Hermosillo, Sonora.-
Y sí, llegamos a los 10 años sin justicia por lo sucedido en la Guardería ABC, han sido muchas marchas, muchos pasos, muchos kilómetros, mucho sol y sudor sin que los padres de los niños ni la sociedad tengan justicia, lamentable pero cierto, ¿dónde más? Como México no hay dos, dicen por ahí.
Hace diez años Hermosillo entró al panorama mundial, sí, MUNDIAL…. Primero por la noticia de la tragedia, pero más aún por la cero justicia impartida, por la corrupción de todos los niveles de gobierno que a pesar de tener todos los reflectores del mundo encima, optó, hasta nuestros días, por hacer caso omiso a la justicia, porque los intereses y los billetazos importan más que 49 vidas, eso quedó demostrado. Del gobierno nada podemos esperar, rojos azules y guindas, ninguno ha dado ese paso que históricamente nos deben a todos los mexicanos, pero lo que sí extraña y duele es el nivel de yoismo y valemadrismo de los hermosillenses ante estos temas.
El décimo aniversario de la tragedia pintaba para que fuera una marcha histórica, primero porque estar vigentes durante diez años es por demás difícil y en este caso doloroso, y segundo, porque se venía de una inercia “positiva” de asistencia a eventos gratuitos y no gratuitos. Un mes de bailongo, cerveza y diversión en la famosa “fiesta del pueblo” donde un acumulado de asistencia fácil igualan los 50 mil asistentes que abarrotaron la Rosales en las Fiestas del Pitic, con la presentación de los Ángeles Azules y los casi 20 mil asistentes que abarrotamos el parque para saborear a los Pachucos de México, La Maldita Vecindad, todo estaba listo y puesto para seguir esa línea de participación ciudadana, venga pues, dije para mí en días previos.
He participado en varias Fiestas pitiqueras, de la Expogan ahí sí no, aunque la sufro cada año por vivir por los rumbos de, pero de lo que sí puedo presumir y estar orgulloso es de haber recorrido por lo menos ocho de las 10 marchas ABC, y este año no fue la excepción.
Como todos los días, salí temprano de mi casa en la búsqueda perpetua de la chuleta, esta vez a paso veloz para poder estar libre antes de las 6 de la tarde y hacer el recorrido como cada año hasta el museo de la universidad, porque siempre han sido de principio a fin las marchas. Y así sucedió, emprendí el triste recorrido botella de agua en mano, gorra, tenis y mochila, pero sobre todo con ese sentimiento que impulsa a hacer ciudadanía y participar en la búsqueda de la justicia.
Las cosas no salieron como las imaginé, fue un recorrido tranquilo, hoy no hubo manifestaciones artísticas durante la caminata, fue solo una marcha, con los siempre puestos tambores y trompetas marcando el paso y los zanqueros que ahí están bien puestos, pero nada más, los siempre vitoreados “ABC Nunca más, ¿Que queremos? !Justicia!”, no paran de escucharse y retumbar por todo el Blvd. Vildosola y Rosales hasta que concluimos en las escalinatas del Museo.
Sin ser un perito ni experto en el tema del conteo de gente, pude estimar una asistencia de unos 3 mil ciudadanos durante la marcha, más la raza banquetera, no sé si sean pocos o muchos, pero si hasta este día somos insuficientes, diez años después seguimos siendo insuficientes.
Insisto, me llama la atención la asistencia a la marcha, ¿cómo es posible que después de que casi 70 mil almas salieron a pachanguearse con los ángeles y la maldita y los de la expo, después de un despliegue impresionante de tecnología, samartphones de todo tipo de generación, selfies por todos lados y ángulos presumiendo asistencia, después de tanta risa y buen ánimo, solo 3 mil gentes salimos a manifestarnos? Y solo una conclusión me llego a la cabezota, el valemadrismo que como sociedad practicamos ante cualquier situación que requiera un esfuerzo, el yoismo ante todo.
Como ejemplo, al terminar el pase de lista de los 49 niños ABC y después de haber recorrido y sudado durante el recorrido, ya cuando caminaba cansado pero satisfecho para regresar a casa, pude ver como llegaban a la plaza de los 100 años un grupo de baikeros modernos, todos en su rollo de como posar para la selfie durante el recorrido deportivo, avanzamos un poco más y los baikeros seguían apareciendo, a ninguno pareció importar el porqué de la gente parada en el museo, no hubo comentario alguno al respecto.
Me dije, esos grupos de ciudadanos que exigen y buscan respeto y visibilidad en la sociedad; como los baikeros que son pose, las feministas que buscan igualdad discriminando y acusando a los hombres, los que están a favor del aborto, los que están a favor de la vida pero se voltean con los niños en los cruceros, los grupos que buscan parar las agresiones a las mujeres pero agreden a los hombres, los que están atrás de una pantalla como revolucionarios en redes sociales, los grupos que buscan reforestar Hermosillo, esas famosas red de mujeres que brillan frente a las cámaras pero no se les ve empolvándose los tacones, esos grupos animaleros que quieren destinar parques de convivencia familiar a los perros, etc, etc…. ¿Sabrán que todas sus luchas son válidas y respetables pero que cada uno por su cuenta no llegaran a ningún lado?
¿Sabrán todos esos grupos y los que me faltaron, que buscar el bien común traerá como consecuencia beneficios particulares? Podrán decir y justificar que no es tema de ellos, que no es su lucha ni su interés, que ni tiempo tienen pues.
Lo que no entienden todos estos grupos y sociedad en general, es que la apatía, el valemadrismo, el solo yo importo, el que lo hagan otros, el yo porque, el que hueva, el para que, si no cambiara nada, eso, eso precisamente es lo que provoca que en esta ciudad y en este país todo siga igual y no pase nada.
Talvez dentro de una década más entendamos que es más importante y satisfactorio participar en conjunto y hacer ciudadanía, tal vez se requiera otra “tragedia” como que se caiga el feis para salir a las calles. Ese Netflix es el diablo y si le sumas la comodidad del sillón y los 21 grados abajo del minisplit, que el mundo arda, ¡¡¡total, yo estoy a toda madre!!!
Después de 10 años todo sigue igual como dice la canción, el tiempo del olvido colectivo avanza y sigue su camino implacable, sin justicia y sin signos de cambio, el precipicio de la desmemoria se asoma lento, sin darnos cuenta, letal y paciente.
No hay de otra, sigamos caminando, sigamos haciendo bola, así como en los bailongos y el desmadre, sigamos recordando, porque el olvido llega cuando el recuerdo se va.
Texto y fotografía por Pablo de la Rosa
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