Una historia dentro de otra historia, dentro de otra historia. El diálogo siempre contradictorio – y a la vez complementario – entre cine y literatura abre en esta película tres caminos: la realidad, la ficción y el pasado. Además explora, con pasión crítica, la conexión entre el arte y la vida misma, mientras confecciona un relato de amor, crueldad y venganza.
Animales nocturnos (Tom Ford, 2016) es un sorprendente ejercicio de narrativa cinematográfica. Toma como punto de partida la aparente zona de confort que habita Susan Morrow (Amy Adams), corredora de arte y propietaria de una galería. Insatisfecha con su matrimonio, recibe el manuscrito del libro que ha escrito su antiguo marido, Edward Sheffield (Jake Gyllenhaal) y al leerlo Susan se estremecerá con la historia.
En la narración, Tony (Jake Gyllenhaal, de nuevo) sufrirá una aterradora experiencia junto a su esposa y su hija en una carretera solitaria. Después, la vida no volverá a ser la misma. Y el frenesí descrito en las páginas, dispara en Susan el recuerdo de su relación con Edward, así como las dolorosas razones que devinieron en la separación.
Aunque el eje de Animales nocturnos es el punto de vista de Susan Morrow, toda la cinta ha sido plantada con símbolos, metáforas y comentarios que nada dejan al azar. Y es lo que hace fascinante a esta película.
La realidad: una mujer en crisis.
El inicio de Animales nocturnos es provocador. En los créditos aparecen matronas desnudas, adiposas y entradas en años, aderezadas con parafernalia patriota norteamericana. Sin duda un feroz señalamiento sobre cómo el mundo ve ahora a los EE.UU. y al mismo tiempo es la introducción a la vida de Susan, la protagonista.
Entre instalaciones de arte contemporáneo, un matrimonio vacío y tarjetas de crédito sobregiradas, todos los personajes de la realidad aparecen sobrecargados. Ropa, accesorios, cultura, tecnología, maquillaje y botox, subrayan la contradicción de vivir en el mejor y en el peor de los tiempos: una existencia frívola y superficial, ausente de verdaderas pasiones y sentimientos.
La ficción: sangre, sudor y lágrimas.
El libro que Edward ha enviado a Susan le es entregado con la intención de causar dolor. Edward escribió la novela para mostrar a su ex mujer todo el daño y la devastación que su divorcio le provocó. La historia contenida en el borrador – que se titula, por supuesto, Animales nocturnos – resulta una clara alegoría de su fallido matrimonio.
Un relato salvaje. Tres hombres desalmados. Un alguacil sin nada que perder (Michael Shannon, nominado al Oscar por este papel). Y una venganza servida no con frialdad, sino con toda la vileza que la hace irresistible. Así, la ficción se presenta cruda y realista, con los pies en la tierra, en brutal contraste con la realidad. Y como las bestias, en el manuscrito leído por Susan, dominan la furia, la violencia y la crueldad.
El pasado: todo está escrito.
La lectura de Animales nocturnos, hace que Susan se enamore de nuevo de Edward. Al recordarlo, ella comprende que ha cometido un error. Enmendarlo significaría entonces recuperar, a un tiempo, sensatez y sentimientos. “We all eventually turn into our mothers”, le advierte triunfante a Susan, Anne (Laura Linney), su madre. Un augurio que se ha cumplido y que debe ser remediado.
Los paralelismos surgen. Si en la narración se introducen detalles que unen todo, en el pasado se explica que el conflicto principal de Animales nocturnos es la incapacidad de Susan en arriesgarse por Edward. Susan buscará a Edward al terminar de leer. Edward contestará. Una cita es pactada. Y lo que está escrito – la venganza – adquiere entonces una dimensión extraña, sutil y agridulce.
Animales nocturnos es la segunda película de Tom Ford, la primera fue Un hombre soltero (2009). Este diseñador de modas salvó a Gucci de la bancarrota hace dos décadas. Ahora, como cineasta, presenta un estilo visual audaz y una narrativa arriesgada donde todo cuenta: escenografías, colorido, mobiliario, vestuario, música y maquillaje.
Una pasarela hipnótica cuyos contrastes y ambigüedades no dejan lugar a dudas: por sus acentos en el melodrama, más que en el cine negro, esta es una película que se le escapó a Pedro Almodóvar.
Por Horacio Vidal
Animales nocturnos
Director: Tom Ford
Guión: Tom Ford, basado en una novela de Austin Wright
Música: Abel Korzeniowski
Reparto: Amy Adams, Jake Gyllenhaal y Michael Shannon.
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