Corría el mes de Junio del año 2016 y un chico de Akron Ohio ponía los últimos clavos al ataúd de un equipo que había conseguido alcanzar un récord de 73 ganados y 9 perdidos. Para muchos no había duda que estaban presenciando al mejor de la historia, para otros (entre ellos yo) confirmábamos que estábamos ante uno de los mejores que ha botado la bola. Para “Su Majestad” era la motivación, era momento justo de tirar lo que probablemente es su última carta, era el momento de una clase de historia.
Hoy en día todos saben quién es Michael ya sea por su carrera profesional o el meme llorando (la primera o la segunda vez), todo el mundo desea sus zapatos. Michael Jordan se ha vuelto el estándar de oro, la calidad suprema en lo que sea que hagamos o en eso que nos apasiona, por eso cuando decimos: “Quiero ser el Michael Jordan de:______________.” Estamos afirmando que no habrá nadie mejor antes o después de nosotros, estamos dispuestos a arrebatarle el título a quién sea, trabajando más duro que él y que cualquiera en la historia.
The Last Dance es el acceso que Michael Jordan y los Bulls dieron a un equipo de cámaras para filmar el desenlace de la última temporada que estarían juntos. El lunes pasado se estrenaron los dos primeros capítulos de un total diez que se irán estrenando de forma semanal en la plataforma de Netflix, nuestro mejor aliado en esta era de aislamiento voluntario en México.
En este primer capítulo se hace una introducción brillante y nos sitúan junto en el medio del problema: una lucha por el reconocimiento a quién fue el arquitecto de la mejor dinastía de la NBA y probablemente del deporte entero, el eterno problema de ahogar de una buena vez y por todas ese dañino ego, el conflicto de “arreglar algo que no necesita arreglo” ya que no se puede discutir contra los resultados de ganar tres campeonatos seguidos, después otros dos y estar en la busqueda del segundo tricampeonato en prácticamente ocho años.
El primer capítulo explora la relación de Jerry Krause con los Bulls, el polémico personaje para algunos representa el error y para otros, parte del acierto. Se explora la relación tan turbia que tenía con Phil Jackson. Las fuerzas, motivaciones y traiciones que había para llevarse el reconocimiento de los Bulls de los noventas. Todos hablaban de MJ, Pippen, Rodman y Phil Jackson, pero nadie hablaba de la gerencia general, nadie hablaba del difícil papel que es manejar los hilos desde atrás como nada más y nada menos que un ser humano, una gerencia en este caso con un apetito por ser reconocida.
Al final un equipo no es más que una organización humana y como ello, está plagada de todo lo que somos: una extraña mezcla de virtudes y defectos con un potencial infinito. Eso es el ser humano y por ende todo lo que creamos o en lo que estemos involucrados. La auténtica ciencia consiste aprender a comunicarnos y salir adelante como equipo. Lo cual para los Bulls era imposible, no había posibilidad de reconciliación entre varios actores, lo mejor que podían hacer era mantener una relación profesional una última temporada, un último baile.
En el mismo primer capítulo se aborda también la llegada de Michael a la liga, desde su paso por la universidad con personas como Barack Obama, ciudadano de Chicago relatando sus primeras impresiones o Roy Williams desde aquel momento en el que Michael le decretó que iba a ser el mejor jugador que pasara por la universidad de Carolina del Norte, Dean Smith su entrenador en la universidad quien en un gesto de desinterés increíble lo convenció de seguir su camino. La evolución de Mike Jordan a Michael Jordan en la universidad y sus impresiones en ese poema de tiro en los últimos segundos que le dio el título colegial. Su proceso de selección en el Draft y su primer año en Chicago, inyectándole una nueva mentalidad a la franquicia y haciéndola rentable nuevamente gracias a él. Su primer año donde se dio cuenta que para ser el mejor y hacer de su equipo igual de respetable que otros, debía de permanecer concentrado en su trabajo y alejado de los demás integrantes del vestidor quienes al parecer no daban otro tipo de asistencias si no estuvieran relacionadas con: mujeres y cocaína.
El segundo capítulo nos lleva por los escenarios traumáticos de la infancia de Michael. La cuna que tuvo, esa tremenda y tan hablada rivalidad con su hermano, su rechazo de la preparatoria, el amor por los deportes y la lucha por la atención de su padre. Los motores que Michael usaría durante toda su vida para competir y hacerlo de manera inigualable no solamente en el basquetbol, sino en cualquier cosa que pusiera los dos ojos.
En este capítulo también se explora a Scottie Maurice Pippen desde pequeño y durante todas sus etapas. Un capitulo donde se hace una muy justa redención de Scottie y no solo en la cancha, sino en la vida de Michael, la sociedad que ellos dos tenían. Ya que por muchos “conocedores” es menospreciado y siempre es visto a la sombra de Jordan de la manera más injusta posible. Se aborda el tema de la situación salarial de Scottie, a la que cada quién tendrá su criterio sobre si era justa o no y como fue tratado por la gerencia general como ficha de cambio al igual que Phil Jackson, un par de piezas catalogadas como no esenciales para el éxito de Chicago durante todos estos años en especial el último. Una relación qué se turna totalmente agria y áspera, y si la vemos explicada del punto de vista de Scottie tendrá sus razones en un mundo donde a mi parecer: a veces el cariño y los buenos sentimientos no son suficiente y mucho menos correspondidos, lo más importante es ganar y llevarse el crédito.
En el segundo capítulo también se explora ese segundo año de su carrera de Jordan quién fue víctima de una lesión. Se puede sentir la desesperación y las ansias de la voz viva de Michael de volver. Esa hambre por la competencia donde aquí sí, solo pocas personas han sido capaces de experimentar la desesperación de querer volver y no poder. Michael relata el proceso completamente y la frustración que nuevamente sufre con la gerencia general, la misma figura de Jerry Krause se vuelve a hacer presente de forma polémica para tomar parte en la historia. Michael Jordan relata su lucha por alcanzar la tierra prometida de los playoffs en su segundo año, cuando su promesa fue competir en esta instancia todos los años que él formara parte de la institución y la recompensa por todo ese esfuerzo sería encontrarse en primera ronda con los Celtics de Boston liderados por un Larry Bird en su mejor momento físico y mental. Boston tendría a Kevin McHale, Dennis Johnson, Bill Walton, Danny Ainge para intentar detener al joven Michael y digo intentar porque en el primer partido de la serie Jordan les puso 49 puntos, en el segundo y esperando verlo cansado por su desenlace sucedió de palabras de Larry Bird, lo siguiente: “Ese no era Michael Jordan, ese era Dios disfrazado de Jordan”. Con 63 puntos Michael les firmaba a los todo poderosos Celtics la mejor actuación individual en cuanto a puntos en la historia de la NBA en instancia de playoffs.
«Esta serie documental logra en dos capítulos algo que pocas han logrado conmigo»
Esta serie documental logra en dos capítulos algo que pocas han logrado conmigo, ese efecto de sumergirte en una época y la vida. Con un soundtrack impecable, los videos, las fotografías y el contenido exclusivo te sitúan allí mismo, justo cuando esta asesinando a los Celtics por ejemplo. En esa época exacta de los ochentas y noventas donde el mundo vivía transformaciones profundas y todo era prosperidad, donde todos veíamos un futuro resplandeciente y en mi caso me pone frente a frente con mi infancia.
También te sumerge en la vida, el glamour que implicaba ser Jordan en todas sus etapas, desde el chico que llega del campo con la ambición de conquistar la gran ciudad y sus sueños. Hasta la leyenda viviente que todavía no se ha cansado de ganar y lograr más y más a costa de trabajar como nadie y disfrutar sus sueños totalmente en compañía de sus hijos.
Un hombre no diferente a ninguno de nosotros que sabe que el tiempo ya se acabó y disfrutar del presente es lo único que verdaderamente nos queda.
Jerry Krause presentando al recién drafteado Michael Jordan
Muy disfrutable artículo acerca de un deporte donde la NBA marca la clase mundial. Un espectaculo profesional sostenido con televisión y publicidad y que se vende al mundo como la NFL, la MLB, la UFC, etc… pero dada la historia del baloncesto norteamericano, sus recursos económicos para construir ligas deportivas de clase mundial y, no factor menor, el aprovechamiento de la genética de la raza afroamericana para llevar el deporte de alto rendimiento convertido en espectáculo a los más altos niveles, traen como resultado la emergencia de estas figuras, fenómenos, iconos culturales. Nosotros como mexicanos, y la mitad del mundo, hijos de la televisión como buenos ochenteros asistimos a esta enajenación importada y, respetando esa calidad tanto deportiva como mediática, caemos en el embrujo de todo lo que la tecnología depara y vende.
Hay otros muchos documentales deportivos que te transportan en las épocas. La serie 30 X 30 de ESPN es excelente y te habla de dramas, conflictos y episodios especiales del deporte norteamericano y mundial, que ensalzar este documental amplio y meritorio sobre Michael Jordan colocándolo por sobre otros de la misma o mejor calidad, creo que es omitir la obra y el trabajo de otros realizadores y productores. Cuando se trata un tema, en este caso documentales deportivos, o hay que hacer referencias alternativas o hay que tener mucho cuidado con las afirmaciones que se hacen. El canal de la NFL tiene una serie de documentales que se llama A Football Life, que narra la vida de decenas y decenas de deportistas de alta calidad que sobrevivieron a infancias terribles y que sufrieron handicaps de todo tipo y lograron triunfar más que en el deporte en la vida misma. Son trabajos realizados con todos los recursos dispuestos de los dólares que genera la misma liga, pero rescatan el ejemplo y el legado de hombres (y mujeres, mamás, novias, esposas, hermanas, maestras, abuelas, etc…) que son inspiración para las juventudes y adolescencias primero de los Estados Unidos y después del mundo en esta era de la globalización.
En los noventa no todo era prosperidad. La pobreza y la miseria en México se multiplicaban año con año. En 1993 el PIB creció 0% y en el 95 el PIB de México cayó, tuvo crecimiento negativo entre un 5 y un 7% real. Rusia vivía desabasto de alimento y en Africa había revoluciones que se resolvían a machetazos. Cientos de cadáveres aparecían de los ríos donde la gente bebía agua.
Miré en vivo por televisión todos los juegos importantes de la carrera de Michael Jordan y no hace falta más.
Antes de acceder a una final de la NBA los Toros de Chicago de Jordan, Paxson, Pippen, Horace Grant, Bill Cartwright, Craig Hodges, Will Perdue, Sam Vincent y otros, dirigidos por Doug Collins y después por Phil Jackson fueron eliminados cuatro veces consecutivas por los Pistones de Detroit en primera ronda de playoffs, en segunda ronda de playoffs y en dos finales consecutivas de conferencia del Este. Cuando por fin los Bulls derrtaton a los Pistons en su tercera final consecutiva de conferencia, Detroit jugó sin varios titulares a causa de lesiones. La serie terminó 4-0 pero no tuvo prácticamente ningún sabor debido a que Pistones jugaba con la banca, salvo que llevábamos cinco años esperando ver a Jordan en una Final de NBA.
La figura de Jordan nació para el mundo en un año de fracaso. En el último segundo de un juego en Cleveland Michael Jordan definió la serie a su favor, de visitantes ante los Cavaliers. Los Cavaliers le habían ganado a los Chicago Bulls de la máxima estrella del baloncesto de ese año, Michael Jordan, campeón canastero e imán de taquilla y comerciales, repito, le habían ganado TODOS los juegos de temporada regular. Simplemente no tenían manera de ganarle a Cleveland de Lenny Wilkens, en su momento el coach más ganador de juegos de la historia de la NBA. La quinta de los CAVS era Mark Price, Ron Harper, Brad Daugherty, Larry Nance y Mike Sanders, con Craig Ehlo desde la banca y un tal John Hot Road Williams… la canasta de Jordan fue sobre Craig Ehlo y no sobre su némesis Ron Harper, que lo guardaba bien… porque en la NBA por cuestiones de espectáculo el marcaje es personal y los equipos juegan todo el año sin hacer doble equipo para no generar defensa ilegal que se convierte en falta técnica…
Después los Bulls eliminaron a los Knicks de Nueva York de Rick Pitino y Patrick Ewing, también a domicilio, en serie 4 a 2… pero cayeron en 6 juegos ante los eventuales campeones Pistones de Detyroit. El siguiente año sucedió lo mismo. Pistones ganó la conferencia 4 juegos a 3. Cada equipo ganó todos sus juegos de casa, si no me equivoco, pero el último juego y decisivo fue una humillación para los Bulls. Iban 40 puntos a 10 al final del primer cuarto.
La segunda tripleta de campeonatos de los Toros de Chicago no tiene el mismo mérito que la primera. Porque la segunda tripleta de campeonatos en realidad era una selección apuntalada por refuerzos de otros equipos: Denisse Rodman era una máquina reboteadora y el mejor defensivo de la década procedente de Detroit y después de San Antonio Spurs; Ron Harper era el líder de los Cavs de Cleveland y se unió a los Toros y servía como el descanso perfecto para Michael Jordan, jugador polifuncional, guardia, sabía ser point guard movedor de balón o guardia tirador, etc… Si Jordan hubiera sido el fuera de serie que se nos quiere vender, los Toros hubieran doblegado a Orlando Magic en la temporada de regreso de Jordan, pero Horace Grant jugaba con la Magia de Orlando y ya no con ellos.
Jordan es mi favorito. Es el deportista que ha hecho más feliz a sus seguidores que todos los demás, incluido Lebron, incluido el malogrado Kobe Bryant, incluidos todos, excepto Tom Brady de los Patriotas de Nueva Inglaterra… Seis campeonatos mundiales… excepto que Tom Brady perdió 3 Súper Bowls y Michael Jordan no perdió ninguna final de NBA, pero tampoco jugó 9 finales de campeonato del mundo, como Brady si lo hizo. He odiado a Tom Brady desde su segundo campeonato, debo dejarlo claro.
Saludos. Todo es absolutamente subjetivo. Incluso las cosas que no se nos escapan y de las que estamos seguros con datos en las manos.
No tiene la menor importancia.