Explícitos, cínicos y desublimados, estos fragmentos de versos, poemas enteros y líneas en prosa, se pueden definir bajo el término genérico de porno. Porno ahí donde la obscenidad, la jocosidad y la desmesura se conjugan en una representación literaria que pasa por la sabiduría de alcoba, la confesión, la escena adrenalínica de los cuerpos zigzagueantes; porno ahí donde se observa una visión del sexo como discurso de genitalidad total. Así, este es un ejercicio lúdico y asistemático de recopilación donde se consignan autores de diferentes épocas que han visitado, desde el crisol de la literatura, las prácticas sexuales tan antiguas como contemporáneas en las cuales reinan el candor y la espesura. Sean, pues, invitados los lectores a este disfrute orgásmico.

«Laura negra maciza potrancona
tu porte de giganta tus caderas
pesadas sobre el mundo tus esferas
reunidas para el goce de la hormona

penando fui hasta laura derechito
hasta su atracadero tan glorioso
la fuerza de su cuerpo victorioso
me deja caminando livianito

me deja transparente en el otoño
esa morocha viva esa negraza
esa bestia salvaje me adelgaza

me aspira mi potencia con el coño
uno queda flotando y ella echada
sobre su propia estatua ya tumbada.»

(De la serie «Pornosonetos»)
—Ramón Paz

«Quisiera yo tener muchas más vidas
y en una ser la chica de tus sueños
con pechos no muy grandes ni pequeños
con curvas armoniosas y medidas

y que vayamos juntos al gimnasio
y quieras que me ponga los shortcitos
y dé en el puchinbol los golpecitos
y me suba a la bici muy despacio

para poder seguir mis movimientos
con ganas de que todos se despidan
se vayan los patovas que intimidan

los machos sudorosos corpulentos
y así quedarnos solos un buen rato
haciendo rechinar ese aparato.»

—Luisa Kaufman

«Voy a cogérmelos por el culo y me la mamarán,
Aurelio mamavergas y Furio el sodomita,
que por mis lascivos versos me consideran
un culo blando y un desvergonzado.
Se supone que el poeta debe ser casto
él mismo, aunque sus versos no lo sean,
aunque tengan sin duda sal y gracia
si son lascivos y desvergonzados
y provoquen escozor, no digo que en los jóvenes,
sino en los peludos viejos
que no pueden levantar ni el culo.
¿Porque han leído “muchos miles de besos”
me consideran un amanerado?
Voy a cogérmelos por el culo y me la mamarán.»

—Catulo

«El otro día,
pensando en el otro día,
cuando mis manos acariciaban tu vagina,
se sumergían dentro de ella y regresaban empapadas,
te escribí un poema.

Tus piernas sacudían mi memoria
y toda la carne de tus nalgas se me venía encima
y el recuerdo era tan claro,
que volví a sentir tus manos desabotonando mi pantalón,
sacándome el pene,
(que me ardía como la sal sobre los ojos)
y que apretabas entre tus dedos.

¡Tuve que escribirlo todo, todo!
cómo te lo quité de las manos, lo pasé por tus labios
y lo arrastré por tu estómago,
despacio,
como un pincel sobre un lienzo,
y cómo te lo metí,
de golpe
hasta que la noche terminó de fundirse en tus riñones.

Hice versos sobre cómo caía el semen en tu boca,
en tu cara,
los grumos que formaba en tu cabello y…

¡Lo escribí con lujo de detalles, lo juro, y sin ahorrarme una sola imagen!.. pero…
… no me atrevo a mostrártelo…
no sé qué vas a pensar,
tal vez digas que no sirvo como poeta,
y que mis versos
no son más que pornografía.»

(«Te escribí un poema porno»)
—Alejandro Carrillo

Violado sea el feroz tiempo en que tu delirio
Dejó cerrados los muslos, las grupas calientes;
Malhadada la hora en que se apagó el cirïo
Enorme y venudo en tu vida, flama ardiente.

Y las rubias ninfas de inflamados chicharrones
perdidas debajo de tu pingüe anatomía
moverán sus caderas al candor de los sones
y de las febriles camas donde las cogías.

Cabrón jodido relleno de mierda peluda,
hijo de mil putas que disfrutó a mil más putas,
bizarro topo y dueño de verga macanuda.

Te echaste a Jenna Jameson cuando estaba tetuda 🙁
mas nos queda solo el hedor fétido que exuda,
Ron Jeremy, el tibio sepulcro que disfrutas.

(“Soneto por la muerte de Ron Jeremy”)

—Anónimo sonorense

«No soy bello, pero guardo un instrumento hermoso.
Eso aseguran cuatro o cinco ninfas
y náyades arteras —dijera el jerezano—,
que son en la materia valederos testigos
y jueces impolutos.
Dice alguna muy culta y muy viajada
que debería fotografiarse
mi genital ballesta en gran tamaño
y exhibirse en el Metro,
en vez de esos hipócritas anuncios
de trusas sexy para caballeros.
Y agrega que esta lanza de buen garbo
—son palabras de ella—,
de justas proporciones y diseño maestro,
debería esculpirse, alzarse
en una plaza de alta alcurnia,
un obelisco, tal el de Napoleón en la Concordia,
o la columna de Trajano
en aquel foro que rima con su nombre.

Yo no me creo esas flores,
pero recibo emocionado el homenaje
de todas estas niñas deliciosas.
Yo celebro.»

(«Bravata del jactancioso»)

—Eduardo, el tigre, Lizalde

«¡Qué bien se hace contigo, vida mía!

Muchas mujeres lo hacen bien
pero ninguna como tú.

La Sulanita, en la gloria,
se asoma a verte hacerlo.

Y yo le digo que no,
que nos deje, que ya lo escribiré.

Pero si lo escribiese
te volverías legendaria.

Y no creo en la poesía autobiográfica
ni me conviene hacerte propaganda.»

(«Alabando su manera de hacerlo»)

—Gabriel Zaid

«La verga es la medida de todas las cosas.

De eso estoy segura. Por eso, cuando algo nos complace, no queda más que admitir que «es una gran verga». Una verga brillante, endurecida, de preferencia, que va a conectarnos con el mundo, que va tenderse como un puente para hacernos comprender la otredad.

Sobre una gran verga podremos montar como sobre un tetero en un movimiento ascendente del alma horadada que indefectiblemente prefiere lo bello y lo bueno y que se eleva al interior de una visión calurosa, fundente, delirante porque recuerda haber estado más arriba.»

—Yokita Barreras

«Cada noche, fuera de control, buscaba con ansiedad a quién meterle la verga.»

—Guillermo Sheridan

«Yo las deseo entrecortadamente,
como un caimán imbécil y violento
que gusta de la presa aderezada con veneno.
Yo las deseo en las cornisas más esbeltas del amor.»

—Julián Herbert

«Me gustas cuando besas porque estás como pirada,
con los ojos en blanco y tu cara de ida,
parece que se te hubiera olvidado la pastilla
y parece que un dedo te cerrara la herida.

Como todo el deseo está lleno de mi ansia,
con tu lengua sigilosa, llenas el ansia mía.
Larva incompleta te pareces a mi ansia
y te pareces a la palabra ninfomanía.

Me gusta cuando lames y estás como a tu rollo
y estás como frotándote y emitiendo un murmullo.
Y no me oyes ni de lejos y mi mano no te alcanza:
déjame que me corra con el gemido tuyo.

Déjame que te bese también con estos labios,
rojos como una sangre, frescos como una fuente.
Eres como la noche licuada y oscura,
tu grito es de astro, tan salvaje y ardiente.

Me gusta cuando te corres porque estás como vencida,
pálida y piadosa como si hubieras muerto.
Un roce entonces, un susurro bastan.
Y estoy caliente, caliente por que no sea cierto.»

(«Versión porno del poema número 15 de Pablo neruda»)
—Diana J. Torres

«Excita estas canciones sublimes. La verga
obtiene un nuevo deseo; penetra, aúlla, aprisiona, chupa,
delira, chilla, mastica, exalta la cogida,
¡Espera! ¡Me vengo! ¡Muero! ¡Dios mío!»

—Aleister Crowley

«Y mientras, las queridas
tendidas en los lechos, sin
chales en los pechos y flojo
el cinturón, mostrando sus
encantos, sin orden el
cabello, al aire el muslo
bello en plena convulsión.»

—José de Espronceda

«Nunca tumbes boca arriba a una embarazada
en tu lecho, gozando de una fértil Cipris;
pues entre ambos habrá gran marea y no pequeño esfuerzo:
ella remará y tú te balancearás.
Pero dale la vuelta y disfruta con las rosadas nalgas
considerando a la esposa una Cipris masculina.»

—Dioscórides

«Sabes bien que follar hoy es mejor
que amar toda una vida,
por eso, casi desnuda, cruzas los muelles,
dejas que el aire de los tubos
abrase con su soplido el humor
de tus partes,
y tocas con la mano húmeda,
grande, tierna,
a la puerta esperando
que yo esté.
Y estoy.»

—Ángel Badalament

«A tu porno honro, puta.»

(«Palíndromo»)
—Daniela Camacho Jiménez

«Pienso, mi amor, en ti todas las horas
del insomnio tenaz en que me abrazo;
quiero tus ojos, busco tu regazo
y escucho tus palabras seductoras.

Digo tu nombre en sílabas sonoras,
oigo el marcial acento de tu paso,
te abro mi pecho ―y el falaz abrazo
humedece en mis ojos las auroras.

Está mi lecho lánguido y sombrío
porque me faltas tú, sol de mi antojo,
ángel por cuyo beso desvarío.

Miro la vida con mortal enojo;
y todo esto me pasa, dueño mío,
porque hace una semana que no cojo.»

(«Y he de concluir, soneto, y contenerte…»)
—Salvador Novo

«¡Mujeres del mundo entero!,
no me busquéis, porque ya me fui.

Toda la vida os pasé persiguiendo,
para que me brindarais vuestros
placeres sexuales,
pero hoy ya me fui.

Y al irme
me llevé
mis apasionados besos
a vuestros cálidos clítoris.

Me llevé
mis suculentas libaciones
a vuestros erectos pezones.

Me llevé
mis masajes manuales
a vuestras contorneadas nalgas.

Por eso,
no me busquéis,
porque ya me fui,

Me fui
con mi verga erecta en mis sueños carnales,
con mis fuegos pasionales que calcinaban bosques.

Ya no estoy aquí,
para vosotras yo ya me fui.

Y ya no deseo para mí
vuestras pieles delicadas,
esos embriagadores olores vaginales,
los néctares afrodisíacos de vuestras entrepiernas,
la locura de lameros los tobillos con mis besos,
los furtivos paseos labiales en vuestras espaldas,
y las orgías que dejasteis plasmadas en mis recuerdos.

Yo… para vosotras
ya me fui,
pues en lo carnal no hay nada que
me podáis dar mejor que una
buena y solitaria
paja.»

(«Declaración de un conformista sexualmente frustrado»)
—Andrés Kinast

«Joded, felices humanos,
sin que nada os alborote,
y en cansándose el virote
joded con lengua y con manos.
A moralistas tiranos
dejadlos en su quimera;
a fe que si yo pudiera
me transformara en un nabo
inmenso, y de cabo a rabo
cien mil veces más jodiera.»

—José de Vargas Ponce

«Siete marineros cubanos
exiliados estuvieron en mí
toda la noche.

Altos, pulcros, esbeltos
de rasgos hispanos
con suaves y oscuros
cuerpos musculosos
y pelos como carbón húmedo
sobre sus cabezas
y entre las piernas.

Dejé de contar

las veces que ellos

me follaron
en todas las poses
posibles.
En un momento

se pusieron de pie

a mi alrededor
formando un círculo
y tuve que arrastrarme
desde una entrepierna
hasta la otra succionando
cada pene
hasta la erección.

Cuando lo logré
con los siete me puse a temblar
observando
esas pollas rígidas
todas de distintos tamaños
y grosores
sabiendo que cada una de ellas
me iría a entrar por el culo.

Cada uno
de ellos se corrió
al menos dos
y algunos hasta tres veces.

Me colocaron en la cama
de rodillas, alguno me dio
por detrás,
otro por la boca,
mientras hacía pajas
con cada mano
libre y dos del resto
rozaban sus pingas
en mis pies desnudos
esperando el turno
de entrar
en mi agujero.
Justo al creer
que estaban todos
satisfechos dos de ellos
se juntaron follándome
al mismo tiempo.
Las posiciones asumidas
eran grotescas pero con dos
inmensas y gruesas
pollas cubanas
dentro del culo al mismo tiempo
estaba en el paraíso.»

—John Giorno

«Si algún día alcanzas la puesta del sol
o te subes al mirador más alto y límpido,
busca en los interminables mares entre mis hombros,
desde mi lado izquierdo hasta el derecho,
pero por el camino largo, dando la vuelta al mundo;
verás que no hay humano vivo que pueda ponerte
cogidón superior al que te pondría yo.
¡Quédate aquí entonces, querida Hitomi!
Tú no vives en tierra lejana; estás en el centro de mi patria endeble,
izando tu soberanía sobre mi razón,
encandilando con sangre mi poderosa verga
y silenciando mi aliento con tus enormes tetas.

¡Pero qué cogida tan deliciosa te pondría, Hitomi!
(¡Plaf, plaf, plaf, plaf!)»

—Zim Hamilton

«Me gusta el sexo sin amor pero no al contrario.»

—Félix Chacón

 «Si miramos nuestro entorno

vemos que poco se esconde
puesto que hay cabezas donde
los cuernos son un adorno.
Además la industria porno
con anuncios acomete
y plata y fama promete
al hombre y a la mujer
que sienta mucho placer
filmando su polvorete.»

(«Entorno con porno»)
—Luis Bárcena Giménez

«La pornografía enlaza con la poesía romántica.»

—Andrés Neuman

«Te recorro
como un borracho a la ciudad desnuda
para romper con mi lengua
la inercia de tus nalgas apretadas como un puño.»

—Guillermo Vega Zaragoza

 

 

Por Luis Lope

En portada, fotografía de un joven Ron Jeremy.

Sobre el autor

Luis Lope (Hermosillo, 1979) es licenciado en Literaturas Hispánicas, maestro en Literatura Hispanoamericana y doctor en Humanidades. Actualmente es profesor-investigador del Departamento de Letras y Lingüística de la Universidad de Sonora y miembro del Sistema Nacional de Investigadores de Conahcyt. Escribe ensayo, poesía, crónica y dramaturgia. Ha publicado "Crónicas de pies ligeros (Unison, 2011; Club Chufa, 2014), "Primeras liras (Club Chufa, 2016) y "Una noche lírica (pieza amorosa en tres actos) (ISC, 2019)

También te puede gustar:

2 comentarios

  1. jajjaja no mames, qué chingona compilación! pero habría que ponerle una advertencia “no apta para horario de trabajo” jajaja aquí ando de todos colores chingao… tan apacible que he vivido últimamente jajaja

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *