Saludamos el estreno de Hermes Ceniceros en Crónica Sonora 😉

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El pasado sábado 3 de diciembre un grupo de ciudadanos se reunió afuera del Ayuntamiento de Hermosillo en la plaza Zaragoza. Lo hacían porque así se había acordado al final de la marcha que se realizó dos días antes, el jueves, en la cual se manifestó la indignación de los hermosillenses por el aumento al agua y a las multas de tránsito, así como a la anuencia para concesionar el alumbrado público.

Desafortunadamente, a pesar del esfuerzo de algunos que realmente querían ver un movimiento de indignación civil organizado, el tiempo se perdió en una  hora y media de presentaciones – muchas de ellas de egos y otro tanto de tiernas fantasías “revolucionarias”- y media hora en tomarse una foto y grabar un video que saldría en Vigilia Sonora y en otras cuentas que funcionan como medios ciudadanos. En pocas palabras, los ciudadanos se reunieron a curarse las heridas y no a organizarse.

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Manifestación del 3 de diciembre en Hermosillo

En lo personal yo ya estoy cansado de estas historias de movimientos ciudadanos perdedores y de eyaculación precoz, que nunca son capaces de tener en claro los objetivos que persiguen, así como generar una asamblea en la cual se pueda llevar un orden del día, repartir comisiones y trabajar para realmente construir ciudadanía. Estoy cansado de esos personajes que ya todo mundo conoce e identifica, esos egos que usan media hora para presentarse y únicamente aportan gritos en el megáfono pero no ayudan en nada a la organización que necesitamos para realmente generar un movimiento sólido que presione a los políticos y empresarios del status quo, quienes por estar bien organizados nos están goleando un millón a cero.

Pero sobre todo, de lo que estoy más harto, es de que nosotros mismos seamos nuestros mejores saboteadores, que no necesitemos enviados del gobierno porque nosotros mismos somos quienes mejor desmantelamos nuestras anémicas movilizaciones. Y es por esta razón que ahora me atrevo, aunque moleste a algunos, a poner sobre la mesa de debate una serie de cuestionamientos a nuestra necia insistencia en no querer organizarnos y preferir limitarnos a pegar de gritos como un puñado de lunáticos arengando en la plaza.

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El motivo de los cuestionamientos que realizaré a continuación tiene el único propósito de que nos permitamos reflexionar juntos en causas por las cuales nos está costando tanto trabajo construir ciudadanía y organizarnos de manera horizontal. Y es que, seamos sinceros con nosotros mismos, los escenarios políticos, económicos y sociales -tanto a nivel internacional, nacional, así como local- nos obligan como comunidad, hoy más que nunca, a que desarrollemos habilidades organizativas que no estamos demostrando. Así que espero me ayuden, nos ayudemos, a pensar cómo podemos dejar de arengar tanto y pasar a una movilización de la indignación civil y politizada más pensada, con objetivos claros y una ruta crítica que nos lleve a tener los logros ciudadanos que tanto deseamos.

 ¿Por qué no entendemos que al movilizarnos como sociedad civil participamos en la vida política de nuestra comunidad?

En este punto quiero que tengamos en claro que politizar no es lo mismo que partidizar. Durante mucho tiempo el discurso de los medios y de los mismo partidos se ha encargado de mal usar el concepto de politizar con un objetivo muy claro: hacer que las personas de a pie, el ciudadano común, se aleje de la vida pública y le deje todo el terreno a los partidos políticos, los empresarios y los medios masivos de comunicación. Nos hicieron creer que politizar los temas de la vida pública, de lo común, es igual a corrompernos y dejarnos engañar por los partidos de oposición.

Por este motivo, por muchos años se nos dijo que movilizarnos como sociedad civil era malo, era corrompernos, con el propósito de dejar en paz a los políticos y los empresarios del status quo. En este entendido, dejamos que las personas se olvidaran de participar en temas políticos, creyendo que así evitaban ser manipulados por los partidos, pero también se les olvidó organizarse como sociedad civil: participar en una asamblea, escribir un pliego petitorio, repartir comisiones y más que nada en trabajar en equipos para una comunidad. El ciudadano de hoy está despolitizado y se siente impotente para hacer frente a las injusticias, los abusos y la impunidad de los gobiernos actuales.

Al asumir que todo ciudadano al momento de politizarse necesita organizarse para influir en los actores políticos que están en los puestos donde se toman las decisiones de la vida pública, estamos entendiendo que esta forma de organización ciudadana se convierte en actor político no partidista. Entendiendo lo anterior es que debemos reconocer que toda organización ciudadana se mueve en el terreno de la esfera pública, el mismo escenario en el cual se mueven los partidos, los gobiernos y los políticos. Así pues, debemos tener bien claro qué nos diferencia de ellos.

Recientemente, ante la crisis de credibilidad que tienen los partidos, se habla de ciudadanizar la política y de que estas organizaciones deben abrir sus puertas a los ciudadanos. Hoy en día hasta el PRI dice que es ciudadano y en cierta medida tiene razón, porque tanto sus afiliados como sus actores no dejan de ser ciudadanos de donde viven por ser parte de un partido. Entonces, si los partidos y las movilizaciones ciudadanas están compuestas por ciudadanos que se agrupan por un objetivo en común en la arena pública, ¿cuál es la diferencia entre los partidos y los movimientos de ciudadanos?

La principal diferencia entre ambas organizaciones está en las motivaciones: a los ciudadanos que son parte de un partido los motiva la búsqueda del poder a través de la participación electoral, en cambio los movimientos de ciudadanos encuentran su motivación en la indignación, en el hartazgo, en la búsqueda de justicia social, ambiental o en la defensa de los derechos humanos.

Esta diferencia hace que sus formas de operar sean totalmente diferentes, con ciclos de vida diferentes y por lo tanto con diferentes maneras de organizarse. Mientras que los partidos buscan líderes con discursos unidireccionales que ganen simpatías y votos entre las masas, las organizaciones de ciudadanos buscan, o deben buscar, discursos colectivos y consensuados en asambleas populares donde las decisiones se tomen de manera horizontal. Esto obliga a que los partidos tengan una organización estructurada de arriba para abajo, como una pirámide; mientras que las organizaciones de ciudadanos deben formarse de manera horizontal, de abajo para arriba y sin formar una punta en la cima. Esta diferencia implica que las personas que se agrupen en una organización de ciudadanos necesitan arengar menos, porque esto es más de un líder partidista, y organizarse más. Desafortunadamente cuando nos nace la necesidad de salir a las calles para manifestarnos, todavía nos sigue saliendo el pequeño priísta que llevamos dentro y nos da por arengar y nunca por organizarnos.

¿Por qué a los egos no les gusta respetar el tiempo del otro?

Antes de continuar con este cuestionamiento quiero aclarar que no me molestan las asambleas largas que duran toda la tarde. Cuando estuve en la acampada de Plaza Catalunya, en el #15M, me tocaron varias asambleas maratónicas con mucha participación y discusión en las cuales aprendí infinidad de cosas, entre otras a ser paciente. Por otro lado, compartiendo experiencias con algunos colegas de Wikipolítica, quienes llevaron al congreso local de Jalisco a Pedro Kumamoto como candidato independiente, coincidimos en lo agotador y a la vez importante que llegan a ser las asambleas, el organizarse, pero no debe ser una tortura.

Sin embargo lo que ya me parece un abuso, y que a menudo pasa en nuestra comunidad, es la necedad de algunas personas por saborearse mientras hablan de sus luchas sociales, de lo que han hecho y de cuánto odian al enemigo público en turno, sin tomar en cuenta que las personas que vamos a una asamblea o reunión no vamos a escucharlas hablar sino a participar y organizarnos para la acción social.

Las reuniones o asambleas pueden durar horas y por eso debemos ser respetuosos del tiempo del otro, porque todos los que asistimos tenemos miles de actividades en el día, trabajamos, atendemos el hogar, necesitamos esparcimiento, etcétera. Por este motivo es que si damos parte de nuestro tiempo queremos que este sirva de algo y no se vaya en escuchar al ego de alguien presentándose o disertando sobre los males del neoliberalismo. En este sentido es que me pregunto: ¿por qué cuando surge un movimiento en Hermosillo y comienzan a hacerse reuniones, tenemos que hacernos perder tanto tiempo con los mismos errores de toda la vida?, presentaciones de egos y disertaciones que deberían ser para el café de los jueves.

Seamos realistas, en Hermosillo somos casi siempre los mismos que nos manifestamos, no es posible que no nos ubiquemos y necesitemos presentaciones tan largas. Creo que en gran medida nuestra falta de respeto por el tiempo del otro es por la necesidad del ego de algunas personas de sentirse caudillos o líderes mesiánicos, algo que está muy arraigado en nuestra cultura política, pero también porque no sabemos formar colectividades y hemos permitido que las personas a las que les gusta gritar más impongan sus ideas no por sus argumentos, sino por su habilidades histriónicas para hablar en público. Esto ha hecho que las reuniones o los intentos de asambleas se vuelvan más en un concurso para ver qué perico habla más bonito y no en la búsqueda de puntos de acuerdo que nos ayuden a formar un discurso colectivo con objetivos claros.

Si los movimientos de ciudadanos quieren ser capaces de hacer asambleas con un orden del día, llegar a puntos de acuerdo y repartir comisiones para atender una ruta crítica que nos haga lograr objetivos colectivos, debemos comenzar aprender a respetar el tiempo del otro y a saber silenciar el ego. Si quieren nutrir sus egos y ponerlos a competir, métanse a un partido político.

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¿Por qué insistimos en echarle la culpa a la apatía y no nos preguntamos qué se está haciendo mal?

Cuando Donald Trump ganó las elecciones gringas el periodista Martín Caparrós escribió un texto en el cual, antes de echarle la culpa a las redes sociales por meternos en la burbuja del algoritmo (que nos facilita las búsquedas en Google y nos inserta las publicaciones con más probabilidad de agradarnos en nuestros muros), decidió cuestionar a su gremio por su discurso autocomplaciente y afín al status quo, por el simple hecho de que ante las crisis se necesita asumir responsabilidades y no ir por la salida fácil de adjudicar la culpa a alguien más. En este entendido es que ya estoy harto de que las pocas personas que salimos a manifestarnos sigamos culpando a los otros por su supuesta apatía hacia las manifestaciones de indignación social de nuestra ciudad. ¿Por qué no comenzamos a cuestionarnos cómo es que nos estamos comunicando y organizando que no logramos hacer contacto con la mayor parte de la población?

Ya basta de sentirse el mártir o el loco que grita solo en la plaza. Comencemos a cuestionarnos cómo es que debemos comunicarnos para tener una mejor organización horizontal, capaz de usar las tecnologías de la información y la comunicación (TIC’s) como una herramienta de trabajo y no como un varita mágica.

Repito, dejemos de arengar. Comencemos a organizarnos respetando los tiempos del otro, escuchando más y callando al ego del pequeño priísta megalómano que llevamos dentro. Ya no necesitamos más liderazgos mesiánicos o caudillos, necesitamos escucharnos entre nosotros y construir discursos colectivos que nos ayuden a tener claridad en los objetivos que buscamos juntos. Porque seamos claros, si no logramos tener objetivos en común y llegar a la mayor cantidad de personas, es mentira que representamos un movimiento de ciudadanos, sólo somos un puñado de indignados sin apoyo representativo de la sociedad.

Empecemos de boca a boca, en las universidades, en el trabajo, en las colonias, en donde sea pero que nos sirva para hablar de lo que nos indigna y a crear pequeños grupos organizados. Tenemos que construir verdaderas colectividades que hagan redes sociales de carne y hueso para que las redes digitales realmente puedan servir como una herramienta para dar a conocer ideas y proyectos y tengan poder de convocatoria.

***

Cierra el año y en Hermosillo nos amenazan con la concesión del alumbrado público, con los aumentos en agua, multas y hasta con un cobro “opcional” para la cultura municipal que más bien es para las fiestas privadas del Ayuntamiento. Si no comenzamos a organizarnos, seguiremos siendo carne de cañón en un 2017 que promete ser más devastador que el 2016. Estamos a tiempo para comenzar a actuar diferente y dejar de hacer movimientos ciudadanos perdedores y de eyaculación precoz.

Texto y fotografía por Hermes D. Ceniceros

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Marcha del 1 de diciembre en Hermosillo

Sobre el autor

Doctor en Didáctica de la lengua y la literatura en contextos plurilingües y multiculturales por la Universidad de Barcelona. Comunicador freelance que colabora, desde su fundación, en el proyecto de construcción de paz Nuestra Aparenta Rendición, así como en Proyecto Puente.

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6 comentarios

  1. aprobado todooooooo
    pinche circo,,,, ya estaba todo planeado,,, le hicieron como que siiii habia oposición, y pues los compromisos entre partidos es lo que rifaaa ,,, la gente dormida ,,,y los «estudiados»(pendejos con titulo) que dicen que la forma de arengar no es la correcta y ellos no hacen nada trascendental si no solo criticar y demostrarnos como se hace,,, jajajaj los que están en contra de arengar lo quieren por la via institucional donde la mafia ya la tiene hace mucho dominada a si que, al ser institucional pasa a ser parte de un ladrones corruptos y llega hacer parasito de gobierno, creo que lo estudiado no ayudan a comprender que esta ama-fiado o eso nos quiere hacer creer para que no haya mitines ni manifestaciones que manchen la podrida vida política

  2. Pasó la mesa redonda que fue resultado de esta colaboración y me dejó muy buen sabor de boca, ojalá se repita y se extienda la convocatoria a otras causas que andan por ahí desvalagadas, y entendamos que la solidaridad y la empatía debe poder más que las acusaciones de «metiche», «ajonjolí de todos los moles», «protagonista» y todo aquello que les dicen a los que siempre andan en casi todo como muchos quisiéramos, compartiendo luchas tomando los micrófonos para que no se caigan y declarando en la medida de sus posibilidades el porqué de su asistencia a cada movilización… Puede ser que las urgencias nos rebasen, que nos gane la desesperación de vernos acorralados, pero creo que hay que salirnos de la esquina en donde nos andan tundiendo y analizar porqué la guardia no nos cubre, porqué nuestros golpes no dan en el blanco o no causan efecto. A algunos se les cuecen las habas por avanzar, pero eso me gustó de anoche, por lo menos yo me fui a mi casa muy satisfecho de ver que se puede construir si nos lo proponemos, ¿que no nos llevamos tareas, que no planteamos objetivos, que no creamos comisiones y muchos etcéteras que han de haber frustrado a por lo menos dos de los presentes? El chiste es que nos encontramos, nos tratamos bien, nos dejamos hablar (Yo los dejé hablar a todos), nos reconocimos iguales y creo que hasta de cierta forma nos reconciliamos (Y no descarto que esto sea un sueño guajiro).
    Gracias Hermes por dar el golpe, Gracias Benja por meter la zancadilla, gracias Paco y equipo por la hospitalidad y gracias a los que fueron.

    1. Gracias Maguila. Que bueno que fuiste y la experiencia del dialogo que construimos juntos te dio esta satisfacción que en lo personal yo tambien comparto. Hicimos un grupo para ver la posibilidad de continuar. No tengo tu FB y por eso no te agregue, pero si me mandas un inbox con gusto te agrego. En FB me puedes encontrar por mi nombre Hermes D. Ceniceros

  3. Excelente, mis pensamientos van en ese mismo sentido. Después de mucho andar en marchas y manifiestaciones me convencí de que denunciar y gritar no cambiaba realidades. Los discursos de los opinólogos, activistas y analistas me cansaron al grado de abstenerme de ellos para mantener la esperanza y poder trabajar construyendo, no destruyendo. No se puede hacer y deshacer al mismo tiempo, por eso me enfoqué en lo primero. Ya tenemos, como dice la gente letrada, muchos diagnósticos de la situación mexicana. Si ya los conocemos y tenemos las ideas claras sobre lo que pasa ahora faltan formas de organzación viables y centradas. Yo le tengo fe y creo profundamente en la educación. Pero no en una educación que se la pasa lloriqueándole al gobierno todo lo que no nos da, sino en una escuela capaz de formar gente con la posibilidad de adaptarse a los entornos globales, de sacarle provecho a la economía neoliberal, de dominar a la política pero no por la fuerza, sino por la capacidad de hacerle ver a los políticos que somos capaces de generar formas de organización ciudadana que hacen ver lo inútiles y vanas sus acciones guberanmentales. Qué gusto leer textos así! Felicidades!!!

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