Hermosillo, Sonora.-

Ayer, mientras saboreaba un espreso en Café Yonqui (consume local), uno de mis adorados suscriptores me mostró el video que más tarde correría como pólvora: la épica desgreñada entre Mirtha Castro y Erika Llaguno en el hasta entonces aburrido Congreso del Estado. Lo vi, el video, con asombro, carcajada y finalmente preocupación, pues resulta que en la segunda mirada descubrí a mi madre en la butaca contigua a la de Erika, y mi madre, doña Alba Luz Rascón Paredes, ha cumplido este lunes la orgullosa edad de setenta octubres, y mi amá, pues, ¡tuvo que hacer uso de un caballero como escudo humano para protegerse!

Ahora bien, entre las reacciones sociales —la mía es eso, personal— a la trifulca llama la atención la postura de los beisbolero hermosillenses, que con esta escaramuza demuestran la debilidad del argumento que arenga: «el beisbol es borrachera y de la borrachera nacen las penosas peleas» como la del pasado fin de semana en el Fernando Valenzuela Stadium, en esta ciudad, cuando dos varoncitos de cuarenta o más se liaron a golpes como en aquellos años de juventud.

Véase, pues, que la violencia callejera no es exclusiva de varones o beisbol, pues sí algo quedó claro ayer es que las mujeres también tienen con queso, así sea en la casa de la civilidad y el protocolo, la cámara local de diputados, políticos acartonados y vende humos donde los haya.

Otra interesante reacción se ha dado entre los antichairos, que acusan a la periodista Llaguna de extrema chaira, o la de los anti Mirtha, que se prodigan en improperios contra la veterana activista. También están los que aprovechan la chanza para mofarse del contexto: en la mera entrega de la presea al poderío femenino… «deberían darle otra a ellas, que de verdad pelean por sus derechos», se ha leído en algún lado.

Y finalmente la de algunas mujeres avergonzadas por tamaño espectáculo, o la de hombres ofendidos por el avance de la mujer en el México moderno, que aprovechan la ocasión para gritar: «¿Ven? ¡Son iguales que nosotros!». Plop.

Yo sólo pido a las protagonistas del zipizape que a la otra se abran pa’ terreno —las dos saben a lo que me refiero—, porque ponen en peligro a viejitas y viejitos que tienen su corazón. Ahora que si no llegan a las manos, mucho que mejor 🙂

Mientras tanto acá las fotos de Pablo de la Rosa y más abajo el video de autor, hasta el momento, desconocido.

Sobre el autor

Premio Nacional de Periodismo 2007. Director de Crónica Sonora. Escríbele a cronicasonora@gmail.com

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2 comentarios

  1. Buena Crónica de Sonora, como bien lo escribes mi buen Benja, el reflejo de la sociedad sonorense está en una tribuna deportiva a la par que en una tribuna legislativa, en esta ocasión palidecieron las letras doradas que enaltecen a nuestros proceres, Obregón intentaba cubrirse de la pena con su mano derecha imaginaria, Calles pedía al Cristo redentor por qué volviera la cordura, y hasta el recién nombrado Jacinto López revivia sus glorias de líder y coreando¡Hay tiro raza hay tiro! Salvando la plana tu mamá Alba Luz intentando calmar las aguas broncas, del siempre Sonora bronco.

    Pd. Felicidades a tu amá por su reciente cumpleaños, larga vida y buena vibra ?☘️

    1. jajajaj gracias por el aporte, Cabo. me imagine a los proceres de esta patria chica mirando con recelo o con admiracion a las combativas mujeres de siglo XXI, vamos a ponerles asi. un abrazo y otra vez gracias pero esta vez por la doble suscripción a este redoblado esfuerzo que es CRÓNICA SONORA 🙂 🙂

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