etcétera. Yo elegí escuchar el clavecín, y con él constatar que lo contemporáneo está arropado por la antigüedad y que el saber no tiene fin. 

Por Ana Isabel Campillo

Fotografía de Roberto Mevans

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Sobre el autor

Fotógrafa y profesora en el departamento de Bellas Artes de la Universidad de Sonora

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