Ojalá fuésemos capaces de saber cuándo será nuestro último día. De saber cuándo será la última vez en que habremos de despertar en la madrugada, alrededor de las cinco de la mañana, para alistarnos e ir al colegio. Si tuviésemos la capacidad de saberlo, habríamos de disfrutar hasta el más burdo desayuno cotidiano; beberíamos el …
