Pues la fuerza es justa cuando es necesaria
Nicolás Maquiavelo
Frase a la medida por la decisión y orden tajante de Rodolfo Montes de Oca, titular de la Fiscalía General de Justicia del Estado de Sonora, dada a todos los mandos policiacos bajo sus órdenes, en el sentido de accionar sus armas de cargo en contra de quien o quienes atenten contra la seguridad física de sus elementos.
Hace unas cuantas horas, por rumbos de Estación Zamora, municipio de Hermosillo, elementos de la Agencia Ministerial de Investigación Criminal –AMIC– mataron –así con todas sus letras — a otro rufián que con machete en mano –y un hacha en la otra –los atacara, tras resistirse a la aprehensión derivada de una investigación en su contra por narcomenudista.
Alfredo «N», alias «El Barbas», pasó a formar parte, igual que otros de su calaña, de una larga lista de quienes brincaron al «lado oscuro» de la vida, de donde muy pocos regresan a salvo; pero en su mayoría, como este, adiós, una historia más para el olvido, para la memoria negra.
Fuerza justa y necesaria, como dijo hace mucho el todavía no entendido florentino –Nicolás Maquiavelo–, aplicable , claro, al ámbito político, pero de plena vigencia en el quehacer policiaco, donde diariamente la parca arrastra su guadaña en busca de víctimas, de la que, por supuesto, no escapan los hombres con uniforme que juraron defender a la sociedad, aun con sus sacrificios e ingratitudes.
Tan dispuesto está Montes de Oca a cerrarle el paso a la impunidad en las estructuras policiacas como en los mandos de estas, que ahí se encuentra el cese fulminante en contra de Germán López Monroy como delegado de la fiscalía en el ayuntamiento de Nogales, quien quiso aprovechar su cargo para medrar y lastimar a quienes en esencia estaba obligado a defender.
No le tembló la mano al joven fiscal y en dicho tenor debe continuar su difícil labor al frente de la fiscalía. Y además, fiel a su estilo –recuerdo agradable cuando ambos cursábamos la carrera de derecho en la amada Unison–, alejado de protagonismos y reflectores, como corresponde –así debería ser en todos los casos– a todo funcionario público.
¡Alea jacta est’!
Por Manuel Fernando López
Fotografía ilustrativa -y editada- de Jorge Flores, tomada en algún barrio de Hermosillo en 2011
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