En la psiquiatría y psicología modernas cobra gran énfasis el llamado Trastorno ó Desorden de Ansiedad Generalizada (TAG ó DAG según sea el caso), que lo padecen aquellas personas que sufren intensas reacciones de ansiedad (preocupación, alta activación fisiológica, etcétera) en situaciones altamente frecuentes, no recogidas en los diagnósticos de tipo fóbico, obsesivo, pánico o sucesos de estrés postraumático. Las personas con este trastorno muestran por tanto niveles muy altos de ansiedad casi todo el tiempo.

 

La ansiedad, luego entonces, está promovida por interpretaciones erróneas y pensamientos anticipatorios que se disparan en la Navidad a su máxima potencia: la gente empieza a entrar en una espiral del «qué voy a comprar”, “quiénes me visitarán”, “quién no vendrá”, “con quién me pelearé”, “mi novia será del agrado de mis padres”…

 

Y como decía Larry Wilde, actor, cómico y presidente del PEN de Los Angeles que aglutinaba a todos los poetas, ensayistas y novelistas en los años ochenta: «Navidad es la época en la que se nos acaba el dinero antes que los amigos». Pero lo más maravilloso es lo que decía WC Fields: «La Navidad en mi casa es por lo menos seis o siete veces más agradable que en cualquier otro sitio. Empezamos a beber temprano y cuando el resto de la gente ve un solo Santa Claus nosotros vemos seis o siete».

 

Este gran malabarista y actor estadounidense me supongo que se empinaba uno o más bacanoras para que le llegara la imaginación a ese grado.  Tal vez él no tenía ansiedad generalizada, pero muy seguramente era un buen dipsómano.

 

Hay de Navidades a Navidades también. No pasan la misma Navidad en este país los nietos de don Alberto Bailleres, recientemente premiado con la medalla Belisario Domínguez, y uno de los hombres más ricos de México, que la de miles de indígenas chiapanecos en extrema pobreza o la de los guarijíos aquí en Sonora, olvidados por el establishment y las llamadas “cien familias” que ostentan el poder económico y político de nuestro país.

 

No basta un “juguetón” o una entrega de regalos en forma masiva en esos días, si miles no tienen lo básico para subsistir el resto del año, ni tienen los trabajos adecuados, ni las plataformas necesarias para ser representados, ni mucho menos el entrenamiento para realizar labores más productivas y necesarias para su sostenimiento.

 

En México y Latinoamérica hemos hecho de las Navidades precisamente un Trastorno de Ansiedad Generalizada al discrepar tan fuertemente la brecha entre los que más tienen de los que precisamente no tienen nada. La educación, aunque laica y gratuita, no tiene el mismo nivel de calidad en los institutos privados que en las escuelas rurales, donde el alumnado tiene una infraestructura deficiente y en circunstancias muy adversas, donde el sistema de seguridad no les garantiza no sólo sus derechos, sino el respeto a sus propias vidas.

 

Los aztecas celebraban durante el invierno el advenimiento de Huitzilopochtli, dios del sol y de la guerra, en el mes que ellos llamaban panquetzaliztli, que equivaldría aproximadamente al período del 7 al 26 de diciembre de nuestro calendario. Aprovechando la coincidencia de fechas los primeros evangelizadores, es decir los agustinos, promovieron la aparición de la Navidad y así desapareció el dios prehispánico. Y mantuvieron la celebración pero dándole características cristianas.

 

Los ingleses a principios del siglo XIX se empezaron a preocupar por la eventual desaparición de la Navidad, y como la Navidad la tenían diagnosticada como un momento de gran sinceridad en la vida -no como ahora que con el consumismo ha venido convirtiéndose en un TRASTORNO DE ANSIEDAD GENERALIZADA- hicieron esfuerzos para revivir la fiesta.

 

Hay un autor que es como para destacarlo, su nombre: Charles Dickens, que hizo Un cuento de Navidad publicado en 1843, desempeñando un papel importante en la reinvención de las épocas decembrinas. A Dickens lo han mencionado como un autor cuyos personajes son de los más memorables y creativos de la literatura inglesa, nombres como Oliver Twist, David Copperfield, Ebenezer Scrooge y otros lo han hecho irrepetible. Por eso en Un cuento de Navidad  hace hincapié en la familia, la buena voluntad, la compasión y la celebración familiar.

 

En la actualidad, prácticamente todas las iglesias cristianas históricas (iglesia católica, iglesia ortodoxa, comunión anglicana, diversas iglesias protestantes) otorgan a la solemnidad de la natividad o Navidad una importancia tal que se le antecede de un tiempo de preparación, el adviento, de la misma forma que la Cuaresma constituye el tiempo de preparación de la Pascua. Pero los comercios aprovechan ese lado “sensible” de la humanidad para hacer de las suyas, poner los nervios de punta a los consumidores, hacer que los niños les exijan regalos a los padres, los nietos a sus abuelos y los ilusos a Santa Claus.

 

Salen a relucir todas las compulsiones, las ansiedades, las absurdas obsesiones, los pensamientos basura, los comedores compulsivos, los indigestos putrefactos, los dipsómanos de closet, los vendedores por Facebook, los twitteros irredentos, las amas de casa furibundas por cambiar un nuevo carro en “christmas day”, los copuladores reprimidos también se enloquecen y sus esposas no se dan abasto para atenderlos como se debe.

 

Es la industria del recalentado, del envoltorio de regalos para la suegra, de la caja de chocolates para la morrita que se añora, del esnob compra libros para tener que leer enfrente de los demás, de los hijos que bailan a todo volumen al son del karaoke con rockola, las primas que hablan de los demás sin cesar, el abuelo que le dio un coma diabético de tanto comer dulces, de los postres que salieron mal a pesar de tanto dátil con nuez, de los tamales de elote que lo único que tienen es una pequeña porción de chile verde y a todos les cayó mal… eso son las Navidades, esas que nos dan TRASTORNO DE ANSIEDAD GENERALIZADA, las que esperamos todos los años pero queremos que se acaben ya.

 

Por Cipriano Durazo Robles

Fotografía de Benjamín Alonso Rascón

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Sobre el autor

Cipriano Durazo Robles es Licenciado en Periodismo por la Universidad Kino y Presidente de la Sociedad Amigos del Museo de Historia de la Universidad de Sonora. Articulista de radio y medios digitales. Se desempeña como dictaminador sanitario de la publicidad en COESPRISSON (Comisión Estatal de Protección Contra Riesgos Sanitarios del Estado de Sonora).

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1 comentario

  1. Comparto totalmente! Y les comento que además en Hermosillo es casi imposible conseguir mediación para enfermedades como la ansiedad y depresión, lo escribo como autista, donde encontrar, Alprazolam, duloxetina o clonazepam en diferentes presentaciones puede ser equivalente a una manda en diciembre. Hay una escasez enorme y consumir los medicamento de patente incluso puede significar no comprar tu arbolito de navidad.

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