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Uno de los movimientos sociales que más han tomado impulso en el siglo XXI es el feminismo. Hoy como nunca el tema de género es un debate cotidiano. Los derechos de las mujeres y su papel en todos los ámbitos de la sociedad es un tópico que se discute y se pelea a todas horas, los 365 días del año. A pesar de los reveses que acompañan todas las luchas, no cabe duda de que el llamado “sexo débil” ha ganado mucho terreno.
El octavo día de este mes se celebró el Día Internacional de la Mujer. Esta conmemoración, establecida por la Organización de las Nacionales Unidas hace más de cuarenta años, tiene como propósito celebrar las luchas por la emancipación de la mujer. Y coincidentemente, este mes de marzo en Crónica Sonora conmemoramos el 120 natalicio de una mujer que dejó su huella en nuestro estado.
Decir que Enriqueta Montaño Peralta era feminista podría parecer un anacronismo. Es posible que doña Enriqueta haya escuchado o leído la palabra, pues era una mujer muy culta que sabía de muchas cosas: “feminismo”, si lo escuchó o lo leyó, seguro era un concepto con connotación o entendimiento distinto a como lo entendemos hoy. Pero decir que doña Enriqueta no era “feminista” sería caer en un juicio injusto. Lo justo sería decir que la señora Enriqueta Montaño Peralta era feminista, pero no por su entender del concepto o siquiera por luchar por la emancipación de la mujer, sino por demostrar a través de su vida, que la mujer podía ser igual de capaz y brillante que el hombre. Y todo esto durante años en los que la cuota de género era algo inimaginable en la cabeza de muchos sonorenses.
Enriqueta Montaño Peralta nació en Cumpas el día diez de marzo de 1897, en el seno de una familia muy pobre. Sí, era mujer y sí, era pobre. Pero a diferencia de las historias que nos cuenta Televisa o TV Azteca, Enriqueta inició la superación de su vida a base de esfuerzo y no buscando un príncipe azul, rico para variar, que la sacara de la miseria, como pasó con María la del Barrio o Marimar.
¿Qué podía hacer una mujer sonorense para superarse durante el primer cuarto del siglo XX? A lo largo de la historia han existido, y creo que hasta la fecha existen, profesiones designadas de una u otra manera a uno de los dos géneros. Enriqueta no entró al ejército ni a la revolución ni a la política; las aulas fueron su salvación, se hizo maestra. Y no inició dando clases en prestigiosas escuelas como el antiguo Colegio de Sonora -donde alguna vez fue profesor Plutarco Elías Calles-, sino en pueblos como Tepache y Nacozari. En un momento de su juventud se casó con Alfredo Parodi Santoyos, de ahí en adelante se dio a conocer como Enriqueta de Parodi.
Se afamó no sólo como maestra, también como escritora. El libro Reloj de Arena le abrió muchas puertas y la hizo acreedora de un premio nacional, esto en 1933. Luego del premio, el presidente general Abelardo L. Rodríguez la invitó a trabajar en el gobierno federal como encargada del Departamento de Organización Social y Cultural, así que doña Enriqueta movió su residencia a la CDMX. ¿Aquello pudo haber sido el puesto público más importante para una mujer en México? No lo sabemos. Pero fue importante, la jefatura de un cargo federal ese representaba responsabilidades que muchos hombres, hombres de la revolución, eran capaces de hacer de cumplir.
Doña Enriqueta volvió a Sonora al ser elegida jefa del programa “Misiones Sonorenses de Superación Popular”, un esfuerzo para lograr la ambiciosa tarea de elevar el nivel cultural de los pueblos de nuestro estado (cuestión que bien nos hace falta en el presente). Entre otras labores, las Misiones Sonorenses de Superación Popular se encargaron de crear bibliotecas y escuelas por todo el estado.
Nunca dejó de escribir. Reloj de Arena fue un éxito y doña Enriqueta le dio rienda suelta a la pluma, la cual arrojó una obra que abarcaba poesía, crónica, novela e historia. Con el pasar de los años fueron apareciendo los títulos: Cuarto de hora, Sonora, Ventana al interior, Alfonso Ortiz Tirado, Luis es un Don Juan, Cuentos y leyendas, Biografía de Abelardo L. Rodríguez, Mi anecdotario y una obra que con su título delata las reflexiones que la señora Enriqueta tenía en torno a la mujer y su mundo: Madre.
El actual Concurso del Libro Sonorense fue fundado por la doña Enriqueta, lo mismo la Fundación Esposos Rodríguez y otras empresas para la promoción de la cultura. Finalmente, con el cambio de las mentalidades y muchas barreras ya superadas, doña Enriqueta fue invitada por el gobernador Faustino Félix Serna para ocupar un cargo de elección popular: Diputada. Tuvo su curul en el congreso local en el trienio 1967-1970, a la edad de 70 años. Ocho años después, falleció en la ciudad de Hermosillo.
Como dijimos al inicio de este texto, parece anacrónico decir que doña Enriqueta era una feminista, pues no perteneció a organizaciones de dicho movimiento ni expresó tener un amplio conocimiento del tema. Pero no cabe duda de que su vida y trayectoria, ayudó a cambiar la percepción de la mujer y abrió espacios para este sexo: fue GANADORA NACIONAL de un concurso de literatura, JEFA del Departamento de Organización Social y Cultural (instancia federal), JEFA del programa “Misiones Sonorenses de Superación Popular”, DIPUTADA, EDUCADORA y ESCRITORA.
Claro, no faltarán aquellos o aquellas que duden del valor que representa doña Enriqueta para el movimiento feminista, y todo por firmar como “de Parodi”, cual si ella se volviera propiedad de don Alfredo Parodi Santoyos. Pero hoy preguntamos: ¿Quién era Alfredo Parodi Santoyos? No lo sabemos. Terminó siendo un hombre anónimo en la memoria, cuyo apellido hubiera desaparecido de no ser por su esposa. Alfredo Parodi se volvió un personaje que vivió a la sombra de su esposa, como tantas mujeres han vivido a la sombra del esposo. Eso es lo que termina por volver a doña Enriqueta una mujer ejemplar, y una bandera del feminismo en Sonora, pues el “Parodi” hoy es de Enriqueta y no del hombre con el que se casó. Alfredo Parodi Santoyos no le dio su apellido a su esposa, doña Enriqueta de Parodi se lo quitó a él, he ahí la diferencia.
Por Mirinda Grijalva
Leí y disfruté todos sus libros en aquel hermoso pueblo de Huásabas donde nací, después vivió cerca de la casa de mi abuela, ya anciana, la visité e iniciamos una amistad muy dispareja en lo que a edad se refiere, pero fue un placer tratarla y recibir el regalo de una fotografia suya dedicada para mí. D E E P mi culta amiga !!! Aun conservo Mi anecdotario, Dr, Ortíz Tirado y otros.
Wow, qué maravilla el haber conocido a tan singular personaje, y qué orgullo que sea una mujer, y sonorense!
Gran mujer que aunque nació en el siglo XIX, fue una persona de avanzada no solo en el feminismo, sino en la promoción cultural en general durante el siglo XX donde fue pieza clave en el gabinete del General Abelardo L. Rodríguez.
yo tengo un libro autografiado por esta gran autora.
Recuerdos de mi infancia por muchos años fuimos vecinos