Los Mochis, Sinaloa.-

Históricamente, las políticas culturales diseñadas desde la capital sinaloense pareciera que solo conciben a Culiacán como el inicio y final de la vida cultural en el estado, entidad federativa necesitada de intervención comunitaria y buenas prácticas administrativas y de gestión cultural. Sin embargo, solo Mazatlán y honrosas excepciones han recibido apoyos en ese sentido

La otrora dirección de fomento de cultura regional, regularmente por no decir siempre, privilegió la infraestructura, recursos económicos y humanos a la ciudad entre ríos. Desde aquellos años iniciales, un grupo de personas monopolizó por sí y para sí, como una especie de colectivo non plus ultra, ungidos para dirigir la idea de cultura, la entonces dirección cultural estatal.

Gradualmente se acuerparon en lo institucional, sellando sus proyectos mediante lazos de compadrazgos, la bohemia y el fútbol. Se aferraron a ese nicho institucional y se fueron expandiendo al Colegio de Bachilleres del Estado de Sinaloa, Secretaria de Educación y Cultura, H. Ayuntamiento de Culiacán e instituciones universitarias.

Proyectos, publicaciones, empleos, prebendas, canonjías y beneficios de diversa índole, pasaban por el Vo. Bo. del Steiner de Buchotika. Esto pareciera no tener fin.

El arribo al poder de Mario López Valdez redujo considerablemente la influencia y control de los Steiner’s. Rumiaron su frustración como es su costumbre publicando en revistas y periódicos. Directa e indirectamente, apoyaron la campaña sistemática de golpeteo político contra la dirección del Instituto Sinaloense de Cultura. Con aciertos o errores, la administración cultural del norte de Sinaloa retomó algunos proyectos culturales abandonados a lo largo de la geografía sinaloense.

Su presencia en el gobierno estatal encabezado por mazatlecos, continúo con esa presencia disminuida de los Steiner’s, aunque tienen varias personas en colocaciones importantes.

El papel de este Instituto cultural sigue lejos de incluir el grueso de los municipios, se mantiene esa inercia centralizadora, aunque ligeramente inclinada al sur, para muestra la públicacion de libros a personas jubiladas, alejadas de la Investigación, incluso una reedición de un texto que dista mucho de ser una obra influyente.

Así como decía alguien en Facebook hace unos días, «yo no soy nadie, pero el gobierno estatal electo debería considerar a sutanito, perenganito, etc». Quien ocupe el Instituto Sinaloense de Cultura deberá alejarse de ese grupusculo culturoso, voltear más a los municipios, particularmente a los espacios serranos vapuleados por el crimen organizado, descentralizar la vida cultural, publicar los ensayos de quienes han ganado el premio de ensayo historico social, realizar Investigación, dejar del folclorizar a los grupos indigenas sinaloenses y de otras entidades, no consentir prácticas de solapamiento de personal que incurra en prácticas de plagio, ni permitir el acoso a las creadoras sinaloenses.

Se necesita una transformación real, no oportunismo político busca chambas.

Por Pedro Cázares Aboytes

El famoso narco panteón de Jardines del Humaya, donde reposa lo mas granado del crimen organizado sinaloense

Sobre el autor

Historiador. Profesor investigador en la Universidad Autónoma de Sinaloa.

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