La interpretación de lo que en estos momentos consideramos esencial genera en unos cuantos una interesante mezcla de reacciones donde encontramos desbordamientos de pasiones, prejuicios y debates pasando por una gran sensación en otros tantos de orgullo, vocación de servicio y sentimientos que van más allá de la valentía o la necesidad de partirse el lomo por uno mismo, por los suyos o por los que no conoce. 

Nos encontramos ponderando una y otra vez los estragos posteriores de esta situación llena de incertidumbre y de temores (in)fundados por una cansina realidad que nos ayuda a (re)pensar nuestras prioridades y a evaluar la más pura esencia de lo que somos. Este encuentro impostergable nos enfrenta con el ser que en su momento damos por sentado e ignoramos al grado que la represión de nuestras dudas o ideas se desvanecen en la vorágine que implica la existencia misma. 

 «…y vuelan, los días vuelan»

Quizás a una menor velocidad y muy bajo, tan bajo que podemos escucharlos, sentirlos y casi palparlos. Cada hora, minuto y segundo se alargan cada vez que administramos el tiempo que antes nos faltaba y que ahora nos sobra para tratar hacer de todo o valorar el no hacer nada. Tiempo siempre faltará para plantearnos qué somos, quiénes somos, hacia dónde y por qué vamos. 

Reducidos a nuestra forma arcaica, reconocemos valor en el más sencillo y hasta el más complejo de nuestros pensamientos y afectos; contemplamos la inmensidad de los instantes compartidos con las personas de nuestro círculo cercano, encumbramos incluso, la maravilla que supone caminar por una avenida concurrida, un afectuoso apretón de manos, una mirada intrigante o cualquier signo, por insignificante o carente de simbolismo que hayamos manifestado y que nos recuerdan que somos seres inherentemente sociales y que como tales, limitados a nuestras prácticas elementales encontramos beneplácito de sentirnos ansiosos, abrumados, temerosos y cándidos ante la situación que nos rebasa.

«…vuelvo y te miro bien y te encuentro más bella»

Tomando en cuenta lo anterior, imagino con emoción el momento de encontrarme con cada uno de ustedes. No importa cuál sea la razón de nuestro encuentro o el resultado de este, el simple hecho de recrearlo me genera una dicha desmesurada, inexplicable. Recientemente encontrada como la motivación que me llena de fortaleza para caminar este territorio inexplorado que lo van marcando obstáculos y tragedias que nos recuerdan lo diminutos y a la vez afortunados que somos como especie de sentir y sopesar las motivaciones y los objetivos de nuestra efímera existencia.

Espantosa imagen captada en Villas del Mediterráneo (Hermosillo) la semana pasada, residencial donde vecinos cazan a vecinos que osan violentar el confinamiento… Fotografía de Benjamín Alonso.

Sobre el autor

Hermosillense

También te puede gustar:

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *