Morena es un partido de masas con una amplia base popular y con una dirección burguesa nacionalista, semejante al pnr-prm-pri en México, los peronistas en Argentina, el apra peruano, acción democrática de Venezuela. Con una diferencia sustancial, los partidos de masas del siglo pasado generaron una élite política propia, que surgió del movimiento de masas y por lo tanto con cierto reconocimiento en las bases. La militancia tenía cierta comunicación con la élite, podía hacer valer sus demandas e intereses y la élite, aunque a regañadientes y tergiversándolas, las apoyaba.  

Mientras que morena no crea una élite nueva sino que recicló la vieja clase política del antiguo régimen. Son los mismos políticos del antiguo régimen. Eso hace que no haya liderazgos locales, que todos tengan que depender del caudillo, ninguno de los «líderes» de morena puede hablar por sí solo. No sé si pase en la futura elección, pero en las anteriores había promocionales en los que la figura de amlo estaba al frente y era más grande que la del candidato.

Al ser los mismos políticos del pri, pan, prd, etcétera, la vieja clase política, pues, genera que el pueblo los tolere pero no los acepte, por lo que no se pudo concretar una unión entre la élite política de morena y el pueblo. Hay una brecha que, por un lado tiene miedo y odio a los pobres, y por el otro rechazo y desconfianza a los rateros de antes (y de ahora).

La clase política que viene del pri, pan, prd, etcétera, como es natural le tiene terror y un fuerte odio de clase a las masas, las toleran y las aguantan porque las necesitan y porque las masas no se han propuesto retomar sus demandas. Mientras que las masas les tienen desconfianza, generándose una simbiosis perversa en la medida que todos dependen del caudillo, unos para sostenerse y las masas para tratar de hacer valer sus reivindicaciones.

No es la nueva élite, pues no se formó apoyada por las masas movilizadas, las que están dirigiendo e impulsando el proceso de cambio en la cuarta trasformación: no hay a quien derrotar, no hay una tormenta que barra con la escoria, hay un remolino, donde todos se mezclan y se perdonan sus raterías y donde los movimientos sociales son excluidos; en la cuarta transformación no hay un solo movimiento social. Los que resisten al capital y al antiguo régimen están fuera de la cuarta transformación. 

La vieja clase política por poder o por conveniencia llegó a un acuerdo con el caudillo, migajas más gordas para los pobres y regulación de la corrupción, mientras la agenda neoliberal continúa, los megaproyectos neoliberales están intocados, continúa el saqueo y la explotación de la gente y de los recursos naturales y la criminalidad se mantiene en niveles que permiten mantener el terror para que las masas no protesten.  

Así las cosas, es cuestión de tiempo para que las aguas regresen a su nivel. Quede quien quede de presidente en el próximo sexenio la corrupción regresará.

Por Gerry Valenzuela

Collage by Cuartoscuro

Sobre el autor

Gerardo "el Gerry" Valenzuela (Vícam, 1959) tiene una maestría en ciencias sociales, con especialidad en Política Públicas, por El Colegio de Sonora. Hijo de pobres entre los pobres (jornaleros agrícolas), milita en la izquierda desde que se le atravesó en 1973 y ha pasado por todo el espectro de la misma, desde la izquierda extrema y radical hasta la "progre". Tal vez por eso no me llevo bien con ninguna, opinó alguna vez.

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