Otro que arde -o está por arder- es el magisterio sonorense. Así lo indica el termómetro columna de CR en CS.

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Hay una ofensiva en contra de los maestros. Hay una persecución en contra de los trabajadores al servicio de la educación. La agresión viene de los cárteles conformados por la «clase política», «la delincuencia empresarial», «los medios masivos de comunicación», comparsas cómplices y serviles de la mafia en el poder, «el cártel del SNTE» a la par de la masa de profesores apáticos y agachados y «el cártel del pueblo», que con su silencio, su indolencia, su conformismo, su falta de solidaridad, su ignorancia y su voto, contribuye a allanarle el camino a los delincuentes de siempre que amparados en el secuestro de las instituciones, lucran con el sufrimiento, la necesidad y el sudor de millones de mexicanos que a diario se levantan a trabajar honestamente en los más diversos oficios.

 

Hay una conspiración en contra de la educación pública. Los emisarios y perpetradores de tal infamia han acordado dejar sin el sustento diario a las familias de todos aquellos que se opongan a sus políticas de «avanzada». Son un petimetre acicalado cuya trayectoria académica es un inefable misterio, un vociferante advenedizo vulgar que al frente de la Secretaría de Educación Pública del gran Vasconcelos, se vale de la horda uniformada para amedrentar; para cobardemente agredir a maestras y maestros, a dedicados profesores a quienes él y sus compinches le deben lo que son, quienes les toleraron gritos, malas mañas,  groserías, manías, costumbres bizarras; maestros que les enseñaron a comportarse, a leer, a escribir, a sacar cuentas, a expresarse. Son una legión de ricachones sin alma, un consejo coodinador empresarial de avaros desalmados cuyo principal interés es el saqueo, la transa, la ganancia a costa de lo que sea. Son un monumental bodrio televisivo y radiofónico al servicio del dinero y la tontería.

 

Es un sindicato charro que nunca fue lo que debiera, que nunca luchó; nido de ratas, cucarachas de alcantarilla, ojetes, lamebotas, líderes de nada, rateros, vividores de mis cuotas, de las de miles. Son un pueblo corrupto de liderezas de barrio, de votantes comprados, de acarreados sin moral, de partidarios sin principios, zombies manipulados que perpetúan el estatus. Son en fin, un México enfermo de corrupción, un país de generaciones quebradas, de hombres y mujeres sin convicción de luchar, de oponerse, de decir NO, de apelar al estado de derecho, de dejar atrás el estado de chueco.

 

Hace unos cuantos días, una banda delincuencial contratada por la élite gubernamental del Otro Sonora Ya, llegó al plantón que los mentores mantenían en la explanada del palacio de gobierno: en presencia de los elementos de la llamada «policía estatal investigadora», a traición y de manera cobarde, agentes vestidos de civil y este grupo desalojaron, golpearon y robaron sus pertenencias a los maestros más dignos, a los maestros más valientes del estado, en una acción vergonzante que desnuda sin matices la clase de «funcionarios» que los electores sonorenses eligieron enriquecer este sexenio. Los profesores sólo querían hablar, buscaban una entrevista con la susodicha, querían expresarse, acordar, ser atendidos.

 

Hay, «para mover a México», un complot acordado en las más altas esferas de la maldad, un proyecto perverso que amenaza la supervivencia de miles de maestros y sus familias a lo largo y ancho del país, muchos profesores parecieran ser ajenos a esta amenaza, la apatía y pereza de pensar y actuar de cientos de miles de ellos así lo atestiguan. Nadie lo desea, ese no es el punto, ojalá la providencia no lo permita, pero si la espada de Damocles cae sobre sus cabezas por no defender lo suyo, el sustento, su profesión, su condición de combatientes de la ignorancia, no pocos pensarán que lo tienen bien merecido. Hay ya una demanda penal en contra de los sujetos que el 21 de marzo ofendieron a quien les dio la vida agrediendo a unas maestras valientes, esa ofensa lejos de amedrentar al magisterio consciente, le da mayores motivos para no cejar en su empeño. Abrazo solidario a los maestros que se la parten en Sonora. La lucha sigue, sigue…

 

Texto y fotografía por Casildo Rivera

Sobre el autor

Profesor de niños con dificultades y egresado de la Escuela de Letras de la Universidad de Sonora. Promotor cultural y autor del documental Pluma Forever, video en el que se reseña la historia y aventuras poéticas de una tribu de outsiders que con sus actos y sus obras artísticas han contribuido al crecimiento de la cultura y las letras sonorenses.

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1 comentario

  1. Casildo, desconocía tal AGRESIÓN a los maestros. Pero de dónde yo vengo, esa España que es hermana a México en lo malo y en lo bueno, sí son diferentes los maestros, sí están más unidos. Cuando los maestros salen a las calles a manifestarse ES NOTICIA NACIONAL porque o SALEN TODOS O NO SALE NINGUNO… Pero como muy bien has dicho, aquí los maestros van cada uno a la suya y algunos incluso si puede le quita el puesto y la pensión a otros…. obviamente salvo honrosas excepciones.

    Pero en fin, entre el miedo a la represión y la flojera de unas horas al sol sosteniendo pancartas, así le va a nuestro querido México.

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