El regreso de Oliver Rendón a Crónica Sonora
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Hermosillo, Sonora.-
Cuando era niño me daba por organizar fiestas en el patio trasero de la casa, le pedía permiso a mi mamá y decoraba las bardas con papel crepé de color naranja y negro, dibujaba calaveras en cartulinas y las pegaba por todos lados, convocaba a todas las niñas y los niños de la cuadra para celebrar el Halloween en Hermosillo.
Había premio para el mejor disfraz y yo por andar a las carreras nunca lograba que mi disfraz estuviera lo suficientemente bien, la última vez terminé vistiéndome de San Martín de Porres con la túnica de la primera comunión de mi hermano, una sotana obscura hecha de papel crepé y la cara teñida con tizne que obteníamos de quemar un plato de la vajilla. De todas maneras hubiera sido raro que fuera el organizador y también el concursante premiado.
¿Quién me tenía organizando una fiesta de Halloween a los 10 años? ¿Por qué no mejor me dedicaba a buscarme un buen disfraz y acudir a la fiesta de alguien más? Estas preguntas me vienen a la cabeza cada año cuando estoy quejándome porque hace falta presupuesto para sacar adelante el Festival Internacional de Cine en el Desierto. Que faltó un detalle en un documento legal que nos hizo perder los donativos del IMCINE, que la fundación Bancomer nos volvió a batear, que el Instituto Sonorense de Cultura está sin un peso, que al Instituto Municipal de Cultura y Arte en Hermosillo se le fue todo en las Fiestas del Pitic, que la cadena de supermercados que nos había dado el año pasado ya no nos quiso dar este, que el consulado americano ya no nos contestó, que mis papás me volvieron a prestar lana para completar los boletos de avión de unos invitados.
“Necesito hacer ya mi primer largometraje”, “ya no vuelvo a organizar esto nunca más”, me juré a mi mismo el 2015 y el 2016 y el 2017 al terminar el festival. Pero justo el 2017, al regresar algunos blu-rays de las películas que habían formado parte de la programación, sucedió algo que me iluminó un poco el camino hacia la respuesta. Estando en FedEx con el paquete de películas listo para enviar, la señora de la limpieza de dicha paquetería pasaba frente a mí con su trapeador una y otra vez, sentía su mirada encima hasta que se animó y me abordó
– Usted es el del Festival de Cine del Desierto, ¿verdad?
Yo contesté “Sí, ¿cómo supo?”, intuyendo que me habría reconocido de alguna entrevista o algo similar
-Fui a ver nueve de las películas
Y ante mi cara de incredulidad la señora fue aún más allá
-Vi la de Señorita María, la de Viejo Calavera, la de Territorios, la de Tesoros…
Y así continuó nombrándome cada una de las nueve películas. Pasé de la incredulidad a la estupefacción. Me invadió una sensación similar a la de ganar un premio en un festival. Eso era algo muy cercano a entender un poco de lo que nos mueve a organizar el FICDesierto, a mantenerlo gratuito y en espacios públicos, a procurar ser arriesgados con las temáticas, con las formas, con los contenidos, y asegurarnos de tener en Hermosillo películas que de otra manera la gente difícilmente podría conocer.
A ver si el año que viene le echo más ganas a mi disfraz o si vuelvo a sacar la fiesta de Halloween pidiendo prestada la casa, la túnica y el papel crepé, pero por lo pronto este año ya está aquí la octava edición del FICD, del 26 al 30 de septiembre, y esta vez el foco no está en un país invitado sino en las mujeres que hacen cine. Este año la fiesta se arma con nueve películas escogidas rigurosamente por mi maestro Fernando Álvarez Rebeil, con un taller de dirección de cine impartido por el gran Hari Sama, con la presencia de la futura directora del IMCINE María Novaro y con nueva sede principal en el Teatro Emiliana de Zubeldía de la Universidad de Sonora. Y aprovecho para agradecer justamente a la Universidad de Sonora por ser hoy por hoy el mayor pilar que sostiene esta iniciativa cultural ciudadana llamada Festival Internacional de Cine en el Desierto que en el 2018 volverá a saciar nuestra #seddecine. Busca la cartelera en Facebook.
Larga vida al FICDesierto !!!!
ESTÁN SURGIENDO MUY BUENOS GUIONISTAS EN SONORA COMO TU, SIEMPRE CON TALENTO.
Oliver es un snob presuntuoso que estudio en Universidad de Sonora ( No en la Ibero) y el alcance de su trabajo artístico es poco destacable ( como la mayoría de los autonombrados cineastas sonorenses) con la notable excepción del Festival, que es sin duda interesante y obra de un pésimo cineasta pero un excelente publirelacionista y gestor cultural.
oye pero a mí sí me gustó Loving South! qué hago con eso?! 😛
gracias por tu comentario sincero, Carlos. una duda: ¿que no se escribe «publirrelacionista»?