Un repaso a la trayectoria de Kobe Bryant con una nota final salida del mero corazón de Carlos Gil

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Este es un homenaje a Kobe Bean Bryant. El padre, atleta, competidor y hombre ejemplar que tocó millones de vidas con el básquetbol. Un chiquillo nacido en 1978 en Filadelfia, criado en Italia que tenía una sola ambición: ser el más grande de todos los que han tocado un balón de básquetbol. 

La preparatoria de Lower Merion fue el primer escenario donde nos daría las primeras pinceladas de grandeza. Con tan solo 17 años, este joven ya estaba listo para llegar a la NBA. El 8 con el que empezó su carrera profesional en 1996 como resultado del pick #13 de Charlotte fue cambiado inmediatamente a Los Ángeles por Vlade Divac. 

Jerry West fue quién creyó por primera vez en él y ahora el Inglewood Forum era el hogar de un joven que a la larga sería tan importante como las celebridades que allí usaban el escenario. Ese mismo año ganaría el concurso de clavadas con su actitud retadora, él ya sabía que nadie estaba preparado para lo que estaban a punto de ver durante los próximos años.

1998 llegó y él se volvió el más joven en llegar a un juego de estrellas hasta ese momento. Kobe pidió específicamente defender a Michael Jordan (su ídolo de toda la vida); un chico de 18 años quería el reto de marcar al mejor jugador de todos los tiempos y además darle una amigable advertencia: la corona ya estaba en juego.

Todo llegó a su tiempo y logró tres campeonatos consecutivos formando parte del mejor dúo en la historia del básquetbol junto con Shaquille O’neal. Shaq aportaba una fuerza y poder incontenible en la pintura, el jugador más dominante de la historia. Mientras que Kobe daba esa fineza y ese toque ágil y acrobático para llenar el perímetro. Los Lakers vencieron a Indiana, Philadelphia y New Jersey. Cada uno con jugadores como Reggie Miller, Allen Iverson o Jason Kidd. También despacharon a su casa a equipos durísimos como los Kings de Sacramento, Portland Trail Blazers y Jazz de Utah esos mismos años. 

Los sueños de llegar a cuatro campeonatos al hilo se vieron frustrados por San Antonio en 2003, el año siguiente llegarían a la final reforzados con Karl Malone y Garry Payton para perder la final contra Detroit. Al final, la relación entre Kobe y Shaq estaba totalmente desgastada y ya no había espacio para dos líderes dentro del equipo. Shaquille O’Neal llevó sus talentos a South Beach mientras Kobe se quedaba solo con dos asignaturas pendientes:

1.- Reconstruir un equipo que había quedado en ruinas

2.- Crear su propio legado como líder indiscutible del equipo

Los siguientes años serían decisivos para el joven que había probado la gloria tan temprano en su carrera y buscaba ahora armar un legado propio. Él llevaba a su equipo en hombros, lo cargaba totalmente.

Noches de 60 puntos en tres cuartos contra Dallas Mavericks lo hacían ver fácil, pero su recital fue el 22 de Enero de 2006. Esa noche Kobe alcanzó anotar 81 puntos contra los Raptors de Toronto solamente debajo de Wilt Chamberlain quién logró anotar 100 puntos en un solo partido. Kobe era un grave problema, era una mamba en búsqueda de víctimas. 

La era del número 24 empezó en la temporada del 2007 y después de cargar el equipo en hombros era innegable que necesitaba ayuda, por eso la gerencia de los Lakers movería cielo, mar y tierra para que llegara la pieza clave llamada Pau Gasol. El español y Kobe, junto con Lamar Odom y algunos jugadores de rol podrían finalmente ponernos a soñar con otra final. Otro anillo de campeón. Otro Larry O’Brien de oro macizo.

El oro y purpura llegó a tres finales (2008-2010), en donde la primera perderían contra los Celtics de Ray Allen, Kevin Garnett y Paul Pierce. Fue una experiencia dura perder contra esos “abusones” y sería exactamente el tipo de motivación que necesitaba Kobe, la ira era exactamente el combustible que alimentaría el equipo. El siguiente año Orlando (2009) fue el daño colateral y pagaron todos los platos  rotos contra los Lakers en la final siendo barridos. Finalmente, Kobe volvía a sentir esa gloria y esta vez le sabía mejor por la madurez de los años duros y por la satisfacción de volver a armar un equipo desde prácticamente nada con su liderazgo.

Los Lakers volvieron a llegar en 2010 a la final y solo querían ver un equipo frente a ellos, Boston tenía que pagar lo que había hecho en 2008. La serie final se decidió en los últimos minutos del juego siete. Lakers obtendría esa tan deseada venganza. Finalmente podíamos liberar esa ira y celebrar, habíamos ganando en casa donde las palmeras y el buen clima confirmaban una vez más que no existe mejor lugar en el mundo para que el trofeo de campeón descanse. Kobe lo había logrado, las ropas purpuras de la realeza y el oro no solo lo hacían ver como el rey que ya era. El reinado de su majestad estaba sustentado en dos títulos consecutivos.

En los siguientes años se avecinaba un solo rival a la vista que lo podía detener, el Padre Tiempo reclamaba lentamente su cuota, la que al día de hoy ningún ser vivo puede evadir. Era momento de reconocer que era humano, era tiempo de verlo sufrir lesiones terribles y frustraciones tremendas pero su corazón y su mente siempre estuvieron enfocados en una sola cosa: ganar.

Anunciaba su última temporada, una última vez de tener el honor de disfrutar ver como un artista hace lo que más ama, aquello para lo que nació y aquello que decide entregarle todo, hasta la vida que sin ello que amas la vida no tendría tanto sentido. Y sí, todos vimos una versión ya cansada y disminuida pero siempre luchando.

Su último pincelazo de grandeza, su último recital lo daría el 12 de Abril de 2016 frente al Jazz de Utah. Esa noche él anotó 60 puntos a los 38 años, era la última noche que tendría la oportunidad de entregarle al mundo una vez más su perfección. 

Kobe era un caballero Jedi, había trascendido en la fuerza. 

Los últimos años vimos un hombre dedicado totalmente a sus hijas, un emprendedor, jugadores seguían buscándolo para quitarle un poco de sabiduría. Una vida reservada, alejada de reflectores esperando su nominación al salón de la fama que sin duda llegaría pero desafortunadamente llegó primero la cita de la que no podemos escapar ninguno de nosotros y tristemente perdería la vida junto a su hija en un accidente en el helicóptero en el que viajaban rumbo a un partido de su hija.

Aquí es donde yo quisiera abrir mi corazón…

Aquí es donde yo quisiera abrir mi corazón para agradecerle infinitamente que gracias a querer jugar como él pasé la mayoría de mis días intentando igualarlo en una cancha en vez de meterme en otras cosas que tenía al alcance de mi mano como joven criado en una zona donde se veía de todo. Todas las noches estudiaba sus movimientos y me dormía soñando con tener sus zapatos, todos los días me despertaba seguro de una cosa: quería jugar a lado de él o contra él algún día. Por cuestiones de la vida tuve poco tiempo a mi padre cerca de mí pero cuando más necesitaba un guía lo encontré en él.

Kobe Bryant me salvó la vida en más de una forma, me enseñó el valor del compromiso y la dedicación. Aprendí de él que si quieres ser bueno en algo tienes que tener la mentalidad correcta, tienes que dominar tu oficio y darlo todo por conquistar aquello que más quieres. La “mamba mentality” para mí no es nada más que entregarte en cuerpo y alma a eso que más deseas, aplicar la sabiduría disponible de diferentes áreas en aquello que amas, poner tu destino en tus propias manos, perseguir el conocimiento de forma incansable y también la mejora constante en tu toda tu vida, ser el depredador de mis propios miedos. 

Todos podemos aspirar a ser Kobe en aquello que amamos y por eso aunque siendo triste y sintiendo un dolor tremendo en mi alma con que nos abandonara físicamente en esas circunstancias junto a su hija. No lo voy a extrañar ya que pienso honrarlo todos los días de mi vida, él vive a través de nosotros, su legado está intacto y algunos lo llevamos impreso en todo lo que hacemos.

Los héroes van y vienen, las leyendas son para siempre.

#mambaout

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Sobre el autor

Hermosillense adoptado. Contador público, comerciante y emprendedor. Aficionado al deporte, la cultura y la ciencia. Amante de las buenas conversaciones y el intercambio de ideas.

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