Murió Coolio, un héroe de la lírica existencial, y Salvador Alejandro testimonia su impronta en la juventud tardía…
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1. Muerte social
El ser humano es el único animal que muere, los demás solo cesan. A ninguna otra especie le preocupa su redención tanto como a quienes han nacido bastardos en el seno del capitalismo. Un ser humano muere dos veces. Cuando sus funciones biológicas se detienen en su totalidad. Y cuando el olvido mastica su estela existencial. Somos lo que vamos a heredar en la memoria colectiva. Amasijo de recuerdos aleatorios. Por ende, cuando la historia la escriben quienes vencen, sucede otro asesinato masivo.
Mi generación es un grupo dinámico y contradictorio que ha sido engullido por el mediático concepto millenial. No sabemos pensar en positivo. Vamos a morir en trabajos cutres, resignados a viciados cuadros de ansiedad y disociación. No poseeremos bienes materiales como casas, coches, mucho menos una vejez digna. Somos la evidencia objetiva del fracaso histórico del sistema. Hijos predilectos de la sociedad de la información, vivimos bajo el suplicio de estar sobrecalificados para cualquier circuito profesional. El ciclo desnuda su incontestable perversión pues hemos pasado de una sociedad donde el acceso a la educación y el conocimiento era un ejercicio de género, raza y clase, para situarnos en la intersección de una sociedad donde el acceso a recursos que potabilicen nuestra existencia ha sido enajenado de las cuotas del saber formalizado: nuestro conocimiento es una plusvalía inútil. Este escrito es un claro despliegue de nuestra verdad.
2. Gangsta Nation
Nuestra actitud gangsta inicia una tarde de agosto de 1995 cuando, sin más, el mundo tendría que acostumbrarse a un sonsonete que responde al nombre “Gangsta´s Paradise”. Dentro del universo hip hopper, donde todo se lee desde una óptica divergente, dicho poema de rap es el pináculo de su asignatura. Clásico de clásicos. Lírica de líricas. “Gangsta´s Paradise” es un documento histórico de la mal llamada cultura de masas. Sostiene un diálogo abierto con la tradición musical de la que el rap se sabe: música negra. Es una deconstrucción generacional del “Pastime Paradise” de Stevie Wonder. Del mismo modo, es poesía clásica, heredera de la tradición oral negra y cierto formalismo lírico europeo. Está situado entre el Paraíso Perdido de Milton y los jabs verbales de Muhammad Alí. Hay mucho blues en él, pues la forma narrativa asume el storytelling como vehículo predilecto de su intención comunicante. O lo que es equivalente en vernácula palabra, un nieto de esclavos mira con sospecha los interiores de un mundo que le ha prometido libertad. En efecto, logramos la libertad civil, presos aún en una cárcel mental y social que nos oprime. “Gangsta´s Paradise” es un documento que mira al tiempo como totalidad ontológica en un momento de ruptura que más tarde conoceríamos bajo el signo de globalización.
3. La poesía es un arma cargada de futuro
La voz poética está situada en una extemporalidad, espacio que le da la posibilidad de ver su propio transcurso y elaborar meditaciones que colectiva a través de un ritmo sincopado. El efecto cinemático interpela. Dice la voz: “As I walk through the valley of the shadow of death / I take a look at my life and realize there’s not much left.” Mientras camino por el valle de las sombras de la muerte, echo un vistazo a mi vida y me doy cuenta que no queda mucho.
Situémonos. La voz poética es la de un hombre afroamericano, proveniente de los guetos de California. Entonces, ese valle de las sombras de la muerte es, sin más, su espacio social conocido. Un espacio maldito, donde la vida se reduce a simple ejercicio de sobrevivencia en el cual los anhelos viven en un plano secundario como forma de evocación individual secreta. Ese hombre negro es lo que conocemos como pandillero. El poema está recitado desde la perspectiva de una existencia racializada que tiene consciencia plena de sus delitos, mismos que no justifica sino problematiza. En un nivel sociológico “Gangsta´s Paradise” es un despliegue de aquella frase de Marx: el hombre se produce a sí mismo. No existe nada inmanente en nosotros. Nunca hemos sido de esta forma todo el tiempo. Nos construimos con base en las relaciones sociales de producción. Producción. De sentido, de cultura, de signos lingüísticos, de género, etnicidad, arte, de espacios psíquicos y de ejercicios de poder. Por ende, existe un hombre de color, pandillero, porque existe el capitalismo. Los actos de ese hombre son los síntomas de la inequidad y ambición del sistema.
De nuevo la voz poética: “I’m an educated fool with money on my mind”. Soy un idiota educado con el dinero en mi mente. Luego: “Power and the money, money and the power / minute after minute, hour after hour”. El poder y el dinero, dinero y poder. Minuto sobre minuto, hora tras hora. El instante moral de su crítica: “They say I gotta learn, but nobody’s here to teach me / if they can’t understand it, how can they reach me / I guess they can’t, I guess they won’t / I guess they front, that’s why I know my life is out of luck, fool”. Dicen que tengo que aprender pero no hay nadie aquí para enseñarme. Si no pueden entenderlo cómo pueden alcanzarme (ponerse en mi situación). Supongo que no pueden, supongo que no quieren, supongo que confrontan, es por ello que mi vida no corrió con suerte, idiotas.
Hay un verso, que proviene de la segunda voz poética, el cual comprime el sentido del poema: “Tell me why are we, so blind to see / that the ones we hurt, are you and me?” Dime cómo somos tan ciegos para ver que aquellos a quienes herimos es a ti y a mí. Desde un punto de vista significante, este verso es polisémico. En un sentido, la pregunta está dirigida a la voz poética principal. En otro, dicha voz puede tratarse de un trasunto de monólogo interior. Otro sentido posible es la ruptura de la cuarta pared. La voz poética interpela de forma directa al receptor ideal del poema. Puedo sumar otra capa significante. Que dicha pregunta se la hace el sujeto poético mismo mediante el recurso del desdoblamiento. ¿Cuál es el sentido correcto? Todos. No por el inocuo presupuesto de que la poesía puede significar cualquier cosa sino porque el recurso literario formal es la interrogante. Dicho recurso tiene como fin expandir los horizontes de sentido en un momento dado donde la función retórica dominante (el storytelling en este caso) ha tocado un punto de saturación. Por ello no es coincidencia que dicho verso esté ubicado en el puente musical. Lo cual me otorga otro elemento más porque puedo desdoblar dicho puente a un grado no solo composicional sino retórico.
De forma discreta, porque no lo obvia sino lo implica, el gusto estilístico del poema es de alta manufactura. Tiene imágenes como esta: “On my knees in the night, sayin’ prayers in the streetlight”. De rodillas en la noche, diciendo mis plegarias bajo el alumbrado de las calles. En un solo verso, que en el rap le llamamos barras, la voz poética condensa teología y mundanidad. La plasticidad de la imagen es propia de cualquier cine de autor que se suponga. Un hombre negro, que se sabe pecador, erige su acto de fe en un espacio contrario a la institución eclesiástica. Su tiempo es el de la confesión. Asume sus acciones en un contexto de culpa y búsqueda de redención. Cuando la noche arropa, y nadie ausculta con el juicio de su mirada, él se arrodilla, asume su falta, pide. ¿Lo hace por un mero cólico cristiano? Lo hace porque toda institución laica le ha fallado. Ahí está su paraíso. El que busca de manera compulsiva. Un paraíso que el capitalismo le ha prometido como mera especulación ontológica frente a los designios de una existencia adoctrinada por el culto al dios del dinero. En lo profundo de su plegaria poética, el narrador sabe que su entrega al relato de la opulencia material le ha llevado a obrar mal. Por ende, consciente de su otra existencia, la del posible perdón extraterreno, en el fondo es una forma de terapia personal que explicita las mentales desavenencias producto del discurso aspiracional que lo rodea.
“Gangsta´s Paradise” es una teológica contaduría de las costillas del capitalismo desde la experiencia negra al interior de dicho estamento social. En cuatro minutos, mediante un artefacto poético cobijado por una base rítmica, Coolio visibiliza una experiencia existencial propia de su comunidad, en particular, y de los marginados del mundo, en general. Se trata de un momento de ruptura en la literatura segregada de Occidente pues Artis Leon Ivey Jr. bien pudo morir asesinado (sabemos la infancia dificultosa que padeció), nunca ser conocido (estuvo a punto de abandonar su carrera musical), incluso ver su vida consumida por las fauces del sistema carcelario estadunidense, quien mastica un 80% de población carcelaria de color. Es de lo más ingenuo asumir que la existencia de “Gangsta´s Paradise” es producto de la generación espontánea o de las “bondades” de la industria cultural. Los ejecutivos de Tommy Boy Records, el sello discográfico de Coolio, pensaban que el poema era de poco interés comercial. Tras un cabildeo, y para mitigar la inversión, lograron acomodarlo como banda sonora de Mentes peligrosas, la cual generaba tracción por tener entre sus filas a una Michelle Pfeiffer en estado de gracia. Coolio rompió el anonimato en una era donde la validación blanca era moneda corriente. Metatexto: la entrada el cielo tiene guardianes blancos.
Hablo de un poeta de rap que aprendió a leer a los doce años. Un poeta que casi no vive para contarlo consecuencia de su adicción a la cocaína. Un poeta de rap que trabajó como bombero. La vida es una maldita ironía. Un bombero que nos dio un auténtico fuego. En el mundo hip hopper le llamamos fuego a todo aquello que excede estándares, expectativas, de manera magistral.
4. Black (and Brown) Lives Matter
Dentro de la monótona vida poscolonial, mientras la tarde extiende su aliento cansado, se torna público que Coolio, a sus 59 años, ha muerto en el baño de la casa de un amigo. Al mundo solo le ha interesado un poema de él. Yo, de forma indiscriminada, contribuyo a reafirmar dicho interés. Pero mis intenciones son diametralmente opuestas al hegemónico elemento de la sobreexplotación de la industria cultural occidental. Para mí Coolio siempre ha sido un héroe poético. Una y otra vez he intentado plagiar su método. Decir cosas profundas bajo el manto de una sencillez engañosa. Una y otra vez he fracasado.
Más allá de la relevancia comercial del hito, estamos nosotros. Herederos de un mito fundado con base en méritos propios. Su obra nos dio la posibilidad de ponerle sustantivos y adjetivos a nuestras condiciones materiales y psicológicas de existencia. En los subjetivos momentos de pesadumbre fue su obra magna quien nos arropó. El hip hop no olvida a sus héroes. Sabe que el ser humano es el único animal que muere porque el hip hop nació de la muerte social de afroamericanos y latinoamericanos en Bronx, Nueva York, alguna fatigada tarde de 1973. Este dispositivo es quien ha dado voz social a individuos que están condenados a la invisibilidad. Dirán de mi generación algo así como millenials irresponsables y yo escupiré en cada letra de semejante rúbrica. No somos millenials. Somos gangstas porque nos han forzado a romper su código moral y ético para sobrevivir. Gangsta es quien bajo cualquier forma intenta superarse. Gangsta es quien no se resigna y busca la realización. Gangsta es quien asume un ejercicio de autocrítica y pone un límite moral a los terceros que critican su forma de vivir. Gangsta es quien sabe que psíquicamente está enfermo, reconoce su padecimiento y busca las maneras de enfrentarlo, aunque los recursos para una posible cura no existan. Si este es el paraíso que nos han prometido. Si este es el mejor sistema donde podemos aspirar a la felicidad, entonces dicho paraíso debe ser cuestionado hasta el último resquicio de su hechura. Shakespeare escribió alguna vez: ser o no ser, ahí la cuestión. Desde el hip hop, mediante Coolio, hemos respondido: porque no hemos sido, desde nuestro no-ser, seremos.
El hip hop no olvida a sus héroes.
Celebro, aplaudo y me sensibilizo respecto de este texto. Suscribo desde su primera hasta su última palabra. Salvador Alejandro es un árbitro literario cuando se pone a reseñar. Entre tanta nostalgia y tanta declaración de chingonería de las generaciones sigloveinteras, desde la primera hasta la última, me declaro a favor y por la generación actual de niñños, adolescentes y jóvenes que enfrentan un mundo de incertidumbre y sin mapas al éxito ni felicidad en el refrigerador, como lo dijo Cortázar.
Bien por Crónica Sonora por contar con este (S. A. F.) colaborador y otros que elevan la temperatura intelectual del ahora llamado metaverso.
Tijuana, 1996
Por la Avenida Revolución desfilan putas, turistas gringos y japoneses, transexuales, indígenas vendiendo curios, empleadas de piso que van tarde al trabajo, un burro pintado como cebra adorna en una esquina un local comercial que sirve de postal a una ciudad que creció como desfogue del cristianismo conservador de la sociedad californiana y estadunidense: bares, cantinas, prostíbulos, salones, de baile, droguerías, venta de banqueta de joyería falsa, salones de strip tease, salas para masajes con un final feliz… luego los restaurantes porque en algún punto en los 80s tembló en la Ciudad de México y se vinieron los chilangos y la Tijuana de los dólares se empezó a politizar y se supo que la moneda oficial era el mugroso peso, entonces llegó el Sanborns y Teléfonos del Noroeste (TELNOR) se convirtió en Telcel… más abajo en la Zona del Río la zona bancaria, los centros comerciales, los boulevares amplios que sacan de lo bonito de la ciudad a los barrios lomeros que constituyen el noventa por ciento de la ciudad costera… en la Zona Río los colegios privados, las universidades privadas, los restaurantes de buen ver y buen vestir, la zona financiera y las oficinas corporativas, la Plaza Río y el Centro Cultural Tijuana que pasaron a sustituir la imagen vergonzosa de una Cartolandia inundada con todo y sus mendigos en el 76 y por eso el canal… el canal del Río Tijuana que cuando no lleva agua es vivienda de cientos y miles de tecatos… Tijuana, ciudad de picaderos, los pasadizos secretos de los cholos para cruzar de una calle a otra sin que los policías puedan imaginar porque agujero de ratón escaparon los cacos, tiradores, los dealers, los gangstas…
Tijuana y el Cañón del Pato, el Cañón Sainz, el Cañón Maclovio Herrera, Tijauana y sus cuatrocientas colonias hacia 1992 en que me recibió el panismo ejemplo nacional…
Desde el edificio de Las Torres, apenas subes al piso 5 o hasta el piso 13 se ve toda la ciudad como un tiradero regado en un patio que Dios escogió de tiradero, se pierde la vista hacie el Este en donde paracaidistas michoacanos lo mismo que veracruzanos y sinaloenses hicieron campamento para comprar un lote, y novecientos noventa y nueve, mil y mil y una maquiladoras flanquean la frontera, desbaratan los cerros, invaden el casco urbano embarazándose de obreros y pariendo quinientos cada dos o tres meses y vomitan un millón de productos de inyección de plástico y televisores sin transferencia de tecnología para venta hacia el mundo que tasará un mínimo rendimiento en favor de la prole y ganancia extraordinaria para los desconocidos y extranjeros socios capitalistas de esas empresas overseas o ultramar… Desde lo alto se asoma el gran capital a las larvarias zonas demográficas que lo mismo tienen el rostro de hondureños y guatemaltecos, oaxaqueños, chiapanecos, poblanos, tlaxcaltecos, y el mestizaje que se viene veinte, treinta años después, habla ahora el spanglish y tiene un acento amable bajacaliforniano que se confunde en un sincretismo que puja por imponerse y por salir al paso en una ciudad globalizada en que Cinépolis, Sanyo, Bose, Samsung, Sony, McDonalds, Carl Juniors, son el nombre del juego… y desde los condominios de Playas de Tijuana, con su vista paradisiaca de océanos conquistados, la claridad del aire deja mirar el Barrio Logan de San Diego, las periferias de San Ysidro, el verdadero escenario de la rola, donde la sangre fluye las letras del poema de Coolio, en donde el nombre de Rodney King ha hecho hervir la sangre de los ghetos… y también para la vista de los yuppies fronterizos, al norte, el cerco de metal con los picos de filo de la Línea, desde cuya base se mira el caminar de migrantes que vienen y que van sabiendo que al oeste las aguas frías del mar, prospección de la muerte por inmersión voluntaria o a fuerzas, hacia el Este la barbarie de la Tijuana Brava del bordo, de la policía, de los malandros, la droga, los mendigos, el asalto y la muerte, al sur la discriminación y la detención violenta, y hacia el norte la patrulla fronteriza y la deportación, el juego rudo del cruce y del milagro utópico… Tijuana y San Diego… en las salas de los Cinemas Gemelos de la Plaza Río donde los aspirantes a la clase media nos sentamos a comer palomitas y de postre una nieve, se exhibe Mentes Peligrosas, con Michelle Pfeifer, y a 4 cuadras, por la Calle 16, en la la Colonia Libertad Parte Baja, y en la misma calle 16, en la gran loma maciza y de concreto por los dólares del gabacho, colonia de green cards y de gangstas, en la colonia Libertad Parte Alta, a la vuelta de ese mundo de progreso y consumismo, en un rincón oscuro, maloliente de orines, los tecatos inyectándose heroina con una jeringa que les contagiará el sida o la felicidad de la muerte en dosis administradas por el desasosiego y el viaje inenarrable de un sexo que no se le parece a nada. Y esto a todo lo largo de una ciudad de un millón de habitantes.
Gangsta´s Paradise Tijuana como un espejo del sueño americano, como una copia de un modelo de vida, de sociedad, de cultura, como copia al carbón de un sistema que se reproduce como un efecto de ósmosis que si no buscada, tampoco es posible repeler, porque somos lo mismo, no importan los idiomas, las leyes, las razas, los proyectos o contratos sociales.
Siempre hay alguien que gana con la miseria humana.