Vamos a ver qué trae en la bola don René Córdova y Rascón, recordando que mañana volarán pelos por rumbos de la mal llamada Chochedad Sonorense de Historia

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Hace ya más de veinte años que fui aceptado como miembro de la Sociedad Sonorense de Historia (SSH), en una época en la que había que solicitar entrada mediante un trabajo de investigación que se exponía en sesión pública. Mi admisión fue por medio de una ponencia sobre aquel baile en Ures en 1835, organizado con la finalidad de recaudar fondos para la Guerra de los Pasteles contra Francia, y en el que los valses fueron interrumpidos por vivas a la federación cuando el centralismo era la orden del día.

Por su parte, con una historia propia de más de cuatro décadas a cuestas, la SSH ha pasado por distintas épocas. Lo anterior a propósito de que el próximo martes 30, tendremos una elección en la que dos grupos de interesados en el patrimonio, la identidad y la historia sonorense buscarán dirigir los destinos de la agrupación por los próximos dos años.

Formo parte de la planilla encabezada por el notario Salvador Corral y tengo buenos amigos entre los integrantes de la planilla encabezada por la doctora Amparo Angélica Reyes, por lo que espero poder continuar con el esfuerzo del Diplomado en Historia de Sonora, cualquiera que sea el resultado de la elección.

Siendo la SSH una de las instituciones de la sociedad civil más reconocidas y prestigiosas del estado, dedicada a la difusión e investigación del patrimonio histórico sonorense, creo que vale la pena publicar estas reflexiones aquí, aunque en principio, como las precampañas que nos atosigan en estas fechas, van dirigidas a los asociados y asociadas de la SSH. Esta es mi opinión personal y no representa la posición de la planilla a la que pertenezco, aunque he compartido verbalmente estos puntos de vista con amigos y colegas.

La SSH existe ya desde hace más de cuarenta años y el mundo ha cambiado mucho desde entonces, sobre todo el medio de la investigación y la difusión histórica en Sonora y en Hermosillo en particular. Desde entonces apareció el Centro Regional del Instituto Nacional en Antropología e Historia, se consolidó la investigación y la formación de historiadores profesionales en la Universidad de Sonora y en el posgrado del Colegio de Sonora, para hablar sólo de los espacios más destacados de la academia sonorense.

La SSH nació como un espacio de ciudadanos interesados en la historia, preocupados por la investigación y la difusión del patrimonio regional, especialmente el de la Revolución Mexicana con mayúscula, aunque sus intereses temáticos siempre han sido diversos y abiertos a la discusión. Creció apoyada por el gobierno del Estado con un local y un subsidio mensual para organizar conferencias periódicas y un evento anual, que inicialmente fue organizado en conjunto con la Unison y, a pesar de la división de los simposios, la colaboración es continua y cercana entre ambas instituciones a las que se han agregado muchas otras. Ha servido también para conmemorar las efemérides regionales y en menor medida ha ofrecido asesoría y opiniones respecto al patrimonio edificado, desafortunadamente sin mucho éxito en la mayoría de los casos pero con un papel destacadísimo en la elaboración de la Historia General de Sonora en los años ochentas del siglo pasado.

De esa época gloriosa viene la concesión del comodato de la Casa Uruchurtu y el subsidio mensual cuya disminución en términos reales se ha visto compensada por el éxito del local como un espacio político simbólico y a buen precio, un espacio que presta cierta dignidad y seriedad a las reuniones que allí se realizan. Sin embargo en los últimos años se han dejado en el camino o se han adelgazado las prestaciones que la SSH hace a la sociedad sonorense por las dificultades económicas y de continuidad de los esfuerzos, lo que en el momento actual obliga a preguntarnos (y a respondernos) de manera colectiva quienes somos, hacia dónde queremos ir y la manera más eficiente y eficaz de cumplir nuestro objetivos, dentro de estas nuevas condiciones.

Todas las organizaciones, especialmente las de la sociedad civil que dependen del trabajo voluntario, pasan por este proceso de entusiasmo-estabilización-debilitamiento-renovación-entusiasmo-estabilización-debilitamiento-renovación… La SSH lo ha superado exitosamente varias veces y ahora toca liderar el proceso de renovación evitando que el debilitamiento institucional haga naufragar el barco cuando se presenta una oportunidad para reverdecer los laureles y sacar nuevo brillo a la tradición.

Independientemente del resultado de la elección del próximo martes, los asociados necesitamos trabajar juntos para realizar un programa que requiere reunir los esfuerzos tanto de los «técnicos» (historiadores con educación formal en la disciplina) como de los «rudos» (historiadores autodidactas y cronistas). La SSH se ha construido con el balance y la colaboración entre estas dos facciones o grupos, donde cada quien aporta sus capacidades, habilidades, capital político y prestigios personales. Siendo como somos, (una asociación civil) la participación entusiasta y generosa de los asociados y asociadas en la discusión y ejecución del programa de trabajo es la fuerza en la que se sustenta el prestigio construido en tantos años de debates, ponencias, publicaciones y simposios.

PROPUESTAS Y BUENOS PROPÓSITOS

1.-Hace falta redefinir los servicios que presta la SSH a la población, la iniciativa privada y al gobierno estatal y municipal (como actores sociales distintos-inseparables) y consolidar la presencia y las relaciones institucionales de la SSH, con las instancias de gobierno de las que recibe apoyos económicos (Instituto Sonorense de Cultura, Instituto Municipal de Cultura y Arte, Secretaría de Educación y Cultura).

2.-Necesitamos abrirnos a otras áreas de apoyos y audiencias posibles ante universidades, bachilleratos, medios, empresas y buscar apoyos en el Congreso del Estado y con los legisladores federales de todos los partidos.

3.-La recurrente crisis económica derivada de la depreciación del subsidio estatal nos obliga a revisar las prácticas y costumbres de un pasado más próspero hacia los nuevos tiempos, de tal manera que podamos conservar los servicios gratuitos gracias a nuevos servicios cobrados. En el pasado simposio por primera vez se cobró una cuota a los ponentes para sufragar los costos de operación no solo del evento sino de la institución, el diplomado en el que muchos amigos y colegas aportaron su esfuerzo generosamente permitió ofrecer una opción de formación y actualización a la comunidad que necesitamos mantener.

4.-Parte de este esfuerzo consiste en sistematizar y fortalecer actividades que ya hacemos para rentabilizarlas y hacer llegar sus beneficios a sectores más amplios de la comunidad así como consolidar nuestras relaciones interinstitucionales diversificándolas, de manera que nos coordinemos también con otras organizaciones de la sociedad civil extendiendo nuestra participación y presencia dentro y fuera de las paredes de la casa Uruchurtu como ya se ha estado haciendo durante el Festival Internacional del Pitic, las publicaciones, exposiciones, conciertos, y como se ha hecho en otras organizaciones con bastante éxito, las cuales se convierten en mediadoras cercanas de las iniciativas de los colectivos y la comunidad en las labores de la propia institución.

Al asumirnos como la organización ciudadana de fomento cultural que siempre hemos sido, podremos participar en convocatorias, concursos y patrocinios, aunque tales convocatorias requieren un trabajo administrativo previo, seguimiento cercano y una curva de aprendizaje que implica que no vamos a ganar ni todas ni las primeras.

5.-La SSH es sin duda la mejor librería especializada en historia regional, una fuente inestimable de publicaciones de autores que son dificiles de conseguir de otra forma. Por lo que habría que fortalecer este servicio mediante una oferta en línea y la participación en ferias de libro y la realización de un programa editorial que si bien no va a ofrecer ganancias económicas abundantes o inmediatas si será un servicio para el que estamos bien posicionados y para el que existe una demanda creciente.

Durante muchos años los asociados hemos dejado la tarea de la gestión de las actividades académicas a la mesa directiva y las decisiones al presidente, pero solo recuperando el caracter colegiado de la toma de decisiones, fortaleciendo las relaciones interinstitucionales y el voluntariado en su puesta en marcha, podremos hacer crecer la carpeta de servicios y la presencia social de nuestra institución.

Las cuotas individuales son una fuente secundaria de recursos, sin embargo elevarlas para todos, reduciría el número de asociados y la diversidad de los mismos, algunas opciones serían definir diferentes categorías de socios y pensar en formas de retribuir las contribuciones adicionales con nuevos servicios (boletín, memorias, entradas gratuitas o incluso descuentos para la renta del auditorio o servicios similares).

Otro proyecto a corto plazo es la reubicación de la colección de mapas en la sala junto a la bodega que con una inversión mínima puede ser el germen de un museo y una mapoteca abierta a visitantes ocasionales y visitas organizadas.

Por lo pronto la asamblea de esta semana hará que muchos nos pongamos al corriente en nuestras cuotas para poder votar en la elección y eso sin duda será un respiro en el presupuesto. Por cierto, ¿conoces la Sociedad Sonorense de Historia?

Por René Córdova

Fotografía de Benjamín Alonso

Sobre el autor

José René Córdova Rascón es Antropólogo Social por la ENAH, maestro en Salud Pública con especialidad en Políticas Públicas por la Universidad de Arizona en Tucsón, director de Espacios Expositivos, S.C. y curador externo de la nueva exposición permanente del Museo Comcaac (antes Museo de los Seris) en Bahía de Kino, Sonora. Contacto: rrenecordova@gmail.com

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