Una pared grita drama y nosotros pasamos de largo.
Pero Miguel Ángel Aispuro no: hizo un registro y volvió para un segundo.
¿Quién dice que poesía y periodismo jamás habrán de encontrarse?
1/ Nadie ha sabido nunca decirme qué fue de aquel indigente extraño que recorría las calles del centro de Hermosillo. Enfundado en unos shorts inusitadamente cortos, iba y venía por el asfalto, con las piernas llamativamente musculadas de tanto caminar apresurado. Podría, en lo que a mí respecta (y a falta de verificación de su existencia), tratarse de una alucinación recurrente. O de un fantasma.
2/ Bajo la raquítica sombra de las ceibas, descansan con sus hatillos. A lo largo del día recorren las bancas de hierro alrededor de la fuente marcando horas perdidas. El Jardín Juárez se transforma en un inmenso reloj de sol.
Ellos desafían la luz de mediodía. Sus ojos están transidos por una desconfianza indisimulable. El rumor malsano de la fuente reverbera en sus cabezas mientras sus huesos se cansan contra la tierra, contra el hierro, contra el concreto, donde eligen depositar sus cuerpos. Cargan en los surcos del rostro, en los labios agrietados, el viaje y la promesa. Cargan en el reconcentrado sudor los días. En zapatos desgastados la fatiga del camino.
Ellos cargan en sus mochilas esperpénticas los fantasmas, los destierros.
Tosen. Mojan los labios con agua o con alcohol en apresurada mezquindad.
Guardan la ciudad como una segunda piel hecha de grasa vieja y polvo.
El drama es reiterativo. El infierno se vuelve un lugar común. La tierra natal es bocas hambrientas, cosechas que se malogran o sangre derramada. La frontera como un sueño. Recuerdos de trenes y desiertos y pedradas. También es usual la tragedia de los dientes desmoronados en una pipa de cristal.
Los ojos velados de fantasmas. Ellos mismos, fantasmas a la luz ardiente de la tarde.
3/ Su nombre es Toni. Lo imagino, destacando entre los fantasmas, por su inmóvil y callada desesperación. Imagino el estremecer de sus manos, sus dedos temblorosos manchados de verde por el marcador. Los labios cuarteados delineando cada letra mientras escribe. Imagino la inocencia brutal cuando dibuja el corazón.
Lo imagino trashumante, desesperado. ¿Por qué dejar un mensaje, botella en el mar, aquí en el Jardín sino en la consciencia de esa gravitación que hasta aquí conduce a tantos desheredados? Tantos indigentes, tantos ancianos, tantas prostitutas, tantos encuestadores, tantos desempleados crónicos. Tantos emisarios para Lupita.
El primer beso en la máquina 5.
Si lo llegas a leer / aunque no te lo / pueda decir en persona / aquí / te lo digo / te amo.
Perdóname Lupita por fallarte / a ti y a nuestro bebé / algún día te volveré a ver / maldita droga que no puedo parar / todo lo que (he) perdido.
Elucubro en el misterio detrás de ese beso primero (o acaso en las grafías se esconda primer deseo) en la Máquina 5. Perezosamente intuyo trenes. No me atrevo a cuestionar la autenticidad de su amor, como no podría cuestionar la clara hondura de su desesperación.
TONISOLISESPARZA. Recuérdalo, J.
4/ Hay una mancha de grasa. Una mancha de suciedad y grasa, sobre la banqueta frente a la primaria “Ramón López Velarde”. Esa mancha señala el sitio exacto de pernoctación, de ingesta y evacuación de alimentos y de vegetación constante, de una indigente que padece de sus facultades mentales. Un día ella desaparecerá y esa mancha será su único legado. Hasta que vengan las lluvias. Recuérdala también, J.
Texto y fotografías por Miguel Ángel Aispuro
Muy bueno, mis felicitaciones, al autor y a la administración de la página, al leerlo se eleva el espíritu deteriorado de la impersonalidad de la Red.
Agradezco su lectura y sus palabras. Saludos.
Felicitaciones al escritor. Miguel Ángel es un hombre que tiene unas letras que emocionan cuando uno lee su trabajo, Felicidades de nuevo a la Revista y a el en particular por ser tan profesional en todo lo que realiza,
Gracias, Diana. Me alegra que te haya gustado mi texto.