Hermosillo, Sonora.-

El nombre de este texto quizás no le diga nada a much@s de nuestr@s lectores, así que al toro por los cuernos: son títulos de obras de dos de los más destacados escritores y poetas que ha dado Sonora, Abigael Bohórquez y Alonso Vidal, respectivamente. Y rescato a estos sonorenses, no sólo por su importante obra y legado -que hay que leer y releer más-, sino porque el mes de junio es mundialmente conocido como un mes para celebrar a la comunidad LGBT+, y ambos personajes son los únicos sonorenses abiertamente homosexuales, honrados por nuestras Ciudades sin Memoria.

Al reflexionar sobre el mes de la diversidad, orientación e identidad sexual, me preguntaba si algún rincón de nuestras ciudades honraba a sonorenses pertenecientes al universo LGBT+. No tardé en recordar el monumento de Abigael Bohórquez, en la amalgama de las avenidas Álvaro Obregón y Sufragio Efectivo, y la Plaza Alonso Vidal, en la colonia Centenario.

Por supuesto, ni Bohórquez ni Vidal son honrados por su orientación sexual, sino por su obra literaria. Pero, quizás, el simple hecho de que se les visibilice, independientemente de que eran abiertamente homosexuales, es un avance para nuestras Ciudades sin Memoria, las cuales deben dejar atrás la anticuada idea de sólo rendir tributo a personajes con cualidades culturales hegemónicas. Cada vez más, nuestra sociedad exige el rescate de personas que en el pasado no ocupaban lugares en la historia oficial, como mujeres, indígenas y, para el caso de Bohórquez y Vidal, homosexuales. Encontrarnos la estatua de Abigael mientras caminamos por el centro de nuestra ciudad, no sólo nos guía a preguntarnos quién era y conocer su obra, también nos impulsa a hacernos conscientes de su condición de homosexual, o como diría Gerardo Bustamante, su relevancia como miembro de la nómina de escritores homosexuales mexicanos, y orgullosamente sonorense. Si nuestra ciudad honra abiertamente a homosexuales ¿No deberíamos entonces prohibir las “terapias” para “curar” la homosexualidad?

Las calles de nuestra capital sonorense se vistieron con los colores del arcoíris el pasado 25 de junio, para sumarse a las jornadas de celebración y orgullo de la comunidad LGBT+, pero pocos negocios particulares manifestaron su apoyo a esta lucha. Y ni qué decir de la actitud de nuestro ayuntamiento, el cual en años anteriores iluminó el palacio de gobierno con los colores del arcoíris (siguiendo el ejemplo del ayuntamiento de Cajeme y a pesar de que la alcaldesa era Célida López), pero ahora permaneció pasivo, sin manifestarse a favor de esta campaña promovida por la comunidad LGBT+ y organizaciones defensoras de los derechos humanos. El pasado sábado 25 de junio, el alcalde Antonio Astiazarán no se dignó si quiera a publicar un tuit relacionado con lo que ocurría en las calles, ignoró por completo el pulso de la ciudad que gobierna. No sólo eso, es un grupo de gobierno cercano al exalcalde Maloro Acosta, quien sí se manifestó sobre el tema, pero para sumarse a la homofóbica reacción a la película Buzz Lightyear. 

Contrario, están los buenos ejemplos. Es de reconocerse la iniciativa de honrar al poeta Alonso Vidal, sumándolo a la nomenclatura de nuestros espacios públicos (aunque desconozco quién hizo la propuesta). También se aplaude la iniciativa de poner la estatua de Abigael Bohórquez, que partió de diputados locales del partido Movimiento Ciudadano. Y la exposición que hizo (este año) el Archivo General del Estado de Sonora (AGES) en sus vitrinas, alegórica a la historia de la comunidad LGBT+.

 

Falta mucho por hacer. Nuestras Ciudades sin memoria aún debe reconocimiento a destacadas personas sonorenses de identidad y orientación sexual diversa. Por nombrar dos, el dramaturgo Darío Galaviz Quezada, y el locutor -y también actor- Alfredo García Márquez, ambos, por cierto, víctimas de asesinatos que hoy bien podrían ser tipificados como crímenes de odio. Y claro, no podemos dejar de hacer el urgente llamado para la creación de una gay street, como existen en tantas ciudades. Dicha calle no sólo será un espacio de convivencia y resguardo para la comunidad LGBT+, también visibilizará a este grupo en nuestro cotidiano andar, aunque parece que falta mucho para que exista algo así en nuestras Ciudades sin Memoria.

Texto y fotos (de monumento a Bohórquez y de vitrina en AGES) por Mirinda GD

Sobre el autor

Miguel Ángel Grijalva Dávila es un historiador sonorense que ha participado en espacios para la difusión de la historia radio, televisión y publicaciones impresas y digitales. También ha presentado sus investigaciones en congresos y foros en todo México. Búscalo en twitter, instagram o pinterest, como Mirinda_GD. En Facebook: Un Día Como Hoy en Sonora. Y en su página: http://www.undiacomohoyensonora.wordpress.com/

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