Ciudad de México.- Cuesta trabajo interpretar en términos razonables y caritativos el desdén con que se ha referido el presidente al Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación y su aparente propósito de desaparecerlo como tal. ¿Rencor? ¿Ignorancia? ¿Lenguaje campechano? ¿Otra bravata “genial” para desconcertar a sus rivales? Ninguno de estos motivos es aceptable. Menos aún …
