La premisa de la repetición del día ya ha sido tomada. Cintas como Hechizo del tiempo (Harold Ramis, 1993) ó El efecto mariposa (Eric Bress, 2004) dan cuenta de ello. En el primer caso, interpretado por Bill Murray, el asunto corre desde la perspectiva de la comedia, a un tiempo cínica y reflexiva; en la segunda película, se trata de una propuesta de pretendidos alcances subversivos, con Ashton Kutcher.

Una pesadilla a partir del mito de Sísifo.

En el pueblo de Pacific Northwest, la joven Samantha Kingston (Zoey Deutch) está a punto de concluir su high school sin remordimientos. Junto a su íntimo grupo de amigas: Lindsey (Halston Sage), Ally (Cinthia Wu) y Elody (Meladion Rihami), vive el mejor momento de sus días.

Se trata de las chicas más populares de la escuela. Arrogantes, en apariencia solidarias solo entre ellas, no son más malvadas o perversas que cualquier clan femenino en la cima de su esplendor sexual. Acostumbradas a sus cotos de privilegios, presumen lo envidiables que son y se burlan, sin piedad, de las menos encantadoras.

Sin embargo, lo que pudo ser un documento interesante acerca de la soberbia juvenil, permanece solo en la superficie de sus propias ideas, aunque se debe admitir que el desenlace es cautivador.

Maluma tiene razón. El plan de las cuatro babys inicia la semana de San Valentín y consiste en preparar un ritual iniciático para Samantha, decidida a entregar su virginal belleza a Rob, su galán al uso (Kian Lawley), semental dispuesto a dejarse llevar.

Tal y como lo presentó, con maestría superior, la francesa Bang Gang (Eva Husson, 2015), los traumas y conflictos adolescentes ya no provienen, como se suponía, de familias disfuncionales o de otros obstáculos sociales determinados. Lo que ambas películas plantean es la soledad opulenta, tecnológica y febril de las nuevas generaciones de la clase media.

Asistiremos a clases, donde el profesor Daimler (Julio Boneta, el mexicano) explica a los alumnos la trascendencia del mito de Sísifo y terminaremos la noche de fiesta, en casa de Kent (Logan Miller), eterno enamorado de Samantha, aunque ésta no lo pela.

Los excesos eróticos, etílicos y de otras sustancias en el ánimo hormonal de los jóvenes son presentados con cámara en mano, desde el punto de vista de la protagonista, con todo el estilo de un corresponsal de guerra, en el centro de la acción.

Más adelante, la pelea que todo lo desencadena. Lindsey humillará a la rara e introvertida Juliet (Elena Kampouris) en una secuencia iluminada por completo en rojo, mientras las crueles amigas arrojan el contenido de sus vasos a la víctima vulnerable. Una clara y puntual referencia a Carrie (Brian de Palma, 1978).

Y de ahí, a la muerte.

Si no despierto es el resultado de mezclar literatura juvenil, como Por 13 razones (Brian Yorkey, 2017), Divergente (Neil Burger, 2015) y la inexorable Los juegos del hambre (Gary Ross, 2012), con la industria cinematográfica hollywoodense: productos de fácil consumo que resultarán entretenidos para audiencias PG.

Si no despierto, reserva – a pesar de la liberalidad con la que se escenifica su argumento – varias lecciones recuperadas de la más rancia educación sentimental cinematográfica (norteamericana).

Que si vas a sucumbir a la pasión del sexo ocasional, recibirás un castigo que puede ser mortal: aporte de todas las cintas de terror adolescente. Que si todo lo malo ocurre en el bosque, que el mejor jale te lo dará quien en verdad te ama y el consejo más peligroso: vive el momento, vívelo con intensidad, como si mañana no fueras a existir.

La trampa precisa del actual pensamiento positivo, convertida en cínica conclusión en estos tiempos de TED Talk.

Si no despierto acierta en ejecutar su argumento a partir del proceso de Kübler-Ross aplicable a cualquier catástrofe personal: negación, depresión, ira, negociación y aceptación; pero falla al buscar una forma convincente para presentar la lucha de una joven adolescente que se ve arrastrada por una especie de maldición kármica.

La verdadera paradoja de Si no despierto es que tal vez sea necesaria verla para comprender la ácida inteligencia contenida en Hechizo del tiempo.

Y para eso aún estamos a tiempo.

Por Horacio Vidal

Sobre el autor

Horacio Vidal (Hermosillo, 1964 ) es publicista y crítico de cine. Actualmente participa en Z93 FM, en la emisión Café 93 con una reseña cinematográfica semanal, así como en Stereo100.3 FM, con crítica de cine y recomendación de lectura. En esa misma estación, todos los sábados de 11:00 A.M. a 1:00 P.M., produce y conduce Cinema 100, el único -dicen- programa en la radio comercial en México especializado en la música de cine. Aparece también en ¡Qué gusto!, de Televisa Sonora.

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