En la cultura mexica o azteca, Aztlán (“lugar entre las garzas”) es el lugar legendario de donde provienen los aztatecas, es decir los no aztecas, de quienes los mexicas eran descendientes. Muy probablemente todos venimos de allí, como existencia de una hipotética isla mítica donde posiblemente peregrinó nuestro ingenio ancestral.

 

Se ha dicho siempre que la creatividad y el humor del mexicano son los mejores del mundo. En una situación de marginalidad como se vive, nadie se las arregla mejor para hacer de una situación difícil uno de los momentos más graciosos.

 

Este es el caso de Joel Zagastia Terraza, originario de Guasave Sinaloa. Un hombre que enseña a todos su capacidad de supervivencia con el ingenio que tiene sin darse cuenta, pues ya lo decía el autor de “Pelo de Zanahoria”, el francés Pierre-Jules Renard: «El ingenio quizá es al talento lo que el instinto a la razón».

 

“No conocí ni a mi papá porque cuando estaba en la panza de mi madre lo mataron. Y ella fue a dar a luz en el Seguro Social y allí me dejó. A ella tampoco la conocí, pues me abandonó”, dice un Zagastia de piel tostada que no se inmuta ante un pasado que para otros parecería terrible.

 

“A Hermosillo vengo a ponerme los dientes. Aquí me tocó una dolencia de muela y tuve que ponerme a hacer aviones de botes de cerveza para poder vivir de algo; no tengo a nadie, vivo en la calle, donde me llega la noche”.

 

-¿Y usted con quién se crió?

 

-A mí me criaron desde niño unos señores que estaban mayores. Ellos me dieron su apellido. Pero se murieron y pues estoy solo otra vez.

 

-¿En qué ciudad vive?

 

-Vivo entre Hermosillo y Obregón, porque en realidad lo mío es el campo. Ahorita estoy haciendo esto de hojalatería porque tuve una dolencia de muela y pues tengo que tener dinero para pagarle a la doctorcita. Ella es muy buena persona, se ha apiadado de mí. Tiene un consultorio aquí en Hermosillo y otro en San Pedro El Saucito. Ella me ha dado oportunidad de que le pague en plazos, es muy buena persona, pero yo tengo que ir haciendo algo.

 

-¿Y su esposa e hijos?

 

-Yo soy soltero, pero donde yo me encuentre una compañera hago familia y ahí me quedo. Ahorita vivo en la calle, la gente me ayuda, me da botes de cerveza. Porque yo ni fumo ni tomo, aunque tengo amigos que sí lo hacen. Pero yo no le entro a eso, ni a las drogas ni al alcohol”.

 

-¿Y qué hace en el campo?

 

-En el campo cultivo tomate, chile, papa, espárrago, calabaza y todo. Pero ahorita duermo donde me anochece, estoy aquí en Hermosillo de paso nada más. Por la muela esta que no me deja en paz.

 

«A mí me gusta mucho Ciudad Obregón, más que Hermosillo porque allá el ambiente es más tipo Sinaloa y aquí hay gente de todas partes: de la sierra, de los pueblos… la gente es un poco más cerrada, más conservadora, te miran como si estuvieran dándote permiso para todo. Pero es una ciudad que está creciendo mucho. Cada ratito se la llevan diciendo que los de Obregón no les quieren dar agua, pero eso no es cierto».

 

«Yo en Obregón tengo amigos, allá tengo más conocidos, conozco más gente. Muchos necesitan trabajo y me llaman a mí. Y lo que yo quisiera es trabajo para estar siempre al lado de una mujer que me siga para todas partes”.

 

-¿En un juego de béisbol usted a quién les iría: a los Yaquis o a los Naranjeros?

 

-Mira para mí todos son iguales. Los Yaquis siempre están pensando que le van a ganar a los Naranjeros de Hermosillo, y aquí siempre están pensando en los de Culiacán, vaya usted a saber. Unos se creen más que otros y en cambio a mí me vale lo que pase.

 

“Mire usted, yo no sé por que me entrevista, me toma en cuenta. Yo no soy nadie, a mí nadie me entrevista. Usted hace preguntas de corridito, quiere saberlo todo. ¿Por qué es tan curioso, oiga?”.

 

Le contesto que el Boulevard Rodríguez siempre ha tenido caminantes de lo más entusiastas, que a mí me gusta entrevistarlos a todos, y comenta: “Pues vaya a entrevistar a gente importante, pues. ¿Qué hace perdiendo el tiempo en las calles y a pie pudiendo sacar mejor raja a su trabajo?”. Le comento que todos son importantes, que el mundo lo hacemos todos. Sonríe, respira profundo y dice: «Tiene usted razón».

 

Este encuentro me recordó las lecturas de Jules Renard (1864-1910) con “Pelo de Zanahoria”, donde Renard utiliza un lenguaje paciente, lleno de minuciosos detalles, para retratar los peores años de la vida del niño conocido como “Pelo de Zanahoria”. Donde el escritor revive su infancia dura y llena de humillaciones y cuenta cómo fue su vida en el campo, tal como muy posiblemente fue la niñez de Joel Zagastia: llena de ingenio, de precocidad en un momento que debió ser de juego y que terminó siendo de una lucha constante por sobrevivir.

 

Finalmente me despido de él y pregunto:

 

-¿Qué le hace falta a los Naranjeros para ya no seguir perdiendo?

 

-Son un equipo muy viejo, con más tradición que los Yaquis, pero como que se han dormido en sus laureles. Se creen mucho por ser de la capital, pero son un gran equipo como esta ciudad. Pueden seguir adelante. Mire esta ciudad si le meten cariño tiene mucho qué contar. La raza es chila pero a veces se desune y pues valimos gorro todos. Yo si encuentro una buena mujer acá pues de aquí soy.

 

Texto y fotografía por Cipriano Durazo

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Sobre el autor

Cipriano Durazo Robles es Licenciado en Periodismo por la Universidad Kino y Presidente de la Sociedad Amigos del Museo de Historia de la Universidad de Sonora. Articulista de radio y medios digitales. Se desempeña como dictaminador sanitario de la publicidad en COESPRISSON (Comisión Estatal de Protección Contra Riesgos Sanitarios del Estado de Sonora).

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1 comentario

  1. Es un artículo que está «chido» porqué toma en cuenta a una persona por su creatividad y esfuerzo y que está en las calles, muy poco valorado

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